Ritual versus practicidad: por qué el vino en lata es resistido por los consumidores argentinos
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El mercado del vino en lata en Argentina está creciendo rápido, pero todavía encuentra resistencia. En 2024, se vendieron 3.200.000 litros de vino en lata en el país, un 26% más que el año anterior, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Aunque estas cifras marcan una tendencia ascendente, el formato aún no logra desplazar al tradicional vidrio.
¿Está la Argentina lista para abrazar este nuevo envase? Dos expertas, Maria Alejandra Bidaseca, directora de Winexperts, y Mariana Gil Juncal, sommelier y directora de Mapa del Vino®, analizan las ventajas, desventajas y el futuro del vino en lata.
El vino en lata ya conquistó mercados internacionales como Estados Unidos y Australia, donde se posiciona como una opción conveniente, ecológica y moderna. Sin embargo, en la Argentina su adopción enfrenta una fuerte resistencia cultural. "Los consumidores perciben que el vino en lata es de menor calidad en comparación con el de botella. Esto está relacionado con la tradición vinícola local, donde la botella de vidrio es símbolo de prestigio y calidad", explica Bidaseca.
Por su parte, la industria también muestra cautela. "Las bodegas tienen que invertir en nuevas tecnologías para el envasado en lata, y muchas aún se preguntan si el esfuerzo vale la pena", agrega la directora de Winexperts. Según el INV, las plantas fraccionadoras deben cumplir requisitos específicos, como habilitaciones municipales, planos técnicos y certificaciones de la ANMAT, lo que representa un obstáculo extra para las bodegas que buscan diversificar su oferta.
Pese a las barreras, el vino en lata tiene múltiples ventajas que no pasan desapercibidas. "El aluminio puede reciclarse infinitamente, lo que reduce la huella de carbono y ahorra energía. Además, es más liviano y fácil de transportar". Este formato también resulta más competitivo en costos de producción y distribución.
Otra gran ventaja es su practicidad. "La lata permite disfrutar de una monodosis, equivalente a dos copas, sin preocuparse por guardar el vino sobrante. También es ideal para llevar a un picnic, a la playa o incluso a discotecas, donde no se dispone de vajilla adecuada", afirma Gil Juncal. Este envase también tiene el potencial de atraer a un público joven que busca opciones más informales. "Muchos chicos de 20 años me comentan que veían el vino en copa como algo lejano, pero la lata les resulta más amigable", agrega.

El formato en lata no convence a todos. "Los consumidores más puristas y conservadores siguen prefiriendo la botella por el ritual del descorche y el uso de copa", señala Gil Juncal. Además, los vinos destinados a envejecimiento o de alta gama no se adaptan bien a este envase, ya que la lata está diseñada para preservar la frescura, no para permitir la evolución del vino.
A pesar de esto, Bidaseca considera que el formato en lata puede convivir con el vidrio. "Es una herramienta para diversificar la oferta y captar nuevos mercados, no para reemplazar a la botella", asegura. Ambas expertas coinciden en que el vino en lata tiene su propio lugar y puede ser una puerta de entrada al mundo del vino para quienes aún no se sienten cómodos con los formatos tradicionales.
¿Qué tipos de vino funcionan mejor en lata?
No todos los estilos de vino son aptos para este formato. "Los vinos en lata suelen ser frescos, ligeros y pensados para consumo inmediato", explica Bidaseca. Variedades como el Malbec, Cabernet Sauvignon y Chardonnay, en versiones jóvenes, así como blancos, rosados y espumantes, son ideales para este tipo de envase. Gil Juncal también subraya que la elaboración de estos vinos en tanques de acero inoxidable facilita su adaptación a la lata, ya que no hay alteración de las características organolépticas.
El vino en lata tiene un potencial de crecimiento significativo, sobre todo entre los consumidores más jóvenes y en eventos al aire libre. "Es una forma de llevar el vino a nuevos contextos y de romper con la idea de que el vino solo se disfruta en ocasiones especiales", destaca Gil Juncal. Sin embargo, ambas expertas coinciden en que este formato seguirá siendo un nicho en Argentina.
Para que el vino en lata logre una mayor aceptación, las bodegas deberán invertir en tecnología y educar al consumidor sobre las ventajas del aluminio. Además, los estudios de mercado serán clave para entender cómo conectar con las nuevas audiencias. "La clave está en no perder de vista la calidad que caracteriza a la viticultura argentina", concluye Bidaseca.

En definitiva, el vino en lata no pretende reemplazar a la botella, sino complementarla. Es una opción para quienes buscan practicidad y sustentabilidad, pero también un desafío para la industria, que debe equilibrar la innovación con la tradición. ¿La lata conquistará a los paladares argentinos? Solo el tiempo y la adaptación del mercado lo dirán.