Se agudiza la pobreza y la inseguridad alimentaria: chicos del conurbano, los más afectados
De la mano de una inflación que viene siendo mucho más dura en los consumos esenciales como alimentos y bebidas, se multiplicó enormemente la asistencia alimentaria en los segmentos de bajos y medios ingresos. Asimismo, la pobreza de niños, niñas y adolescentes en Argentina sigue encima del 60%.
Los datos de inflación de abril no sorprendieron a nadie pero mostraron una dura realidad: los precios de los alimentos y bebidas aumentaron 10,1% en abril y llevan un 41,2% aumento en lo que va del año, 9,2 puntos porcentuales más que el promedio general de la inflación del cuatrimestre.
Es una "foto" que da el Instituto Nacional de Estadística y Censos, y coinciden con la "película" que releva el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA).
Aseguran que en la última década empeoró drásticamente el acceso a la seguridad alimentaria en los casos de niños, niñas y adolescentes, pero sobre todo en los últimos 5 años. Pese a la extensión de ayudas alimentarias directas y directas, ni siquiera se recuperaron los niveles pre-pandemia.
Pobreza
La inseguridad alimentaria es consecuencia directa del empobrecimiento, en el caso de los sectores de bajos ingresos y también de los medios.
El ODSA indicó que la pobreza monetaria en la población de niños, niñas y adolescentes ascendió en el segundo semestre de 2022 al 61,5%, y dentro de esta población se estima que 13,1% son indigentes. Es decir, unos 8,2 millones de chicos y chicas son pobres por ingresos en la Argentina, y de ellos, 1,6 millones están debajo de la línea de indigencia.
La pobreza se mantiene en niveles superiores a los que existían antes de la pandemia, no así en el caso de la indigencia. Todo se da pese al progresivo aumento de la cobertura de transferencias de ingresos orientadas a los sectores sociales más vulnerables.
Se estima que, en 2022, la Asignación Universal por Hijo y similares programas alcanzaban al 49,8% de la infancia y adolescencia, los niveles más altos registrados por este organismo.
Más aún, en los estratos de menos ingresos, en el último año la cobertura cayó del 77,7% de la población al 73.9%, en tanto que en los sectores medios esa misma cobertura se extendió del 42% a más del 50% de la población analizada.
"Aun cuando se incrementan los recursos y su alcance, los niveles de pobreza e indigencia continúan siendo muy elevados y por encima de los valores promedio de la década analizada", dicen los analistas del Observatorio.
Y señalaron "la particular vulnerabilidad de los adolescentes a la pobreza, y los niños, niñas y adolescentes en hogares monoparentales y que residen en el Conurbano Bonaerense y áreas metropolitanas del interior del país."
Alimentación
Respecto al acceso a la alimentación, el informe de la UCA relevó que, entre 2010 y 2022, la situación de inseguridad alimentaria se incrementó un 44%, sin embargo, el mayor deterioro se registra en los últimos cinco años.
En plena pandemia (2020) llegó al 37,2% de la población analizada. Y, si bien en los últimos dos años ocurrió una mejora, los niveles de privación alimentaria afectan a un tercio de la población de infancia y adolescencia en el segundo semestre del 2022 (unos 4,2 millones de chicos y chicas).
El ODSA distingue además la "inseguridad alimentaria severa", que es cuando los niños, niñas y adolescentes experimentaron hambre por no tener qué comer. Ese indicador se llegó a ubicar por debajo de los dos dígitos entre 2014 y 2017. A fines de 2022, se ubicó en 12,4% o unos 1,6 millones de personas.
Al analizar el alcance de las ayudas alimentarias directas (comedores) o indirectas la UCA asegura que "han incrementado su cobertura de modo progresivo y a partir del 2020 sumaron una ayuda indirecta como es la Tarjeta Alimentar". En pandemia, esas asistencias cubrían al 46,5% de la población de chicos y chicas. En 2022, llegan de una u otra forma al 59% de ellos.
Pero ese crecimiento cada vez más impacta en los sectores de medianos ingresos: cubrían al 33% de la población analizada en 2020 y llegaron en 2022 al 62,4%. Es un salto de casi el doble en tres años.
"En el segundo semestre de 2022, un niño/a en el 25% más pobre registraba 17 veces más chances de estar en una situación de privación alimentaria por problemas económicos que un par en el 25% superior", aseguran los investigadores, pero advierten que esa brecha es mayor en el Conurbano y ciudades de las principales áreas metropolitanas del país.
Otras carencias
Finalmente el informe de la UCA hace referencia a otras deudas sociales como el derecho de acceso a la salud, a la atención odontológica, a la información y también a un hábitat digno.
Sobre este último, el reporte consignó que la precariedad de la vivienda afecta a 2 de cada 10 chicos en áreas urbanas y el hacinamiento también. Pero el déficit de condiciones sanitarias adecuadas duplica su incidencia, y en lo mismo ocurre con la contaminación del medio ambiente.
En cuanto a la educación, la UCA reconoce que el gobierno nacional arrastra un déficit de cobertura importante que se agudizó en la etapa de pandemia y aislamiento. Se estima que el 83,5% de los chicos y chicas de entre 6 y 17 años asisten a una escuela de gestión estatal. Y en lo coyuntural, la demanda de educación estatal parece haber aumentado especialmente en la Ciudad de Buenos Aires.
"Se advierte mayor capacidad de recuperación en indicadores de escolarización de las escuelas de gestión privada que en las estatales, pero en la educación primaria y secundaria", dicen.
"Lo que se ha deteriorado y no ha logrado retornar a los niveles prepandemia son las ofertas educativas en el campo de la extensión de la jornada, la enseñanza de computación e idioma extranjero en la educación primaria", añadieron.
En resumen, se estima que 6 de cada 10 experimentan al menos una carencia en el espacio de los derechos que los Estados deberían garantizar en la sociedad argentina. Y casi 2 de cada 10 en niveles severos que comprometen el desarrollo del máximo potencial del niño/a. La media de la población de niños, niñas y adolescentes del país experimenta dos carencias de modo simultáneo.