Hay luz al final del túnel: por qué los expertos creen que el mundo post pandemia traerá oportunidades
¿Es posible diseñar el futuro en un presente tan incierto como el que atraviesa el mundo con la pandemia del coronavirus? La respuesta es sí, aunque cueste creerlo. Y va más allá de si se transita o no un tiempo de zozobra. Trabajar para el futuro exige hacerlo en el presente, con los datos y los indicios que arroja el presente. Es lo que permite diseñar diversos escenarios para que, a medida que se alcanza ese futuro, estemos lo mejor preparados que se pueda.
Los datos de estos días dicen que el Gobierno argentino cerró el acuerdo con los acreedores, que el comercio exterior de América latina se reducirá 23%, y que el PBI mundial caerá más de 5% al cierre de este año, según datos oficiales de la CEPAL y del Banco Mundial respectivamente. A partir de ellos se desprenden miles de otros indicadores sobre cada región, cada país y cada sector en particular. Entonces, es inevitable la repregunta: ¿es posible diseñar el futuro cuando los datos del presente son tan dramáticos?
La respuesta vuelve a ser sí. Y hasta con luz al final del túnel, sin que sea el tren que viene de frente.
"Sí, se puede trabajar en el futuro. El Instituto del Futuro (IFTF) viene trabajando hace 70 años en este tema. Y consiste en contar con una metodología sobe algo que se pueda construir. Cualquiera la puede usar para tener su visión de futuro y que esté en relación con la realidad", dijo a iProfesional Enrique Cortés Funes, autor del libro Extendidos, junto a Alejandro Repetto.
El diseño de futuros aplica a todo, según esta primera definición. Es decir, a la puesta en marcha de un emprendimiento, al devenir de una empresa, a la vida profesional y personal de todo ser humano que apueste a encaminar sus proyectos bajo esta metodología.
¿Cuál es la idea de tener una visión de futuro? "Anticipando qué rol quiere tener yo en ese futuro", enfatizó Cortés Funes.
Para llegar a ese futuro deseado el trabajo se focaliza en el presente. Puede que esta idea se emparente con algunas posturas más espirituales y/o místicas sobre el ser humano, pero el ejecutivo aseguró que estos principios acompañados por los datos y las señales permiten crear acciones actuales que modifiquen el presente y mejoren el futuro.
"Esos datos y señales actuales son capaces de romper paradigmas y construir escenarios futuros", aseguró el también emprendedor y estudioso de los mecanismos de cooperación entre humanos y máquinas. Para encarar un proceso de este tipo se deben aplicar técnicas y un régimen de prácticas. Porque hay muchos futuros posibles.
En un país donde las decisiones en materia política suelen tomarse para el corto plazo, y en muy pocas oportunidades para el mediano y el largo plazo, la propuesta que encara Cortés Funes, que es representante del IFTF en la Argentina, resulta transgresora.
Porque la tarea consiste en poner la mirada hacia adelante pero sin dejar de mirar 30 años hacia atrás. Esa perspectiva de diseñar un futuro con el espejo retrovisor es lo que permite no sólo tener un panorama más optimista para los nuevos horizontes sino también la posibilidad de no repetir errores.
Desfiles sin modelos, raves en autos por el aislamiento que impuso el coronavirus, recetas de medicamentos online son algunas de las señales de este tiempo que, tal vez, puestas en diversos horizontes futuros pueden comenzar a dar nuevas respuestas.
Trabajos y futuro
"Estamos en una época en donde se habla todo el tiempo de los trabajos que se perderán por efecto de la mayor automatización y digitalización de los procesos. Pero eso no es del todo cierto. Porque cuando mirás 100 años para atrás, ¿qué pasó con los trabajos, se perdieron o se transformaron?", cuestionó el también llamado explorador de futuros alternativos.
Y ejemplificó. Los community managers de las compañías bien pueden ser la evolución de los libros de quejas, y así hay otros ejemplos que pueden explicar más que una desaparición de viejos empleos, una transformación. Porque, dicho sea de paso, la transformación digital que experimentamos como sociedad alude a una manera nueva de hacer las cosas, donde la tecnología es el nuevo soporte. En función de ella es como se diseñan los nuevos trabajos y, posiblemente, esas señales permitirán dar pistas para imaginar los futuros.
"Plantear que vienen tantos cambios genera una ansiedad tan fuerte que no tiene sentido. No creo que la inteligencia artificial vaya a remplazar a los humanos. Esta idea de plantear el futuro en negro genera ansiedad", agregó.
