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Primera "ví­ctima" de las paritarias al 15%: el consumo, descartado como motor de la economí­a

Primera "ví­ctima" de paritarias al 15%: el consumo, descartado como motor de la economí­a en 2018
18/01/2018 - 11:09hs
Primera "ví­ctima" de las paritarias al 15%: el consumo, descartado como motor de la economí­a

El Gobierno terminó el 2017 convencido de que el cambio en la meta de inflación (15% para 2018) iba a servir para descomprimir tensiones y dar credibilidad a particulares y empresas.

Pero no será tan así­. De hecho, el macrismo arrancó el año con un grave problema: nadie cree que se cumplirá la expectativa oficial.

Así­, los acuerdos por salarios se han convertido en la inminente gran batalla polí­tica del Ejecutivo, y los resultados tendrán que ser leí­dos en clave polí­tica: según lo que suceda, puede salir más fortalecido o muy debilitado.

Este tema es seguido de cerca por funcionarios, Banco Central, dirigentes oficialistas y opositores. Y también por el "mercado", ya que los operadores creen que en estas negociaciones el Gobierno se juega la credibilidad de la nueva pauta inflacionaria.

Paradójicamente, fue justo el "dí­a de los inocentes" cuando Marcos Peña y los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo, junto a Federico Sturzenegger, corrigieron la meta inflacionaria llevándola de entre 8% y 12% al 15% para 2018.

Con esa modificación, apuntaron a cumplimentar un doble propósito: hacer creí­ble la nueva estimación, por un lado, y propiciar un "ancla" sobre la pauta salarial, por otro.

La estrategia hubiese funcionado si el 15% gozaba de aceptación. Pero no fue así­, ya que en pocos dí­as esa cifra perdió credibilidad.

Para peor, la medición del INDEC diciembre -una inflación del 3,1%- pareció enterrar ese cálculo.

Incluso, antes de que salga a luz ese dato, el relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central hizo referencia a un 17,4% para 2018, mientras que varias de las consultoras más importantes ya hablan de un í­ndice anual en torno del 20%.

Recién se transita el primer mes del año. Y la aceleración de los precios que trajo la revisión tarifaria, entre otros factores, llega en un mal momento para los funcionarios.

En este marco, en el que ni el dólar ni las tarifas oficiarán de "ancla" para frenar la inflación, el Gobierno dejó trascender que busca ponerle un lí­mite al incremento de los salarios.

La idea, polémica por cierto, radica en que sean los sueldos los que hagan las veces de "ancla". Y, con ese objetivo en mente, varios ministros ya han salido públicamente a "topear" los futuros aumentos.

Dujovne, antes de redefinir la meta 2018, planteó que las remuneraciones tendrí­an que subir lo mismo que la inflación esperada por las consultoras.

Su colega de Trabajo, Jorge Triaca, propuso una mejora promedio del 15%, en lí­nea con el í­ndice de suba de precios previsto por el equipo económico. "Se trata de una estimación realista y certera", asegura el funcionario.

Primera ví­ctima

Siempre que se busca un "ancla", aparece algún rubro o sector damnificado.

- Cuando las tarifas congeladas cumplieron ese rol, se hizo evidente la falta de inversiones, que derivó en una crisis energética de proporciones.

- Luego fue el turno del dólar, que dio lugar al atraso cambiario y que afectó seriamente a las economí­as regionales.

- Ahora, todo indica que es el turno de los salarios, y el "candidato" que se perfila como gran ví­ctima del anclaje es el consumo.

El dato cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que esta variable puede llegar a representa el 75% del PBI, según cálculos de Eduardo Fracchia y Carlos Belloni, del Instituto Argentino de Economí­a (IAE).

"El consumo no va a ser el motor de la economí­a argentina", asegura Miguel Bein.

En general, los analistas ven un 2018 partido en dos: un primer semestre más complicado por los aumentos de bienes y servicios (que harán mella en el poder adquisitivo) y una segunda parte en la que el nivel de compras puede mejorar, aunque no mucho.

Para Guillermo Oliveto, director de Consultora W, el consumo puede incrementarse 1% en el año, pero siempre que el paí­s logre crecer un 3%.

Para Damián Di Pace, director de Focus Market, el ritmo consumista será fluctuante y dependerá básicamente de las paritarias: "Lo que está claro es que no va a haber una explosión en 2018", afirma.

Para peor, se viene de un 2017 en que el consumo masivo registró un retroceso del 1%, pese a la mejora que se habí­a evidenciado en los últimos meses.

De acuerdo con la consultora especializada Kantar WorldPanel, diciembre no logró sostener el repunte de los meses anteriores y tiró hacia abajo el registro global del año.

