Los empleados tóxicos existen y generan serios problemas en una empresa: ¿cómo detectarlos?
Harvard Business School llevó a cabo un estudio para averiguar cuánto le cuesta a una empresa un empleado tóxico o cuánto puede ahorrarse al despedir o declinar la contratación de una persona de este tipo.
Del mismo se desprende que los buenos trabajadores que brindan un rendimiento constante y cuentan con los valores deseados por la compañía implican un ahorro medio de 5.300 dólares a la empresa, mientras que evitar a un trabajador tóxico o dejarlo marchar rápidamente, significa un ahorro de 12.500 dólares. Como contrapartida, la presencia de alguien así no solo perjudica a la economía de la empresa, sino también a las relaciones entre compañeros o a la atmósfera laboral.
El primer paso: detectarlos
Para Guillermo Miguenz, psicólogo social y comunicador social, se desempeña en las Divisiones Formativas Quilmes y en la Consultora Dinamo, este es un tópico que se hace presente en toda grupalidad. Primero, es importante saber qué es un empleado tóxico. "Tiene que ver con alguien negativo, pesimista, envidioso, mentiroso, todas conductas que lo que generan es sabotear el trabajo", plantea.
El especialista explica que todas las grupalidades tienen dos vías importantes para que funcione. Por un lado, la tarea, lo que hay que hacer. Por otro, algo que se llama mutua representación interna, es decir, cómo se lleva el equipo, las relaciones entre pares, cómo se conoce uno con otro. "El tóxico obstaculiza esa parte", dice Miguenz. "Y cuando ese riel no está funcionando, cuesta llevar adelante la tarea. Ambos rieles deben funcionar".
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El Dr Marcelo Suárez (MN 73796) especialista en Medicina Interna y Conductas Saludables, frente a la pregunta de cómo detectar un empleado tóxico, "la respuesta se resume considerando los siguientes aspectos: información, concentración, actitud y acción. "Si un empleado no cumple con estos requisitos, relacionados con la tarea asignada, claramente no sirve para ese puesto o ese sector", asegura.
En sintonía con lo anterior, Harry Campos Cervera, médico especialista en Psiquiatría UBA y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), expone: "Un empleado es tóxico cuando enrarece la realización de los trabajos en equipo y eso dificulta el rendimiento colectivo". Y agrega: "Hay de distintos tipos. Además del problemático, el que hace de mártir y se sacrifica hasta cualquier hora también es tóxico porque genera problemas con el resto. El muy sociable también puede ser un obstáculo. Y luego están los psicopáticos, que suelen acosar a sus compañeros. También está el renegado, el que siempre está protestando por lo que ocurre".
Por último, una persona que solo piensa en sí misma y no en los demás; aquella con excesivo nivel de confianza; y quienes anteponen las reglas a todo, también son seres tóxicos para una organización.
El impacto en la empresa y en el resto de los empleados
¿Qué sucede si hay alguien que siempre se está quejando de todo, le gusta crear rumores y jamás quiere apoyar? Según el Dr Suárez esta situación impide que se cumplan los objetivos de producción empresarial y se genera un clima complicado entre los colaboradores. "El estrés tóxico transmitido por un compañero es imposible de evitar con la consecuente merma laboral global", destaca.
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De acuerdo con el estudio de Harvard Business School mencionado anteriormente, los empleados sometidos a actitudes incivilizadas en el lugar de trabajo suelen soltar notablemente los vínculos con su vida laboral, sintiéndose más desconectados de la empresa:
- El 38% de los trabajadores disminuyó intencionadamente la calidad de su trabajo
- 25% de los empleados que habían sido tratados con descortesía admitieron haber frustrado a sus clientes
- 12% dejó sus trabajos debido a un trato negativo
- 80% de los empleados perdió tiempo de trabajo preocupándose por la rudeza y las malas maneras de su compañero tóxico
- 78% dijo que su compromiso con la organización disminuyó ante la presencia de comportamientos tóxicos
- 66% reconoció que su desempeño y productividad disminuyeron.
¿Cómo saber si soy un empleado tóxico?
Para Miguenz puede pasar que uno sea tóxico y no lo sepa. "Solemos entrar mucho en la queja y eso es tóxico. Cada vez que tenemos una actividad nueva, reactivamos, reaccionamos mal. La idea es pasar a proactividad".
Para detectar si efectivamente uno es tóxico, un buen método puede ser la Ventana de Johari y sus cuatro cuadrantes, una potente herramienta de psicología cognitiva a través de la cual se puede hacer un autoanálisis.
Aquí, lo que se hace es preguntar a los demás cómo lo ven en el trabajo para revelar actitudes difíciles que no se había percatado.
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Siguiente desafío: neutralizarlo
Lo primero que hay que hacer para neutralizar al empleado tóxico es detectar su perfil. Luego, dice Harry Campos Cervera, "una forma de neutralizarlo es que vaya notando y teniendo retorno de lo que hace. Es importante que reciba capacitación para ver si se motiva con el esquema de trabajo de la empresa. Por último, los estímulos y límites cuando sea necesario son un método que suele implementarse".
Marcelo Suárez agrega que deberían preguntarle qué le está pasando y proponerle un plan de ayuda. De acuerdo a su respuesta, "proceder a contactarlo con el profesional pertinente, y muy probablemente también, se lo separará definitiva o transitoriamente del grupo de trabajo hasta su mejoría, que podría estar dada solo con un cambio de tareas o sector".
Según el especialista, todos necesitamos que nuestro equilibrio físico, social, espiritual y psíquico esté sustentado en seis conductas: alimentación, hidratación, descanso, pensamientos positivos, respiración consciente y ejercicio. De esa forma, destaca, "nos aseguramos de desarrollar nuestro mejor perfil, lo que minimizaría nuestros errores de elección laboral y nuestra actitud frente al rol que nos toque ejercer".
Miguenz complementa esta idea. "Para neutralizar un empleado tóxico la comunicación cumple un rol clave. A través de la pregunta se pueden plantear otras posibilidades, comienza a darse una sensación de alivio y es posible pasar a la etapa de proactividad de la que hablaba anteriormente".
Por último, y no menos relevante, dice Harry Campos Cervera, hay que concebir a la empresa como un sistema en el que los elementos se relacionan entre sí por lo que la toxicidad también se vincula con cuál y cómo es la interacción con la patronal. En este sentido, concluye, "es importante que desde la empresa se generen estímulos y motivaciones para evitar este tipo de perfiles al interior de la organización".