China arrasa los mares: cómo opera la flota de pesca ilegal que depreda con apoyo oficial y cuál es su actividad en Argentina
Ahora está anclada en torno a las islas Galápagos, en Ecuador, pero hacia fin de año el grueso de sus integrantes pondrá proa hacia los mares del sur. Con la estrategia definida de concentrar actividades en el límite de la zona económica exclusiva de Argentina en el Atlántico. El objetivo: saquear la enorme reserva de calamares que todavía subsiste en esta parte del mundo, en un negocio de depredación que año tras año mueve más de 700 millones de dólares.
Conformada por más de 300 buques, y con apoyo económico del régimen que lidera Xi Jinping, la flota de pesca en aguas distantes de China reúne en un solo actor los peores atributos en cuanto a métodos extractivistas para el saqueo de la biodiversidad marina: pesca a gran escala en áreas específicas por períodos que pueden superar el año, movimientos a escondidas de los satélites, violación de las restricciones para operar en aguas territoriales.
A eso hay que sumarles prácticas laborales emparentadas con la esclavitud. A excepción del capitán y sus oficiales, todos chinos, el grueso de los tripulantes de estas embarcaciones son ciudadanos de Indonesia, Filipinas o África sometidos a los tratos más inhumanos: en 2014, por citar un caso, se constató que 28 personas que bajaron de un pesquero de calamares en Montevideo, Uruguay, presentaban marcas de grilletes en los tobillos.
Desnutrición, escaso acceso al agua potable, pagas inexistentes e incluso torturas físicas, forman parte del combo que distingue a una armada de pesca ilegal que duplica con comodidad los números de Corea del Sur, Taiwán, España y Japón, otras naciones con fuerte protagonismo en el saqueo de espacios marítimos.
El funcionamiento de la flota china es promovido por el gobierno de la potencia asiática mediante acciones como el subsidio al combustible para las compañías del rubro pesquero o, directamente, la participación accionaria del Estado en algunas de las empresas propietarias de los buques.
Estos barcos ajustan sus movimientos a partir de la disponibilidad del calamar. Entre junio y septiembre, y en tanto la especie prolifera en aguas del Pacífico a lo largo de Sudamérica, la armada concentra la extracción en una franja que va desde el norte de Chile hasta las ya mencionadas Galápagos. A medida que agotan el recurso económicamente rentable, los capitanes mueven las naves hacia áreas de mayor abundancia.
Eso explica el escenario actual en torno a las islas que son territorio de Ecuador. A fines de noviembre la flota comienza a trasladarse hacia el Atlántico Sur y ya para diciembre el grupo consolida la extracción junto al límite marítimo de Argentina. Así ocurre cada año, con intensificación en la última década aunque, vale destacar, esta depredación comenzó a tener apadrinamiento del Estado chino a partir del 2000.
Por supuesto que hay barcos del mismo origen que mantienen presencia en esta parte de América incluso en la época en la que no prolifera el calamar económicamente explotable. La actividad de esas unidades, entonces, se limita a pescar siempre de forma intensiva todo lo que el mar ofrezca sin distinción de especies.
¿Qué es lo que ocurre con esas miles de toneladas que abarrotan las bodegas de estos buques? La flota de 300 pesqueros se completa con alrededor de una docena de navíos dotados con cámaras de refrigeración que almacenan lo extraído y luego transportan esa carga a muelles en la región. El epicentro de las descargas de calamares en América del Sur es el puerto de Montevideo.
Operativo bajo un status de zona franca que beneficia con exenciones impositivas a las empresas marítimas internacionales -las pesqueras uruguayas pagan IVA-, y un régimen de funcionamiento comercial que excluye la inspección de la carga, la revisión de las condiciones de vida dentro de las embarcaciones, y las reglamentaciones de seguridad en general, la terminal de la capital de Uruguay acumula características casi a medida del negocio turbio que encarna la flota.
Una depredación multimillonaria
Especialista en conservación marina, colaborador del Círculo de Políticas Ambientales y asesor en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2011 y 2015, Milko Schvartzman es uno de los expertos que mejor estudia y analiza el circuito de la pesca ilegal en esta parte del mundo.
En diálogo con iProfesional, expuso que sólo en la porción del Atlántico lindera con las aguas bajo control de la Argentina los barcos chinos enfocados en extraer calamar -"poteros", en la jerga- capturan a razón de 300.000 toneladas anuales. Semejante volumen le garantiza a la armada de pesca una recaudación del orden de los 700 millones de dólares en igual lapso.
"El desastre ambiental que se genera es incalculable. El calamar es el alimento principal de especies como la merluza común. Pero también es importante en la alimentación del cachalote, los pingüinos y muchas otras variedades de la fauna marina. Esta presión terrible que ejecuta la flota china viene generando una catástrofe. Junto con el plancton, el calamar es la base de toda la cadena alimentaria del Atlántico Sur", especificó.
"A la par también hay un daño económico para el país. Los calamares que se descargan en Montevideo ahí mismo pasan otros barcos de carga, contenedores, que luego tienen como destino la Unión Europea y los Estados Unidos. En esos mercados muchas veces se comercializa como 'Made in China' el calamar que se pescó de forma ilegal en la Argentina", añadió.
Las sanciones son leves
Schvartzman sostuvo que la flota en cuestión viola de forma sistemática las normas que prohíben la pesca de embarcaciones extranjeras en la zona económica exclusiva local.
Eso obliga a mantener desplegados a sendos navíos de la Prefectura -incluso en su momento hasta el submarino ARA San Juan cumplió tareas de monitoreo de "poteros"- y aeronaves como recursos de disuasión o eventual intervención directa cuando se constata pesca ilegal en aguas territoriales de la Argentina.
"Este peligro le origina al país un gasto enorme. Es lo que le está ocurriendo a Ecuador en este momento, que por la presencia de la flota al borde de las islas Galápagos tuvo que desplegar barcos y aviones o helicópteros. Cuando hay detención de estos barcos ocurre que la empresa propietaria paga todas las multas que se aplican y al poco tiempo tenés a los mismos buques efectuando otra vez actividades ilegales", comentó el especialista.
En esa dirección, Schvartzman puso como ejemplo a "poteros" como el Hong Pu 16, detenido en la Patagonia y trasladado al puerto de Ingeniero White (Bahía Blanca) en mayo de este año: ahora pesca en torno a Galápagos.
"El Hua Li 8, en tanto, resultó capturado por la Prefectura en abril de 2016. Hoy también está en el mismo archipiélago. Argentina atrapa, en promedio, a más de un barco chino por año pescando de forma ilegal en el Atlántico Sur", dijo.
Para luego concluir: "Como la normativa vigente establece sólo sanciones y no contempla a la actividad como delito penal, situaciones como las de estos dos buques se seguirán repitiendo. Hay que trabajar urgente desde lo legal en ese aspecto. Por ejemplo, con la imposición de penas de prisión para capitanes y oficiales como sostiene hoy Ecuador".