La consultora ACM acerca una explicación a la caí­da: el poder adquisitivo de los argentinos todaví­a se encuentra 3,2% por debajo del registro de 2015.

"El comportamiento del consumo lleva a iniciar el año con un arrastre bajo, con expectativas no mayores al 1% de crecimiento para el primer semestre", advierte Federico Filipponi Director Comercial de Kantar Worldpanel.

Referente gremial, se busca

Con respecto a la discusión paritaria, Mauricio Macri no se aleja de lo que en su momento intentaron Néstor y Cristina Kirchner.

Cada uno apuntó a tener un aliado. El primero centró su estrategia de contención salarial en Hugo Moyano.

Cristina Kirchner, tras distanciarse del lí­der camionero, optó por otros gremialistas y eligió a Antonio Caló (UOM) como su principal referente.

Macri todaví­a está buscando quién puede cumplir con ese rol. Con Moyano los puentes están rotos, en medio de inspecciones judiciales y de la AFIP que buscan determinar el verdadero patrimonio del lí­der sindical.

Ya con varios gremialistas tras las rejas (Juan Pablo "Pata" Medina, Omar "Caballo" Suárez y Marcelo Balcedo), algunos creen que su estrategia se centra en el debilitamiento de varios dirigentes.

Desde que asumió, mantuvo buenos lazos con el triunvirato de la CGT. El problema es que sus lí­deres se han visto desacreditados luego de varios traspiés. El último: la fracasada negociación por la reforma laboral.

Para Macri, Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña quedaron con su poder demasiado "limado" como para ser tomados como referentes en las próximas negociaciones salariales.

En Casa Rosada saben que gran parte de la suerte del plan antiinflacionario dependerá de las paritarias, que ya están a la vuelta de la esquina.

Al punto que Dujovne y Triaca asumieron este tema como prioritario. Por el lado del BCRA, Sturzenegger cruza los dedos para que los incrementos pactados no le metan más presión al alza de los precios.

Sobre este punto no hay grietas ni discusión: tanto para el "ala polí­tica" como para el banquero central, las subas no tienen que superar el 15%.

El Gobierno teme que, de no ser así­, las expectativas inflacionarias crecerán todaví­a más.

Pero claro, del otro lado del mostrador están los gremios fuertes (que en definitiva son los referentes para el resto), que no tardaron en salir a repudiar la posición oficial.

El rechazo más sonoro vino por el lado de los docentes de la provincia de Buenos Aires: "Si el ofrecimiento fuera del 15% o 16% lo rechazarí­amos de plano", anticipa Roberto Baradel, secretario general del Suteba.

La relación entre el Gobierno y CTERA -principal gremio docente- se agravó luego de que el primero modificara por decreto la composición de la mesa nacional en la que se discute el convenio marco de la actividad.

A raí­z de ello, gremios docentes advirtieron que elevarán sus reclamos ante la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Apretar el gatillo

La cláusula gatillo es bien vista por los sindicatos, ya que les sirve para resguardar el poder adquisitivo: si los precios suben más que los sueldos, las partes acuerdan pagar la diferencia.

Esto no es poco, en el marco de una inflación que escaló al 24,8% el año pasado y con la expectativa de que se ubique entre 17% y 20% en 2018.

Por lo pronto, alimentación, comercio, bancarios, construcción, encargados de edificios, gastronómicos, gráficos, petroleros, sanidad, transporte y vestido, ya abordaron esta posibilidad.

Uno de los primeros en echar mano a la "cláusula gatillo" fue quien ahora aparece como un posible caso testigo: el de los bancarios, que en las próximas semanas intentará rubricar el convenio para 2018.

La última vez, lo pactado por este sector provocó en el Gobierno una crisis de tal magnitud que derivó en la salida de Carlos Melconian del Banco Nación.

Su renuncia fue a raí­z de la "mano blanda" con la que actuó frente al reclamo de La Bancaria. Es por eso que el Ejecutivo ahora quiere que el techo salarial del 15% se aplique para esta rama de actividad.

Junto con los bancarios, los empleados de comercio también lograron que se gatille la cláusula por inflación: los salarios aumentarán 6% en forma adicional al 19% acordado originalmente (tres cuotas de 2% cada una en enero, febrero y marzo)

Los aeronáuticos, en tanto, ya consensuaron un 17% para este año, sin cláusula gatillo pero con mejoras adicionales no remunerativas. El Gobierno jugó un rol clave en su rol de empleador en Aerolí­neas y en la empresa InterCargo.

Todos están a la espera del desarrollo de las paritarias. Los asalariados, para ver cómo evolucionará el poder adquisitivo. El Gobierno, porque necesita a los sueldos como la nueva "ancla" que frene una inflación difí­cil de domar.