En Wall Street sonaron los teléfonos tras la marcha de Moyano: inversores dudan sobre viabilidad del plan económico
Del otro lado de la línea, el analista de uno de los principales bancos de Wall Street debió interrumpir el diálogo cuatro veces.
Su teléfono fijo, insistente, comenzó a sonar cuando, por televisión, se reflejaba la multitudinaria marcha convocada por Hugo Moyano.
Una situación similar vivió otro economista, un argentino que desde hace años trabaja en un fondo de inversión americano especializado en mercados "de frontera", como el argentino.
En todos los casos, de acuerdo con el relato de estos analistas, la inquietud que le transmitían los inversores se circunscribía a un tema: qué dimensión política debían asignarle a la movilización.
Para esos financistas, la pregunta del millón es si la marcha del 21-F funcionará como una especie de trampolín hacia una reunificación del peronismo.
A los ojos de Wall Street, con una actividad económica que se ha tornado más espesa, la manifestación de Moyano y sus aliados pone bajo prueba la hoja de ruta que se trazó el Gobierno.
Las principales dudas apuntan a si Macri, a pesar de haberse impuesto en las elecciones, tendrá la autoridad política suficiente como para impulsar su programa de reformas y, especialmente, para llevar a cabo las duras políticas de ajuste fiscal.
Precisamente, esas políticas de ajuste en las cuentas del Estado son las que los propios inversores le están reclamando como condición para "hundir" su capital en el país.
Para un extranjero no familiarizado con la cultura política argentina, situaciones violentas -como la de diciembre en las inmediaciones del Congreso- o la conflictividad sindical con agitación callejera, abren un interrogante sobre la viabilidad de ejecutar un programa económico "market friendly".
"Hasta ahora, el Presidente supo arreglárselas para imponer su agenda. Ganó las últimas elecciones con claridad y todos esperamos que ponga en línea a la economía", señala este analista desde Nueva York.
No obstante, aclara: "Como eso no sucede y las inversiones se demoran, entonces cada movimiento político debe ser analizado con mucha atención".
Hace una semana, el mismo interlocutor que dialoga con iProfesional, recibió consultas de varios inversores luego de que Eugenio Zaffaroni se "descolgara" con su deseo de que el Gobierno nacional termine su mandato antes de tiempo.
¿Qué relación existe entre el 21-F y Zaffaroni? El hilo conductor, en la mirada de los operadores extranjeros, refiere a la gobernabilidad de Macri.
El diagnóstico de algunos bancos y fondos de Wall Street es que al Ejecutivo se le podría dificultar el ya de por sí complicado escenario económico, si la política mete la cola.
Los inversores empiezan a preguntarse cómo reaccionará la sociedad en general, y el peronismo en particular, si los números de la economía se desvían de las proyecciones oficiales.
- Por un lado, el de la inflación de este año: primero fue pronosticada en 10%, luego en 15% y las consultoras privadas ya estiman en 20%.
- También el del crecimiento del 3,5% previsto en el Presupuesto: algunos empiezan a sospechar que será muy difícil cumplir con esa meta. Ya sea porque el consumo -que explica el 70% del PIB- quedará relegado o bien porque la cosecha de soja podría terminar por debajo de las previsiones, por culpa de la sequía.
"Los datos que llegan a Wall Street desde la Argentina no son los mejores. Eso hace que algunas noticias políticas -como los dichos de Zaffaroni o la marcha de un Moyano aislado del resto del sindicalismo, que en otro contexto hubiesen sido poco relevantes- hoy día hagan ruido en la meca de los negocios financieros", resume el reputado analista.
En este contexto, en el que el Gobierno intenta definir el andarivel por el cual se moverá la economía, las paritarias aparecen como la próxima gran referencia que el mundillo inversor observará de cerca.
En el anochecer del miércoles de Nueva York, y cuando la Avenida 9 de Julio ya había sido despejada, algunos financistas se preguntaban si la estrategia oficial de mantener una pauta de aumento salarial del 15% para este año iba a seguir en pie tras la masiva manifestación.
Demandas externas
En estas últimas semanas, los funcionarios macristas han tenido la oportunidad de constatar en primera persona las dudas que aún persisten entre los inversores.
Al tiempo que el riesgo país subía y los bonos argentinos perdían valor -a diferencia de lo observado en el resto del mercado regional-, los reclamos se acumulaban.
La reciente gira presidencial por Europa, incluyendo la participación en el Foro de Davos, fue una instancia ilustrativa.
Los miembros del equipo económico se encontraron con que, lejos de recibir felicitaciones por el éxito electoral y la aprobación de una agenda de reformas, abundaban las señales de desconfianza.
De hecho, varias entidades -algunas de ellas con presencia en Europa y en los Estados Unidos, como Barclays y Bank of América-, corrigieron al alza sus pronósticos de inflación y ya la estiman en torno del 20% para 2018.
Pero el problema no es sólo el índice de precios, la desconfianza también recae sobre el crecimiento de la economía.
Empiezan a ser mayoría los analistas que muestran su pesimismo respecto del cumplimiento de la pauta del 3,5% prevista por Hacienda.
En un escenario en el que la inflación no se reduce a las pretensiones oficiales, el repunte del PBI puede ser menor al previsto y el deterioro fiscal más agudo del esperado, es lógico que los inversores muestren su desconfianza.
Precisamente, ese escepticismo es el que explica la reciente caída de los bonos de la deuda argentina.
En este marco, los financistas le transmitieron muy claramente sus inquietudes al ministro Nicolás Dujovne: si el Gobierno no avanza en un achicamiento extra del gasto público, entonces las cuentas fiscales no cerrarán.
También, le advirtieron sobre el riesgo de que ese diagnóstico se desparrame entre los operadores y resurjan las presiones sobre el tipo de cambio.
En Wall Street saben que el Gobierno argentino todavía requiere de unos u$s20.000 millones para cerrar las necesidades financieras del año.
También, que si la economía no crece lo suficiente, al país se le volverá cuesta arriba conseguir divisas para el repago de la deuda que se viene acumulando.
En este contexto, los reportes de bancos y fondos de inversión hacen marcado hincapié en que el ritmo de actividad se planchó hacia el último trimestre del año pasado.
Si bien los números reflejan un rebote en términos interanuales, tras la recesión de 2016, en la comparación desestacionalizada mes contra mes, los datos oficiales vuelven a ser muy flojos.
La sospecha, por lo tanto, radica en que ante la falta de un crecimiento respetable de la economía, al Palacio de Hacienda se le hará cuesta arriba el cumplimiento de las metas fiscales.
Sin eufemismos, algunos de los interlocutores de Dujovne ya reclaman la necesidad de un ajuste adicional de las cuentas públicas.
El Gobierno no es ajeno a esas opiniones ni tampoco al diagnóstico. Es por eso que el propio jefe de Estado fue quien encabezó el anuncio de recortes del gasto "político".
Apenas bajó del avión que lo trajo de París, Macri anunció un achicamiento del 25% de los cargos del Poder Ejecutivo y un congelamiento de los salarios de los funcionarios designados por su administración.
Claro que esta hoja de ruta en lo económico, tiene fuertes implicancias en el plano político y sindical.
El Presidente envió el mensaje de que no escuchó ni tampoco se detuvo a mirar las imágenes sobre la convocatoria del líder camionero que tuvo lugar este miércoles.
En Wall Street sí le prestaron atención. Y no es para menos, ya que la hoja de ruta oficial aún marca más ajuste del gasto estatal, bajar la inflación y, para ello, hacen falta paritarias bajo control.
A ojos de los financistas, Moyano le imprime algo más de ruido al ya complicado panorama económico.