Cuáles son los huevos de pascua con el mejor chocolate de Argentina y cuánto cuestan
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Hay escenas que se heredan, no por obligación, sino por encanto. Una de ellas revive cada Semana Santa: niños corriendo por patios soleados o pasillos familiares, buscando con ansias ese huevo de chocolate brillante que, según la leyenda, dejó el Conejo de Pascua escondido entre macetas o almohadones. No importa cuántos años pasen ni cuántas versiones nuevas de la tradición aparezcan, hay algo en ese gesto que se mantiene intacto. Sin embargo, algo cambió. En este 2025, los huevos de pascua ya no son solo un símbolo ni un juguete relleno de confites. Son, para muchos, pequeñas joyas comestibles, piezas de arte efímero, lujos que se comparten, se admiran… y se saborean.
Lejos de las góndolas uniformes de los supermercados, una generación de chocolateros decidió resignificar la Pascua. Eligen cacao fino, apuestan por recetas heredadas y técnicas del viejo mundo, experimentan con sabores y texturas. Desde Bariloche hasta la Costa Atlántica, pasando por los talleres más recónditos de Buenos Aires y las tiendas online, el huevo de chocolate se convierte en un objeto de deseo. Una experiencia sensorial. Y un ritual que, lejos de desaparecer, se transforma.
1- Rapanui: la alquimia del sur
Bariloche no solo es sinónimo de lagos y montañas: también es tierra santa del chocolate. Allí, donde la tradición suiza se cruzó con el alma patagónica, Rapanui encontró su lugar. Leticia Fenoglio, CEO y cofundadora de Rapanui & Franuí, conoce bien el poder de la mezcla entre lo artesanal y lo novedoso. "El chocolate artesanal tiene ese plus: une tradición con innovación y en Rapanui trabajamos para reforzar ese vínculo en cada producto que lanzamos", explica.
En esta Pascua, la firma redobló la apuesta: proyectan superar la producción del año anterior a pesar de las turbulencias económicas. "Los consumidores siguen eligiendo calidad y experiencias únicas", dice Fenoglio, convencida de que los momentos compartidos no cotizan en dólar.

Entre las novedades, aparece una caja con cinco conejitos de chocolate con leche rellenos de dulce de leche, y una rosca de crema de pistacho que, según prometen, es capaz de hacer olvidar las versiones tradicionales. A esa innovación se le suma una colección ya consagrada: huevos Marroc, Nuicciola, italianos con almendras, Animal Print, Amargos, con Sal y Caramelo, Sin Azúcar y las figuras icónicas del Conejo Panzón y el Orejón.
Los precios arrancan en $3.900 y pueden superar los $80.000, según tamaño y figura. Pero hay algo que no cambia: el estándar. "En Rapanui queremos que todos puedan disfrutar de nuestros chocolates, por eso ofrecemos una amplia variedad de opciones de tamaños y precios. Cada uno de nuestros productos mantiene el mismo compromiso con la calidad, seleccionando ingredientes de excelencia y cuidando cada detalle del proceso artesanal", remarca Fenoglio. Además, contemplan alternativas sin azúcar y sin gluten, para que nadie quede fuera del ritual.
2- PUROCACAO: pintar con chocolate
En Coghlan (Ciudad de Buenos Aires) se esconde un atelier donde cada huevo de Pascua nace como una obra de arte. Allí trabaja Rodrigo Bauni, fundador de PUROCACAO, formado en Bellas Artes y convertido en chocolatero por vocación. "Contar historias, con el chocolate como medio de expresión, es un lujo que nos damos en PUROCACAO. Cada Pascua es una hoja en blanco", afirma.
Este año, esa hoja blanca se llenó de flores. La colección Cherry Blossoms se inspira en los cerezos en flor y cada pieza, pintada a mano, es irrepetible. El chocolate utilizado proviene de cacaos orgánicos o agroecológicos de América Latina, cultivados en países como Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia y Brasil, todos bajo criterios de Comercio Justo.

