Lo que viene: entusiasmado por la baja de la inflación, el Banco Central intentará un "afloje" de tasas
Lejos de los micrófonos, el diagnóstico del Gobierno sobre la marcha de la economía no deja demasiado espacio para el optimismo. Al menos de corto y mediano plazo. La definición de uno de los funcionarios más influyentes del equipo económico lo dice todo: menciona que la situación actual luce “frágil”. Y que todo el esfuerzo está puesto en la confirmación de la estabilización cambiaria.
Sin embargo, a pesar de que el Ejecutivo se juega a mantener el tipo de cambio sin sobresaltos, el Banco Central podría dar una especie de regalito de Navidad a los afligidos empresarios y consumidores, que están enfrentando un costo financiero implacable.
En concreto, la idea es flexibilizar la tasa de interés en las próximas semanas. Es decir, profundizar la tendencia bajista de la tasa de referencia, que ya alcanzó un piso del 59% anual y que viene cayendo desde el máximo del 74% en medio de la corrida cambiaria que había llevado al dólar por encima de los $40.
A la hora de pensar hasta dónde podría descender el costo del dinero, en los despachos oficiales tienen un número de mínima y otro de máxima. Al menos para las próximas semanas.
En primer lugar -de mínima- confían en que la tasa de referencia podría caer hasta el 55% hacia finales de este año o en el comienzo de 2019.
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El análisis más optimista lleva ese número al 50% anual. Es decir, alrededor de nueve puntos menos que el nivel actual.
En las últimas jornadas, al Banco Central le costó romper el piso del 59% en la tasa de referencia, pero los funcionarios confían en que la tendencia bajista se retomará ahora que el Indec confirmó la desaceleración inflacionaria durante noviembre.
Está claro que no se trata de una escala que resuelva los inconvenientes de los ejecutivos que vienen ahogados a la hora de refinanciar pasivos. Ni termina con los inconvenientes de los consumidores que apenas pueden pagar el mínimo de la tarjeta de crédito. De hecho, cuando empezó la corrida cambiaria, la tasa de interés se ubicaba en el 26% anual.
En todo caso, este movimiento habrá que tomarlo como un guiño y del Banco Central hacia esos deudores. Y, ya desde lo político, la posibilidad de que el Gobierno se aferre al argumento de que el camino de la crisis es de salida.
Ahora bien: ¿Cómo puede ser que los mismos funcionarios que admiten la fragilidad e inestabilidad del momento económico y financiero de la Argentina prevén, al mismo tiempo, que la tasa puede seguir hacia abajo?
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Para ellos, no existe tal contradicción. Y manifiestan que conviven dos elementos claves para entender lo que está sucediendo.
El primero y más relevante se relaciona con la desaceleración inflacionaria. “Venimos de una inflación núcleo del 7,5% en septiembre al 4,5% de octubre y al 3,3% en noviembre. A pesar de que este nivel da cuenta de una dinámica compleja de abordar, los funcionarios se muestran conformes con el resultado. La tasa de interés se adapta a esa nueva realidad”, señala un alto funcionario del Gobierno.
“Al contrario, la tasa de referencia cayó menos que la inflación. Es decir, la tasa real sigue siendo tan alta como antes. Por eso hay margen para que baje un poco más”, agrega el dirigente.
Para el equipo económico, este dato es esencial para monitorear los próximos meses. “En septiembre, la inflación núcleo, en términos anualizados, trepó al 100%. Cayó al 60%. La tasa de referencia acompañó, incluso de una manera más cauta, y lo va a seguir haciendo, en la medida que la inflación siga para abajo”, añade la fuente oficial, en diálogo con iProfesional.
Según los funcionarios consultados, ahí está la cuestión: que la inflación mantenga la tendencia bajista. La expectativa es que durante el verano, el índice de precios ronde el 2% mensual durante el verano. Pero que, de ahí en más habrá que monitorear la dinámica.
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La segunda clave refiere a la demanda de dinero en la economía. De acuerdo a informes internos del Banco Central, la actual demanda de pesos se ubica en niveles mínimos históricos, aunque los funcionarios apuestan a que ese panorama se revierta.
En una economía que funciona con normalidad, un incremento de la demanda de dinero -como suele darse durante diciembre-, la tasa de interés se eleva. Pero la economía argentina siempre tiene sus peculiaridades. De manera que, en el caso local, a mayor demanda de dinero se responderá con menores tasas de interés.
El economista Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, marca la diferencia entre la realidad argentina y el resto. “Estamos en medio de un proceso de estabilización, y se incrementa la demanda de dinero por la mejora en las expectativas de corto plazo. Tanto en lo que refiere a una posible devaluación como al desempeño de la macro”, afirma, en diálogo con iProfesional.
“Venimos del décimo subsuelo y esta es la principal fuerza que está jugando en el corto plazo. Para más adelante, para el largo alcance, va a costar más reducir la tasa de interés”, agrega.
De paso refiere: “Lo importante es que el BCRA sea muy cauteloso y vaya por atrás de las expectativas en su deseo de reducir el costo del dinero. Tiene que seguir ganando credibilidad y dejar bien en claro que no hay chances de una nueva disrupción”, completa Caamaño.
La visión del mercado
A la hora de hablar de la tasa, en algunos bancos internacionales trabajan con la hipótesis de un ciclo en "U". Es decir, una baja desde los valores máximos y, después de cierta estabilidad, la posibilidad de un nuevo repunte.
Esta posibilidad fue planteada en los recientes encuentros entre funcionarios y analistas. El Banco Central tiene una visión más optimista. Y por eso mismo este mes desapareció el piso del 60%. De este modo, dio la señal de que aguarda un descenso más pronunciado.
El escenario previsto (e incluso compartido en algunos bancos de inversión) es que la tasa de referencia podría acercarse al 50% anual. Unos 10 puntos por debajo de la actual.
En su visión, compartida con los fondos de inversión consultados por iProfesional (algunos de ellos mantienen encuentros con Dujovne y su equipo en forma regular), la rebaja del 74% al 60% puede interpretarse como "el camino hacia una normalización", que está lejos en el horizonte.Esos fondos y entidades internacionales proyectan un escenario, de máxima: la tasa de referencia podrá caer unos puntos adicionales, a un piso del 50% anual. Tal cual espera el Banco Central. Pero, ante de seguir hacia abajo, hay altas chances de que rebote en medio de la campaña electoral.
En la práctica, la suerte de una eventual tendencia bajista se jugará cuando los bancos empiecen a trasladar esa corrección hacia los plazos fijos.
El argumento del Gobierno es que el rendimiento de los depósitos puede descender en la medida en que lo haga la inflación. En un escenario así, los ahorristas aceptarían quedarse posicionados en pesos.
En los bancos de inversión quieren ver para creer. Los inversores que visitan a Dujovne en el Palacio de Hacienda y a Guido Sandleris en el BCRA plantean sus dudas. El ministro intenta convencerlos de que el contagio a precios por la devaluación de este año ya terminó. Sin embargo, ellos contraponen que la dinámica inflacionaria en Argentina se mantuvo elevada durante los últimos años, más allá de la evolución del tipo de cambio.
Concretamente, en los borradores de esos análisis figura que durante los meses de verano el índice de precios rondará el 2% mensual. Pero que -lo más, probable- haya un repunte en marzo. Es lo que suele suceder por motivos estacionales.