• 16/9/2024

Dejó todo para emigrar: el locutor y movilero argentino que cambió el éxito por la paz

Julián Pérez Regio abandonó la seguridad laboral y se lanzó al vacío. Ahora conduce el primer streaming de España y encuentra un nuevo comienzo
07/09/2024 - 08:02hs
Julián Perez Regio, emigró a Europa

A veces la respuesta es emigrar y eso hizo Julián Pérez Regio, quien a simple vista tenía una vida envidiable. A sus 34 años, era un joven locutor y movilero con una carrera en pleno ascenso en los medios, el tipo de éxito que muchos sueñan alcanzar. Su voz e imagen resonaba en radios y televisión, convirtiéndolo en una figura conocida.

Pero, tras ese aparente éxito, había un joven cada vez más infeliz, atrapado en la vorágine de un trabajo agotador y la presión de mantenerlo todo en un país como Argentina, donde perder un empleo puede convertirse en una pesadilla sin fin.

Desde los 16 años, La vida de Julián giraba exclusivamente en torno a su trabajo. En su curriculum vitae aparecen Los 40 principales (FM), El show del Problema (Canal 9), Las rubias más uno (Canal KZo), Tenemos Wifi (canal KZo), Todo puede Pasar (Canal 9) y, de los últimos, en América TV, donde participaba como movilero en Involucrados junto a Mariano Iúdica. En su extenso CV sumaba además, sus compromisos radiales (trabajó en el programa de Ariel Senosiain, en DSports Radio) y su participación en numerosos streamings.

Se consagró como el movilero "desfachatado" y el locutor "carismático", llegando a cubrir el mundial de fútbol en Catar, besar la copa y hasta ganarse el saludo de Messi, un video que vieron millones de personas.

Sin embargo, cumplir con todo tuvo su costo y para lograrlo llegó desde tener que abandonar la vida social hasta tener que mudarse cerca de la productora para la que trabajaba para llegar rápido y aprovechar esos minutos extra para dormir un poco más. Con suerte, lograba conciliar el sueño por cinco horas seguidas, pero la fatiga acumulada empezó a pesar más que cualquier satisfacción profesional.

"Lo que tienen los medios en Argentina o lo que yo personalmente experimenté es que tenía que trabajar muchísimas horas en muchísimos lugares para alcanzar los objetivos", comenta Julián. "Todo se resume en más horas al aire, más horas de vuelo, y se supone que eso te hace mejor, pero en realidad te quita muchísimo: el ocio, el disfrute y hasta la posibilidad de no hacer nada", le cuenta por videollamada a iProfesional desde España, su nuevo hogar.

Argentina, para Julián, es un país donde la cultura del trabajo está marcada por la idea de sacrificio. "No hacer nada está mal visto; trabajar es transpirar y agarrar una pala, hay que sufrirla, y si no sufrís parece que no vale", explica. "Yo sufría y sentía que eso estaba bien porque socialmente tenía que sufrir para ganar más cosas en el medio. Pero por suerte, me di cuenta de que no, que eso no era así y que ya no me hacía feliz, ya no tenía más ese fuego interior por hacer un móvil y salir al aire; sentía que me movía en piloto automático; estaba agotado", recuerda.

El agotamiento comenzó a afectar su salud. "Yo soy muy sano, no me drogo, no tomo, no fumo, entreno diariamente, como sano. Pero me empecé a sentir muy cansado, me levantaba a las 5 de la madrugada y me iba a la radio, después al streaming de Olé, después a otro streaming que conducía, después me iba a América, y después hacía eventos, sumaba contenido para las redes y a veces dormía 4 o 5 horas", recuerda. Julián describe sus días como un frenesí constante, un ritmo que se volvió insostenible. "Ya no dormía, me sangraba la nariz solo de la nada, tenía dolores de cabeza muy fuertes. Me hicieron tomografías y un montón de estudios durante un montón de semanas y todos daban bien".

Los médicos empezaron a recomendarle que se alejara del estrés, que buscara actividades que lo hicieran feliz. Pero Julián ya no tenía tiempo para nada de eso; su vida se había convertido en una rutina de trabajo sin respiro.

