Las lluvias aún son insuficientes y empeoran perspectivas para la primera campaña de Alberto
En simultáneo a tener que sobrellevar un malestar creciente por la suba de retenciones, otra variable amenaza complicar la planificación económica en este primer tramo de la gestión de Alberto Fernández: el factor climático.
Si bien las lluvias de los últimos días evitaron un cuadro que pudo haber sido crítico en la zona núcleo, los expertos advierten que el campo todavía no puede cantar victoria en cuanto al clima.
Las estimaciones de lluvias para para el primer trimestre de 2020 todavía se presentan adversas.
"Los pronósticos de lluvias para los meses de enero, febrero y marzo, cruciales para determinar el rendimiento de los cultivos de la campaña gruesa, no son favorables. La fortificación de la circulación polar sobre Sudamérica genera temperaturas por debajo de la media durante la mañana, que luego, durante el día se vuelven a normalizar producto de la radiación solar. En un escenario de bajo contenido de humedad en los suelos, esta amplitud térmica repercute desfavorablemente debido a que los suelos se secan y se calientan con mayor velocidad", advierte un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
"Si continúa esta tendencia climática de vientos polares que llegan hasta Sudamérica, podríamos incurrir en situaciones de estrés hídrico para la cosecha gruesa que se avecina, con afectaciones importantes sobre el volumen de producción, vía reducción de rindes", agregan desde la entidad.
Efecto contundente
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Gustavo López, director de AgriTrend, expuso ante iProfesional que si el clima se vuelve un problema, su incidencia será determinante dado el contexto de retenciones aumentadas.
Al mismo tiempo señaló que, tal como viene desenvolviéndose el frente climático, Argentina podría perder millones de toneladas de cara a la futura cosecha de soja y maíz. "En trigo ya hubo rendimientos más bajos aunque se vendió en su enorme mayoría. Se esperaban 21 millones de toneladas y el número bajó a 18 millones", dijo.
Según el experto, si comienzan a faltar lluvias, entonces se verá afectada la floración. Según López, las condiciones climáticas ya habían tirando hacia abajo algunos de los pronósticos relacionados con la futura producción de soja. Lo mismo aplica para el maíz.
"De los 143 millones de toneladas totales pensadas para la próxima cosecha el problema de la falta de agua obliga a pensar que apenas si se alcanzarán los 135 millones. O sea, si no llueve habrá una pérdida muy fuerte. Hay que ver cómo harán los productores para sortear un contexto de menor producción con retenciones que han aumentado e insumos dolarizados", señaló.
El experto de AgriTrend mencionó, además, como un aspecto sumamente relevante que el 2019 era considerado un año "neutro". Es decir, intermedio entre los fenómenos de "El Niño" y "La Niña", pero las previsiones dan cuenta de un rápido ingreso en la segunda fase. Justamente "La Niña" viene siempre acompañada de largos períodos de sequía.
"Si ocurre como muchos ya prevén, vamos a tener dos momentos de sequía. Y el 2020 se volverá más complejo. Se dará un escenario que, a partir del contexto que enfrentan los productores, generará mucho quebranto si no hay modificaciones en determinadas políticas", expresó.
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En esa dirección, López anticipó que las dificultades se harán más evidentes para los arrendatarios, que además de la menor producción deben cubrir el alquiler de la tierra y el desembolso de insumos como los fertilizantes, que cotizan en moneda estadounidense.
Más allá del tema climático, todavía está en debate el efecto que tendría una suba de las retenciones en los términos que plantea la Ley de Emergencia, que eleva la alícuota para la soja al 33%. Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estiman que el área de siembra de la campaña 2020/21 caería en 850.000 hectáreas y la producción disminuiría unos 4,2 millones de toneladas si efectivamente se elevan los derechos de exportación.
Rentabilidad, en picada
El problema climático era el último condimento que le faltaba al campo para planificar un 2020 complejo. Las retenciones ya están en un nivel de 30% para la soja y de 12% para trigo, maíz y girasol, aunque la aprobación de la ley de emergencia económica habilita la posibilidad de que esas retenciones sean incrementadas en otros tres puntos adicionales.
Además, la perspectiva de rentabilidad se achica si se considera que el tipo de cambio tiende a apreciarse, por su congelamiento en torno de $63 mientras la inflación continúa en ritmos cercanos al 4% mensual.
El tema causa creciente inquietud entre las agremiaciones de productores, que no ocultan el malestar.
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Por lo pronto, con este nivel de dólar y con la aplicación de los nuevos impuestos en forma de retenciones a la exportación, hay actividades del campo argentino que alegan estar otra vez al borde de no ser rentables.
En tanto, ejercicios de simulación sobre rentabilidad muestran que una hectárea de soja en la zona núcleo de Buenos Aires tendría un costo operativo de 602 dólares en un campo alquilado, y que ese costo ascendería a 860 con los costos de comercialización y los impuestos. Como contrapartida, el ingreso sería de 825 dólares, lo cual arroja un quebranto de 35 dólares por hectárea para el cultivo estrella del campo argentino.
En paralelo, desde la Federación de Acopiadores de Granos también alertan por los efectos que tendría la suba de las retenciones sobre los productores.
Según la organización, los derechos de exportación "reducen los márgenes brutos en aproximadamente 120 dólares por hectárea (-46%) para el maíz, u$s84 por hectárea (-36%) para la soja y u$s50 por hectárea (-23%) para el trigo. Para un productor de 1.000 toneladas de maíz cuyo ingreso bruto anual (antes de pagar arrendamientos o retribución al factor tierra) es de aproximadamente $1.800.000 antes de las medidas, el margen queda reducido a $972.000", indican.
"Con las alícuotas establecidas por el Decreto 37/2019, tanto soja como trigo y maíz ven seriamente comprometida su rentabilidad a medida que nos alejamos de la zona núcleo. Sin embargo, el impacto de las alícuotas parece ser mayor en trigo y maíz, que tienen un valor por tonelada más bajo y por lo tanto sufren en mayor medida el peso de los costos logísticos, además de mayores costos de implantación", agregan desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
"En gran parte de las regiones, deberán conseguirse para estos productos rendimientos relativamente altos, en un año poco favorable desde el punto de vista climático, para cubrir los costos y alcanzar una rentabilidad positiva. En resumen, bajo este escenario apenas el 18% del área sembrada con trigo a nivel nacional tendría una probabilidad mayor a 50% de cubrir costos durante esta campaña, llegando al 40,5% y 72% en maíz y soja, respectivamente", completan los expertos de la entidad.
"El incremento de las alícuotas de derechos de exportación implementadas a través del decreto 37/2019 se da en un contexto de vulnerabilidad para la producción agropecuaria. Los márgenes agrícolas son ajustados y las perspectivas climáticas no son favorables", añaden desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.