Suba del dólar: Gobierno confía en una "devaluación exitosa" sin contagio a precios y "efecto Lula"
El dólar, entre fines de 2017 y el cierre de enero, ya escaló nada menos que un 13,4%.
Empujado por el propio Gobierno, la cotización ahora se ubica en torno de los $20 y, como ya sucedió tantas otras veces en los últimos años, la incertidumbre vuelve a irrumpir entre empresarios, economistas y referentes de la City.
Este movimiento del billete verde , ¿es acaso una nueva oportunidad para recuperar la competitividad perdida? ¿O se trata básicamente de un movimiento con impacto marginal sobre esta variable?
El interrogante que se plantean expertos y hombres de negocios no es menor.
Hay quienes esperan que, por fin, esta devaluación sea "exitosa". Esta definición la popularizó Roberto Lavagna, que en sus tiempos de ministro se jactaba de haber evitado el contagio a precios.
Sin embargo, muchos dudan y se preguntan si la historia se volverá a repetir: en 2014, 2016 y a mediados del año pasado, la inflación terminó licuando el beneficio del salto del tipo de cambio.
Se trata de cuestiones que rondan la mente de los funcionarios y también de los principales economistas de la City.
Todos intentan desentrañar hacia dónde se dirige la marcha de la economía, luego del volantazo que pegó la Casa Rosada el último "Día de los Inocentes", cuando modificó las metas de inflación para este año y flexibilizó la política de tasas de interés.
"No me preocupa la velocidad de la suba. Que no nos llame la atención que entre abril y mayo, cuando ingresen las divisas de la cosecha gruesa, vuelva a hablarse de atraso cambiario", advierte Luciano Cohan, subsecretario de Programación Macroeconómica, una de las espadas de Nicolás Dujovne en el Palacio de Hacienda.
Según Cohan, la actual paridad cercana a los $20, significa -en términos reales-, conservar la competitividad que la Argentina tenía hace un año.
De acuerdo con los datos que maneja la consultora Macroview, de la dupla Melconian-Santángelo, a precios de hoy, el dólar debería subir hasta los $23,50 si se quisiera recuperar la competitividad de hace dos años, una vez que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada y desarmó el "cepo".
"¿No hay margen entonces para seguir bajando la tasa de interés y, por esa vía, lograr un aumento del dólar?", preguntó iProfesional.
"Eso lo va a decidir el Banco Central", se limita a responder el funcionario, consciente de que debe medir sus palabras ahora que la independencia de la entidad monetaria ha quedado bajo sospecha.
En su última conferencia de prensa, Federico Sturzenegger aseguró que la tasa de interés se encuentra, en términos reales, varios puntos por encima de los niveles de comienzos de 2017. Y que, por eso mismo, ahora tiene margen para abaratar el costo del dinero.
Es una definición que ha generado polémica entre los economistas. Algunos -sobre todo los más preocupados por el frente fiscal- han visto esa frase como una claudicación hacia el ala más política del macrismo.
Entre quienes comparten la visión de Sturzenegger se encuentra Jorge Vasconcelos, economista de la Fundación Mediterránea, quien afirma que "la tasa de interés real, versus la inflación núcleo, se encuentra en más de 10 puntos. Y debería estabilizarse en alrededor de cuatro puntos".
"Si insisten con dejarla tan arriba, vamos hacia un escenario similar al de Brasil, con los efectos negativos sobre la economía que ya conocemos", señala.
"Creo que Sturzenegger quiere una tasa real de entre 4,5 y 5 puntos hacia fin de año", agrega, en diálogo con iProfesional.Los que ganan oxígeno con la devaluaciónEl consenso entre los economistas consultados indica que la decisión de alentar una suba del dólar es correcta, pero con efectos marginales. Al menos tal como quedó planteada.
Para quienes no es suficiente, agregan que debería completarse con una dosis mayor de audacia por parte del Ejecutivo. Las diferencias, en todo caso, refieren a cuáles deberían ser esas medidas.
Pablo Goldin, economista jefe de Macroview, afirma que "el anterior equilibrio tasa-dólar-inflación terminaba seguro con una economía planchada. Pero la divisa a $20 no es un factor reactivador de por sí".
"Ahora el riesgo es menor, pero seguimos dependiendo de que el flujo financiero se mantenga dinámico, sin sorpresas en el escenario internacional, y que las inversiones crezcan al menos 10%, como el año pasado", agrega.
Ese salto de los desembolsos en la economía real estuvo impulsada por la construcción, en especial por la obra pública, y por el sector energético.
Sin embargo, desde finales del año pasado, la inversión pública se fue estancando, en línea con la necesidad de acotar el rojo fiscal.
La pregunta, entonces, es si ahora que el Gobierno auspicia una mejora del tipo de cambio real, no será el momento de que la industria empuje la actividad económica.
Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial, considera que "la baja de la tasa de interés de referencia es una buena señal. Pero lo mejor para nuestro sector sería la reactivación de la segmentación de tasas, las líneas productivas, que fueron eliminadas por el Banco Central".
El stock de esas líneas, por las cuales se dieron créditos al 17% anual promedio, asciende a $170.000 millones.
Esos créditos "subsidiados" fueron aprovechados por diversos rubros industriales. Sobre todo, por aquellos que más dependen del mercado interno.