Fue entonces, tras una conversación profunda con Mechi, su novia, que Julián decidió hacer un cambio radical: vender todo y emigrar. No fue una decisión fácil; abandonar la carrera, la familia y la vida que había construido le parecía un salto al vacío, pero sintió que no había otra opción. Sus jefes intentaron retenerlo con ofertas de aumento salarial, pensando que se trataba de una cuestión de dinero, pero Julián tenía claro que lo que necesitaba no se compraba con plata.

Frenar y emigrar

El 30 de enero de este año, Julián y Mechi se embarcaron rumbo a Italia. Eligieron un pequeño pueblo en Calabria, frente a Cosenza, un lugar que Julián describe como "un retiro espiritual". "No había nada, solo casitas antiguas con humedad. Algo bien antagónico a la locura de la ciudad. Un lugar donde no había ni radios, ni canales, ni diarios donde llevar mi currículum y estuvo buenísimo porque a nivel salud bajamos 1.000 cambios", relata.

Sin embargo, la experiencia de emigrar no fue fácil. "Emigrar está muy idealizado, pero el momento en que eso se materializa y estás bajando de un avión sin pasaje de vuelta, sin saber dónde vas a vivir, sin trabajo y sabiendo que no vas a volver a ver a tu familia en cierta cantidad de tiempo, es mucho", confiesa.

Julián describe este proceso como una montaña rusa emocional, llena de estrés, inseguridad y dudas: "Los que migramos tenemos el problema de que somos de Argentina, un país tan lindo en tantas cosas. Hablando con gente de otros países, incluso de la región, uno nota que no tienen la misma conexión con la familia, los amigos, el asado del domingo y por las medialunas calentitas de los sábados. Nosotros los argentinos sufrimos porque nos faltan estas cosas".

La diferencia entre la vida en Argentina y Europa fue evidente para Julián. "Acá en Europa, algo que me sorprende es que la gente vive al día, con lo que tienen en la cuenta y cuando les preguntás por qué no ahorran te preguntan para qué. Si se quieren comprar una computadora, se la compran; si quieren hacerse un viajecito, se lo hacen." Esta mentalidad contrasta con Argentina: "Allá nos hicieron creer que esas pequeñas cosas eran lujos que no nos podíamos permitir. Acá la gente disfruta más del día a día."

Pero todo esto Julián ya no lo cuenta desde ese pueblo del sur de Italia, sino desde la cosmopolita Barcelona en España, donde desde hace unos pocos meses está viviendo junto a su pareja.

En la ciudad catalana, ahora Julián conduce Esto También Pasará, el primer programa de streaming de España y que va lunes, miércoles y viernes de 10 a 12 y está pensado para el emigrado. "Tratamos temas desde deportivos hasta políticos y tenemos especialistas en trámites de extranjería y psicología para emigrantes." Para Julián, es un rincón argentino en España: "El 90% de nuestro público está en España y el resto, desperdigado por Australia, Nueva Zelanda, Francia, Portugal, Alemania y hasta Tailandia."

La profesión llevó a Julián Pérez Regio a lugares impensado y cumplir sueños imaginados, pero el cuerpo le empezó a pasar factura y decidió dar volantazo y emigrar
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A pesar de su entusiasmo por el nuevo proyecto, Julián mantiene la mente abierta sobre su futuro. "No sabemos cuánto tiempo estaremos acá; preferimos pensar que es temporal, creo que es un mecanismo de defensa para no casarnos con ningún lugar." Hoy, se dedica a disfrutar del presente en una ciudad que tiene una ventaja para los argentinos: "En cualquier supermercado es fácil encontrar un pote de dulce de leche, turrones, alfajores y yerba. Solo nos falta la familia y los amigos de toda la vida."

El próximo viernes 13 de septiembre, Julián Pérez Regio cumplirá 35 años, su primer cumpleaños lejos de Argentina. Aunque emigrar no fue fácil, cada día en Europa fue un paso hacia la tranquilidad y el equilibrio que tanto buscaba. Ahora, el locutor y movilero sabe que, si en algún momento extraña su vida anterior, siempre podrá volver. Mientras tanto, se concentra en vivir cada día con la paz que tanto le costó conseguir.

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