Edenor está a punto de cerrar la compra de la inmobiliaria de Carlos De Narváez
Edenor, la distribuidora de electricidad más importante del país, se queda con una desarrolladora de real estate actualmente propiedad del empresario Carlos De Narváez.
Se trata de la sociedad Ribera Desarrollos, cuyo mayor activo es el mega complejo inmobiliario conocido como Al Río, y ubicado a metros de la intersección de las avenidas General Paz y Del Libertador, en la localidad bonaerense de Vicente López.
En realidad, se trata de una operación enmarcada en el concurso preventivo en el que se encuentra la firma de De Narváez desde hace por lo menos 10 meses ante ante la imposibilidad de cumplir sus obligaciones financieras.
En ese contexto, la distribuidora propiedad del grupo Pampa Energía, controlado a su vez por el empresario Marcelo Mindlin, está a punto de concretar la compra a partir de negociaciones que involucran la deuda contraída por Ribera Desarrollos.
Desde Edenor enfatizaron que desmienten totalmente la operación. Ocurre que desde el departamento de relaciones institucionales de la energética señalan que la operación no puede hacerse por un impedimento regulatorio, dado que el objeto social de la empresa es exclusivamente la distribución de energía.
No obstante, fuentes cercanas a las negociones dijeron a iProfesional que las conversaciones entre las partes existen y que el acuerdo es prácticamente un hecho.
Si bien no están claras ni las razones ni el monto involucrado en el deal, iProfesional pudo saber que el acuerdo tendría el visto bueno del resto de los acreedores involucrados en el proceso concursal.
El grupo del hermano de Francisco de Narváez viene negociando la reestructuración de su pasivo desde febrero pasado mediante propuestas para poder hacer frente a una deuda que asciende a u$s90 millones.
Entre los acreedores figuran casi todos los bancos más importantes de la City porteña, además de varias empresas, proveedores, inversores y propietarios de dos torres que la empresa vendió pero que no construyó nunca. Por caso, los bancos Patagonia, HSBC e Hipotecario, que fueron inversores del emprendimiento Al Río.
En el caso de la entidad del grupo IRSA, tiene una hipoteca de $290 millones sobre dos torres que ya se construyeron en el emprendimiento. Se trata de las torres 1 y 2 para las cuales Ribera Desarrollo recibió un préstamo del Hipotecario que fue, precisamente, hipotecado con los títulos de propiedad de las viviendas de ambos edificios. Si bien el banco corre riesgos mínimos de incobrabilidad, es posible que también este préstamo sea incluido en el proceso de reestructuración. De todos modos, los dueños o futuros dueños de las propiedades no deberían sufrir problemas ni tendrían ninguna clase de deuda con el banco.
Otro importante acreedor es Edenor, que pagó u$s50 millones a De Narváez para la construcción de un edificio al que se iba a trasladar la sede de la empresa pero que nunca se concretó.
En ese contexto se vienen llevando a cabo negociaciones bajo el paraguas del juzgado en lo Comercial 12 de la Ciudad de Buenos Aires, donde quedó radicado el concurso preventivo de Ribera Desarrollos.
La sociedad es la desarrolladora del completo Al Río, que se compone por 16 hectáreas frente al Río de la Plata, en Vicente López, donde se crearon varias parcelas con diferentes proyectos como edificios para viviendas, oficinas, locales comerciales y un supermercado.
Aún restan construir unos 80.000 metros de un millonario proyecto para levantar un mega emprendimiento en un terreno de 16 hectáreas en donde se instalaron por ahora desde edificios para residencia, oficinas, bancos, locales comerciales y la sede del diario La Nación, todo junto al predio del supermercado Carrefour.
El máster plan contempla también un centro comercial, dos torres de oficinas en el lado norte y sur del predio, además de locales para pymes y residencias de lujo.
En medio de un escenario negativo para el sector por la suba de costos, altas tasas de interés, caída de las ventas y la devaluación, De Narvaéz salió a buscar inversores para cumplir con lo que resta del emprendimiento.
Lo hizo de la mano de la consultora First Capital que comandan Miguel Arrigoni y José Luis Garófalo, quienes le acercaron un acuerdo con el grupo Portland que terminó en un fracaso a pesar de la promesa del fondo inversor de inyectar alrededor de u$s40 millones de manera inmediata al proyecto y reflotar inversiones mayores por u$s800.
La situación derivó en la presentación judicial de Ribera Desarrollos, al no contar con fondos frescos para continuar con la obra y al quedar la empresa descalzada financieramente y sin chances de acudir a nuevos créditos ni a la emisión de Obligaciones Negociables (ON) que le permitan sostener la iniciativa.
De hecho, también sufrió la marcha atrás del lanzamiento de una serie de este tipo de títulos que había preparado uno de los mayores bancos locales que luego desistió de avanzar por la situación del país.
Con ese dinero, De Narváez iba a cubrir su problema de endeudamiento y al no poder concretarse, profundizó la situación de inestabilidad de Ribera Desarrollos que se había quedado sin flujo de fondos y llevó a su dueño a pedir asistencia judicial para intentar reestructurar el pasivo y sanear las cuentas.