Respecto del movimiento del dólar, argumenta Coatz, hay ramas de actividad, como la textil, para las que apenas representa un cambio "marginal".
En contraposición, los favorecidos por una mejora en el tipo de cambio real son los autopartistas, las fábricas más grandes de alimentos y de químicos y, por supuesto, las industrias que dependen de las economías regionales.
"Para muchas de ellas, también favorece el panorama en Brasil. Perdimos de exportarles por u$s9.000 millones anuales. Nos ayuda que ellos vuelvan a crecer y también que mejore nuestra competitividad", completa Coatz.
Y, precisamente, desde el país vecino es de donde están llegando señales positivas para el 2018.
Además de la recuperación que ya se esperaba en la economía, repercuten también factores políticos: en un año electoral, el hecho de que prácticamente se haya descartado la postulación de Lula Da Silva alejó temores de interrupción sobre el proceso de reformas, lo cual fue celebrado por el mercado de capitales brasileño.
Más importante para los argentinos, se apreció el real, lo que implicó una especie de "devaluación indirecta" que mejora la posición de la industria nacional, justo en un momento en el cual el déficit comercial bilateral está en niveles récord.
Lo cierto es que en las últimas semanas, el tipo de cambio bilateral -descontada la inflación- mejoró considerablemente contra Brasil.
De hecho, llegó a los niveles más competitivos desde que Macri es Presidente. Para tener una idea: ahora se encuentra en un valor similar al de 1998, justo antes de la devaluación que propició el país vecino.
Sin embargo, todavía es 50% menos ventajoso que en 2010, cuando el atraso cambiario en la Argentina aún no era tan evidente.
En busca de la "devaluación exitosa"
Que un salto del dólar se traslade rápidamente a los precios, en la Argentina es ya una situación asumida como normal por los ahorristas.
Sucedió luego de cada devaluación, en todos los contextos. En 2014, con cepo incluido; y en 2016, a pesar de que los funcionarios aseguraban que los bienes ya estaban valuados al dólar "blue".
El denominado pass through (pasaje a los demás precios el mayor valor del billete verde) es el responsable de carcomer la competitividad ganada. Eso es lo que lleva a que, en algunos pocos meses, se vuelve a "foja cero".
En el equipo económico de Gobierno, sin embargo, se ilusionan con la posibilidad de que esta vez las cosas sean diferentes y que mejora repercuta en las industrias, especialmente entre los sectores exportadores.
"El impacto del traslado a precios no será igual a cero, pero será nada significativo. Y se va a cumplir con la meta de inflación del 15% para este año; es un objetivo realista", destaca Luciano Cohan.
Por su parte, Fernando Marengo, economista jefe de la consultora Arriazu & Asociados, afirma a iProfesional, que la última suba del dólar "era necesaria", y que el traspaso a los demás precios dependerá de los valores implícitos que esos bienes ya tenían.
Para evitar males mayores, Marengo asegura que "el BCRA deberá evitar una escapada del tipo de cambio".
"A diferencia de lo ocurrido otras veces, ahora tendría que intervenir dando una señal clara de cuál es la cotización deseada, que debería ser muy cercana a la vigente hoy", advierte.
Vasconcelos aporta otra óptica: "La inflación no se va a escapar porque, hoy en día, la demanda tira poco y la preocupación de las empresas pasa más por mantener su market share que por sostener los márgenes de rentabilidad".
De acuerdo con el economista de la IERAL, el consumo está virtualmente planchado: "No hay margen para el traslado de los costos a los precios finales. El pass through no será exagerado y una inflación del 18% para este año me parece será cómoda para todos los sectores".
Esa visión, compartida por otros miembros del gremio, supondría que el tipo de cambio debería acompañar, a lo sumo, al índice de precios esperado para el resto del año.
Y que no habría demasiado espacio para alzas sucesivas del billete verde, a pesar de la visión oficial de que las tasas de interés son todavía elevadas.
De acuerdo a la estadística de la Fundación Mediterránea, con el dólar rozando los $20, el atraso cambiario se redujo a la mitad. Y al Gobierno le alcanzaría para "limarlo" del todo si lo deja trepar hasta los $22.
"El escenario está abierto, pero me parecería lógico que la cotización se estabilice en los valores actuales. Estaríamos transitando hacia un escenario más sano para la economía", concluye Vasconcelos.
Finalmente, al diagnóstico de la situación económica doméstica se agrega un dato que los analistas miran con lupa: la debilidad del dólar en el mundo.
La moneda estadounidense ya cayó 15% frente al euro en el último año; un 11,5% contra la libra esterlina y un 8% versus el yen japonés.
Junto con la recuperación de la economía brasileña y la suba de su moneda, estas también son buenas noticias para la Argentina.
Para el Palacio de Hacienda, este combo de mejora en la competitividad y recuperación del mercado brasileño llegó para quedarse.
"Nuestras exportaciones crecerán este año 8%, después del estancamiento, y eso se lo deberemos a las compras de Brasil, sobre todo de productos industriales", remata Cohan.
Es cierto que los antecedentes históricos recientes hace que no todos compartan el mismo optimismo oficial sobre la posibilidad de una "devaluación exitosa".
Pero los analistas hoy le asignan mayores probabilidades de que pueda ocurrir. Y cruzan los dedos para que el contexto internacional empiece a ayudar.