Otro vencimiento que no se paga: el Gobierno se sumerge en la etapa final del canje de deuda en medio de un nuevo default
El Gobierno, mientras sigue negociando un arreglo para la deuda con los acreedores privados, extendió el default de la deuda al no pagar los vencimientos de intereses del Bono a 100 años este lunes, mientras que el martes tampoco abonará otro pago correspondiente al bono al Discount.
Más allá de que el país ya se encontraba en cesación de pagos después del incumplimiento de finales de mayo, profundizar el default podría traer más problemas. Si bien el Gobierno tiene otros 30 días de gracia para pagar estos cupones, con lo cual el no pago está en suspenso, la suerte de eso estará atada directamente al resultado del canje de deuda.
A priori, Martín Guzmán extendió la operación hasta el 24 de julio. Pero la expectativa es que a esa fecha final se llegue con el partido ya terminado. Léase, con el canje ya cerrado, para bien o para mal. Lo concreto es que el Gobierno, desde que no pagó los 500 millones de dólares en mayo, cerró definitivamente la billetera para utilizar divisas para cancelar pasivos.
Larga data de defaults
Hay que recordar que el país también está en default con el Club de París, al cual no se le abonó una deuda por 2.000 millones de dólares en mayo. En el caso de los vencimientos de finales de este mes, hay en juego alrededor de 600 millones entre el bono a 100 años y el Discount.
"Era esperable, y por ende, estaba descontado por el mercado, por lo que no hubo impacto en los precios. Mientras tanto, con rumores de que un acuerdo estaría cerca, las paridades de los bonos a canjear se mueven cerca del 41/42%. Y se elimina el diferencial con los activos de jurisdicción local, ante las expectativas concretas de que habrá un tratamiento similar", dice un informe de Portfolio Personal Inversiones.
Lo concreto es que el tiempo, como siempre, corre en contra del país. Ahora los últimos rumores hablan de que se presentaría en forma inminente la oferta final a los acreedores. No se sabe si finalmente será incorporada como una enmienda ante la SEC -el regulador del mercado estadounidense- o informal. Pero en el mercado creen que todo debería estar resuelto, para bien o para mal, antes del mismo 24.
"No tenía sentido extender tanto la oferta si esta vez no es la definitiva. Lo importantes es que cierren de una vez, pero quizás el Gobierno puede conformarse con un nivel de adhesión que no confirme la salida del país del estado de default. Y eso sería lamentable", afirmó un banquero privado.
Esto tiene que ver con las distancias que todavía hay entre algunos grupos de los acreedores y Guzmán, al menos en las últimas presentaciones que hicieron públicas. Está el Bondholder Group -donde se destacan UBS, Greylock y Fintech asesorados por Mens Sana Advisors- que es el más alineado con la oferta oficial.
Convencer al gigante, la clave
El problema es que arrastran muy poco. Ostentan tan solo el 5 o 10 por ciento de la deuda total a ser reestructurada. La incógnita es la mejora que haya definido Guzmán y Alberto Fernández para acercar al grupo liderado por BlackRock que ostenta el 30 por ciento de la deuda emitida desde el 2016 y 15 por ciento de los Pares y Discount.
Precisamente, el voto no positivo de estos acreedores haría que el canje incumpla en objetivo número uno que es despejar el default en el cual está inmerso el país. En pasillos oficiales algunos creen que un canje parcial también podría funcionar para el país. La idea es que el país no debería ofrecer mucho más de lo que está poniendo sobre la mesa ahora, o sea los famosos 50 dólares de recupero para los bonistas por cada 100 que debe el país, ya que no habrá acceso a los mercados.
La línea que pregona Sergio Chodos, el representante argentino ante el FMI, es que no es necesario tener un nivel de adhesión tan elevado a cambio de pagar lo que los fondos pretenden. El análisis costo-beneficio no arrojaría, según esa visión, algo positivo.
Pero pareciera definido en el Gobierno que la fecha del 24 será, pase lo que pase, la última. No significa que dejarán de intentar negociar con los holdouts que seguramente quedarán sin aceptar, sino que cerrarán una etapa de la deuda con el nivel de aceptación que se logre. De ahí la sensación de que si el caudal de holdouts es elevado, haya pedidos de acelerar los bonos y un desfile de peticiones en los tribunales de Nueva York.