Thomas Friedman, en su libro "Gracias por llegar tarde" plantea, tajante, en uno de sus capítulos: "Los robots no están destinados a quitarnos todos los trabajos. Eso solo ocurrirá si se lo permitimos, si no aceleramos la innovación en las áreas de lo laboral, educación y las start ups, si no reimaginamos toda la cinta transportadora que va de educación a trabajo, pasando por formación de por vida".
Los números son preocupantes, especialmente en el contexto de la pandemia. Aun así es necesario encontrar soluciones y eso puede lograrse a partir de esos escenarios a crear hacia adelante. Con acción y tomando como base indicios y señales de cosas que están ocurriendo, más allá de los datos.
Para Cortés Funes la pandemia plantea cuatro o cinco escenarios diferentes que resulta mucho mejor que tener sólo dos. Escenarios sobre los que ya había señales antes del covid-19 y que anticipaban la nueva normalidad a la que arribaremos en algún momento.
"Entre las consecuencias de la pandemia se anticipan economías más cerradas, aeropuertos cerrados. Pero antes, en 2019, ya habían señales de economías más cerradas a partir de las decisiones que tomaron Donald Trump o Jair Bolsonaro (los presidentes de Estados Unidos y Brasil, respectivamente) y hay que diferenciar entre una señal con una tendencia que se estaba registrando. En paralelo, hace cinco años nadie quería escuchar sobre IA y hoy sí. Y los diseños de futuros ayudan a vislumbrar si una tendencia tiene posibilidad de ser realidad o no", subrayó.
Esa lectura de tendencias y señales es lo que permite tomar un posicionamiento y plantear una estrategia ante el futuro. Una vez más: Metodología que aplica a tanto a las dimensiones corporativas y profesionales, como a las personales.
Largo plazo sí o sí
"La pregunta es ¿qué quiero en 2040? La metodología servirá para cada una de estas dimensiones. Es necesario pensar en lo que incomoda, pero para llegar a esa respuesta es necesario hacer una buena pregunta porque es la que permitirá obtener muchas respuestas de parte de muchas personas", enfatizó.
En función de esa pregunta hay que estudiar las tendencias existentes y ver las señales. Es el modo de vislumbrar hechos del futuro o, en otras palabras, la construcción entre algo que existe o que podría existir.
Para el emprendedor, este es el modo en que se genera la expansión de hechos futuros. Cuando eso ocurre es posible escribir los escenarios posibles con una metodología para cada caso y, así, comenzar a trabajar en ese o en esos futuros. Cada uno de ellos tendrá una estrategia diferente. Y siempre habrá que tener en cuenta que mientras las tendencias hablan del pasado las señales hablan del futuro.
"El problema de América latina es que no piensa en el largo plazo. Sólo se sale de la coyuntura pensando en el futuro. Es cierto que tenemos que pagar las cuentas mañana pero eso también implica aplicar una metodología, dedicarle tiempo a eso, porque correr esa línea es apuntar a la economía de los intangibles", indicó.
Sólo por tomar un ejemplo más del libro de Friedman. Si hoy vivimos en un mundo bajo demanda: video, música, software, oficinas, turismo, seguros, ¿por qué no pensar que la formación, otros trabajos, otros servicios también puedan ser ofrecidos bajo demanda? ¿Acaso podrían pensarse esos escenarios futuros bajo estas premisas que hoy son conocidas y usadas de manera masiva?
La respuesta vuelve a ser sí. Pensar en el futuro se vincula con distribuir el tiempo. "Si estás 100% en la coyuntura no se puede pensar hacia adelante, en tener perspectiva", detalló.
Para encarar un trabajo en ese sentido es necesario considerar tres dimensiones. En primer lugar, tener en cuenta que estamos inmersos en la globalización, por ende, es necesario tener una mirada global. Luego, trascender lo temporal y ampliar la dimensión para lo que viene incluyendo tiempo para descansar. En tercer lugar, trascender el cortoplacismo que, por ejemplo, ejerce la política que no mira más allá de seis meses. El desafío pasa por tomar decisiones a cinco, 10 o 15 años. "Si miro a 2050 las decisiones se toman ahora", enfatizó Cortés Funes.
Para el emprendedor, aun cuando los datos actuales no son halagüeños es posible ser optimista porque cuando hay riesgos de supervivencia es cuando hay más permeabilidad a pensar de otro modo. Por eso el diseño de futuros se vincula tanto con lo humano.
"Es un buen momento pero no siempre se pueden plantear cambios de manera ordenada. La idea de zafar no está buena. El secreto es anticiparse a las amenazas y a las oportunidades que surgen para aprovecharlas. En cada escenario que se diseñe habrá ganadores y perdedores. Hoy el sector de alimentos puede ser uno de los ganadores de la pandemia pero cuando se es ganador también hay que entender que las cosas duran un tiempo y que es necesario renovarse e innovar de manera constante", concluyó.