VIDEO | Escandaloso recital de Luis Miguel en Córdoba: ¿qué pasó con el show?
El cantante mexicano Luis Miguel no terminó de la mejor manera su gira por la Argentina, porque interrumpió su último show debido a la lluvia. El artista se presentó el jueves en la ciudad de Córdoba, en el estadio Juan Domingo Perón, sede del club Instituto Atlético Central Córdoba.
Salió al escenario a las 21.45 y comenzó a entonar sus éxitos bajo el agua. Poco más de una hora después -a las 22.50- dio por finalizado el concierto, sorprendiendo así a los 18 mil espectadores que lo esperaban.
Al igual que sus presentaciones en el Campo Argentino de Polo, en Buenos Aires, el recital de Córdoba estaba programado para realizarse en cinco tandas. Sin embargo, hubo solo tres, sumado a un cambio de vestuario de Luis Miguel, por el cual estuvo siete minutos fuera del escenario.
En total, el cantante mexicano dio un show de una hora y 10 minutos con un intervalo y varios cortes en el medio (con lo cual fueron 50 minutos netos de show) en medio de una llovizna tenue pero persistente.
Mientras un asistente le sostenía un paraguas y lo seguía a todas partes, Luis Miguel saludó al público y se retiró sin decir palabra alguna. Desde el público comenzó una fuerte silbatina y hasta insultos hacia el mexicano, además de pedidos para que devuelvan el dinero de la entrada.
Tomándoselo más en broma, algunas espectadoras descorazonadas empezaron a cantar al grito de Ricky Martin, Cristian Castro y hasta nuestro Ulises Bueno. Desde la producción del show afirmaron que fue una decisión unilateral e intempestiva del cantante, aparentemente enfadado por la lluvia.
Acusan a Luis Miguel por estafa
Los espectadores consultados por medios locales dijeron que el show "fue una estafa". Los fans del intérprete de éxitos como Suave y Si tú te atreves habían esperado varias horas bajo la lluvia para ver a su ídolo.
A cinco años de su último paso por Córdoba, en febrero de 2019 y en el desaparecido estadio Orfeo Superdomo, el artista mexicano tenía todo para ratificar lo anticipado en sus tres recientes actuaciones en Buenos Aires: que a sus 53 años vive uno de los mejores momentos de su carrera.
El comienzo del recital fue con Será que no me amas y Amor, amor, amor, que mostraron al cantante algo incómodo con su monitoreo pero con el oficio de un entretenedor imbatible, respaldado además por un ensamble de lujo.
Con grandes momentos como Suave, Dame y Culpable o no, Hasta que me olvides, el primer fragmento del show confirmó las credenciales de una banda a la altura de Luis Miguel. Luego Por debajo de la mesa y No sé tú, se produjo un intervalo en el que, aparentemente, se ajustaron cuestiones técnicas y se secó el escenario mojado ante la llovizna persistente.
Algunos minutos más tarde el mexicano reapareció en escena y su sonrisa volvió a encandilar. Todo parecía resuelto pero tras La incondicional, llegó el momento más desconcertante del show. Uno de los asistentes personales/guardias que acompaña al popstar se acercó con un paraguas y no se despegó del cantante.
La tormenta, el personal seguridad y el paraguas secundaron al cantante en una seguidilla bailable que incluyó Ahora te puedes marchar, La chica del bikini azul y Cuando calienta el sol. Hubo mezcla de risas y sorpresa por esa imagen de divo en su máxima expresión, pero lo que nadie esperaba es que esa fuera la despedida definitiva de un concierto que no alcanzó los 50 minutos de duración.
Ante un público incrédulo, el astro y sus 13 músicos se despidieron entre gestos tímidos hacia la platea y en medio de un clima de incertidumbre que rápidamente se convirtió en indignación. A las 22.55, el show de Luis Miguel en Córdoba ya era historia.
Las luces del estadio prendidas vieron el inicio de la lenta peregrinación a casa, que se produjo entre quejas y un descontento general cada vez más marcado. Podría haber sido una noche inolvidable por más de una razón, pero lo cierto es que será un recuerdo amargo para miles de personas que vieron cómo el sol se apagó ante la lluvia. Y no, esta vez no hay fenómeno meteorológico al que se le pueda echar la culpa.