Es abogada, se radicó en Miami, revalidó su título en Estados Unidos y hoy es experta en inmigración
"Me fui porque con mi esposo queríamos un cambio", cuenta la abogada Solange Muleiro Matouk a iProfesional. "Decidimos establecer una sucursal de su empresa en Miami a través de una Visa de inversión E2. Al tener permiso de trabajo como su cónyuge, comencé a trabajar como paralegal en un estudio jurídico de Miami especializado en inmigración".
"Si bien no vinimos con la idea de algo definitivo, cuando llegué acá tuve la necesidad de insertarme en el ámbito laboral y en EE.UU. el sistema jurídico es diferente, por lo que hice un máster en derecho y rendí el examen de la barra de abogados para poder ser admitida como abogada en EE.UU.", sigue la entrevistada. Si uno no hace eso, "es simplemente un paralegal con experiencia trabajando bajo las órdenes de un abogado. Necesitaba mi matrícula porque ejercí la profesión liberal en Argentina mucho tiempo y por mi personalidad, no me gustaba trabajar para otro. Fue mucho esfuerzo y mucha satisfacción porque hice la carrera trabajando y estudié para el examen de la barra trabajando. Algo que muchas personas dicen que es prácticamente imposible de lograr. No tuve vida por aproximadamente tres años, pero lo logré".
De acuerdo con Solange, Miami siempre fue y es una opción para la gente de Latinoamérica. "Nosotros no viajábamos seguido, pero teníamos amigos que habían emigrado durante el 2001 y siempre nos comentaban sobre las posibilidades de crecimiento de Miami".
Comenzar de cero
Llegar a un departamento vacío y comenzar a armar una vida otra vez, fueron los primeros pasos de esta pareja. "Yo mantuve mi estudio en Argentina y mi marido su empresa. Nunca pensamos que nos quedaríamos tanto tiempo. Adaptarse a otra sociedad no es fácil. Miami es muy latino, pero el latino se ‘americaniza’. Aquí no hay mucho tiempo para el ocio. Se trabaja mucho y la competencia es grande. El primer año lo pasé mal, me costó adaptarme. Me encontré con gente muy generosa y otras personas me decepcionaron mucho. Decidí comenzar a estudiar otra vez para revalidar la carrera de abogacía, ya que, habiendo ejercido la profesión liberal durante más de 15 años en otro sistema jurídico, se me hacía complejo comprender el sistema aquí", narra.
Según explica, el título de abogado es equivalente a un Juris Doctor en Estados Unidos. "Nos permite a los abogados hacer un Máster en Derecho para luego rendir el examen de la barra en el Estado en el que uno rendir el examen. La experiencia laboral es fundamental. Estudié el Master y rendí el examen trabajando full time, aprendí mucho sobre derecho migratorio", comenta. "Es una disciplina muy compleja y dinámica, llena de decisiones administrativas que se actualizan permanentemente. Decidí dedicarme a la inmigración de negocios ya que es lo que aprendí muy bien y en lo que me siento más cómoda", asegura. "No es fácil revalidar la carrera, es otro sistema jurídico y hay que tener muy buen dominio del inglés, pero se puede".
Sumado a ello, "en este país hay que estar preparado para ofrecer un diferencial. La competencia es muy grande. Los desafíos son muy variados, desde adaptarse a un ritmo de vida diferente porque se trabaja muy intensamente, hasta sentir que los fines de semana estás de vacaciones porque podes tener la playa a 5 minutos. Parece fácil, pero todos tenemos que pagar un costo. De todas maneras, los resultados valen la pena. Para los que somos un poco nostálgicos, a veces la distancia pesa, pero creo que vencer los miedos y las barreras de nuestra cabeza es el principal desafío".
Para Solange el balance es super positivo. "Me siento muy cómoda, fue un gran sacrificio que se pasó muy rápido justamente porque he pasado muchísimo tiempo trabajando y estudiando y no había tiempo para pensar en otra cosa", expresa. "Aquí hay que trabajar para poder estar dentro del sistema. Quien está dispuesto a hacerlo, se adapta sin problemas", asegura.
Sin embargo, plantea, "emigrar es dejar atrás el lugar que me vio nacer, los lugares que construyen mis recuerdos de toda la vida, es un pequeño duelo. Pero también es vivir experiencias muy enriquecedoras y positivas y darme cuenta de que en muchos casos he mejorado la calidad de vida".
"Sacrifiqué la cercanía con mis afectos, mis clientes de Argentina, el cafecito de media mañana durante la recorrida de Tribunales y la solidaridad de los argentinos", dice. "Pero gané en conocer gente maravillosa, cálida y afectuosa, reencontrarme con amigos que hace mucho no veía, otro título universitario y una matrícula como abogada en los Estados Unidos".
La abogada extraña muchas cosas de Argentina: salir a caminar, los cafés, las tardes con amigas, los colectivos, los taxis. "Acá te manejas con auto para todo", dice. "Y no extraño la sensación permanente de vivir ‘en el día de la marmota’. Siempre se habla de lo mismo y cuando tomas distancia lo percibís muy claramente. A veces tengo la sensación de que nada va a cambiar, pero aún tengo la esperanza de algún día volver a Argentina y ver que se transformó en un país totalmente diferente", concluye.