Mantener el bono del corralito resultó mejor opción que la pesificación de los ahorros
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El desenlace de la trágica historia del Boden 2012 es un hecho. Pero el corralito bancario que impulsó la emisión de este título quedará en la historia más allá de que a partir de hoy se cancele la última cuota de capital e intereses.
Muchos ahorristas que tenían sus ahorros en los bancos fueron obligados a elegir entre dos opciones: tomar el Boden o aceptar la pesificación de sus depósitos.
A la vez, según El Cronista, muchos fueron por la vía judicial para acelerar el repago ante necesidades acuciantes. Pero la cuenta para aquellos que tenían espaldas financieras, o sea que su subsistencia no dependía de recuperar inmediatamente sus ahorros, tuvo un final inesperado.
Según cálculos de Quantum Finanzas, la consultora que dirige el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, fue mejor negocio a largo plazo haber aceptado el Boden que la pesificación de los depósitos.
El cálculo realizado por Quantum toma en cuenta algunos factores. El ejercicio compara optar por el Boden 12, reinvirtiendo a precios de mercado las rentas obtenidas en el mismo título, o aceptar la pesificación de los depósitos a $ 1,40 por dólar y luego reinvertir esos pesos a tasa Badlar (la que se paga para colocaciones mayoristas superiores a $ 1 millón).
El resultado marca que por cada 100 nominales, al elegir la alternativa del Boden 12, al final de cuentas se obtienen $ 775,12. O sea, se ganó más de siete veces en pesos. El mismo cálculo pero en dólares marca que se recuperó casi 1,7 veces el monto original.
Optando por la pesificación a $ 1,40 y ajustándola por Badlar, el resultado marca que por cada 100 que se tenía se recuperó seis veces ese monto en pesos. La misma opción pero pasada a dólares deja a la luz que se ganó 30% más.
Lo cierto es que en los primeros años, tal como muestra el gráfico, ambas opciones venían parejas. En 2008, con la resolución 125 al campo, los bonos cayeron con fuerza haciendo más rentable la alternativa pesificadora. Pero ya en 2009, después del castigo del año anterior, los títulos públicos como el Boden 12 tuvieron un salto formidable. Como dato, ese año el Boden trepó 117%.
Los bonos fueron fogoneados por lo que sería recién en 2010, la reapertura del canje de deuda. A la par, se aceleró la devaluación del peso y eso impulsó a los títulos en dólares.
Las tasas, como hasta ahora, se mantuvieron bajas en comparación con la inflación y a partir de ahí perdió terreno la opción pesificadora. El resto, a esta altura, ya es historia.
Pero el capítulo del corralito bancario, lamentablemente, no termina con el Boden 12. El año próximo también terminará de cancelarse el Boden 2013, otro título que surgió de la confiscación de los depósitos.
Fue un título tomado por aquellos ahorristas que decidieron esperar y que habían rechazado el Boden 12, pero luego tuvieron una nueva oferta del Gobierno. El año próximo el monto que se debe pagar es de unos u$s 200 millones. Algo que sí sumará más presiones es el vencimiento del Bonar 13, que suma u$s 2.000 millones el año próximo.
Sea como fuere, el capítulo final del Boden 12 sólo concluye una parte del endeudamiento provocado por los desmanejos económicos de la política. Pero el famoso “desendeudamiento” oficial es más un cambio de acreedor que una real baja de los pasivos.
Tampoco despeja la incertidumbre económica-financiera. Que se cancele el Boden 12 no hará que mágicamente caiga el riesgo país desde los actuales 1.100 puntos, o que se apague la manía por el dólar. Tampoco hará que el mercado de capitales se abra para las emisiones de empresas.
El Gobierno, que resalta su “independencia” del mercado de capitales, vive de la caja de la ANSeS y del BCRA. Algo a lo que no acceden las compañías locales, que tendrían que pagar el doble que sus pares de Brasil para financiarse a largo plazo en los mercados internacionales.
El Boden 12 será hoy historia. Pero todavía quedan capítulos por escribirse, concluye El Cronista.