La línea se presenta en tres tamaños y tres variedades de chocolate: 70% semiamargo, 41% con leche y blanco. Cada huevo lleva dentro microgalletitas bañadas en chocolate. Los precios van desde $17.000 hasta $69.000, pero hay opciones más accesibles como mini huevos rellenos de dulce de leche ($13.000 por 9 unidades) o sin relleno (9.900 pesos).
Con una edición limitada de apenas 1.000 unidades, PUROCACAO se dirige a quienes buscan diseño, sabor y una historia para contar. "Nosotros hacemos piezas de arte", resume Bauni. También hay chocolates sin azúcar y veganos disponibles para todo el país.
3- Chiazza: oficio, herencia y reinvención
A veces, las crisis traen consigo semillas fértiles. En plena tormenta económica, Carlos Grimaldi fue desvinculado de su trabajo en grandes compañías del chocolate como Nestlé y Águila. En vez de rendirse, armó un taller en el fondo de la casa de su suegra. Así nació Chiazza.
Veinte años después, la marca produce 30.000 huevos por temporada, tiene ocho locales y se prepara para abrir el noveno. Lo que empezó como una solución de emergencia se convirtió en un legado. Sus hijos Renzo, Guido y Catriel, que aprendieron de adolescentes a templar chocolate y armar bombones, ahora lideran el crecimiento.

"Este año, además del clásico de 90 gramos, lanzamos el huevo de 30 gramos, el más chico", cuenta Renzo. Los rellenos varían según el tamaño: hay lentejas de chocolate, botones de dulce de leche, almendras. También ofrecen versiones sin azúcar y sin leche.
Los precios van desde $3.900 hasta $75.000, pero el diferencial está en los detalles: el diseño de los estuches, los moños, la elección del papel. "Pasamos gran parte del año pensando la estética de los huevos de Pascua", dice Renzo. En 2024 rediseñaron sus cajas de 300 y 500 gramos con la identidad clásica de la marca.
Pese a un consumo más moderado, el optimismo no decae. "Durante el Día de los Enamorados tuvimos muy buenas ventas, así que creemos que se va a repetir en Pascuas", anticipa. La fidelidad de su clientela los respalda: "Hay gente que viene a buscar nuestros huevos desde hace más de diez años".
4- La Pinocha: del mar al mundo
Nacida en la Costa Atlántica, La Pinocha ya no es solo un ícono de Mar de las Pampas. Con 45 sucursales en Argentina y seis en España, la marca apuesta fuerte por la Pascua. "Vamos a producir unas 25.000 unidades, un 47% más que en 2024. El desafío es sostener la calidad artesanal pese al volumen. Cada huevo se hace a mano, con atención meticulosa al detalle", señala Emiliano Baratz, CEO de la marca.

Los huevos van desde los 100 gramos hasta una imponente versión de 2,5 kilos. El diseño también importa: "Este año, hemos optado por un estilo moderno y minimalista para los embalajes, con el fin de resaltar el producto en sí", explica Baratz.
El huevo más exclusivo cuesta $260.000 y es un festival de sabores: incluye seis galletitas de limón, dos alfajores, chocolates surtidos, dos conejitos, confituras y un juguete sorpresa. También hay versiones más pequeñas desde $12.500, y opciones para diabéticos y veganos elaboradas con chocolate puro sin ingredientes de origen animal. "Queremos que nadie quede afuera de esta celebración", remarca.
5- Viegener: 75 años de historia en papel brillante
En un rincón de Vicente López, donde todavía se conservan los antiguos moldes traídos de Europa hace más de ocho décadas, la confitería Viegener sigue haciendo huevos de Pascua como antes: a mano, con dedicación y, sobre todo, con oficio.
Desde hace 75 años, esta casa especializada en pastelería y chocolatería mantiene viva una forma de trabajo que cada vez menos confiterías sostienen. "Somos una de las pocas que sigue elaborando huevos de Pascua con técnicas 100% artesanales", afirma Alejandra de Escalada, actual responsable de la marca junto a su esposo Ricardo Zaiatz.

La producción, que este año alcanzará las 5.000 piezas, inclye desde las figuras tradicionales como conejos y gallinas hasta una gran variadad de huevos en distintos tamaños, todos con confites y una sorpresa en su interior.
Cada huevo se fabrica con chocolate con leche, aunque en algunos tamaños también hay opciones en semiamargo o chocolate blanco, y se distingue por su meticulosa confección y los detalles de terminación: envoltorios coloridos, moños y, este año, la posibibilidad de sumarle peluches o adornos como complemento.
Los precios arrancan en $2.950 para el huevo n.º 1 de 20 gramos, y escalan hasta los $200.000 por los huevos n.º 12, que pesan aproximadamente kilo y medio y, además de confites y bombones, incluyen útiles escolares como lápices, marcadores o lapiceras borrables. Entre medio, hay una amplia gama de opciones que van desde los $5.500 a los $55.000, según el tamaño y los rellenos.
Con locales en Vicente López y Palermo, más de 300 productos y una clientela fiel que incluye tanto a consumidores finales como a empresas de primer nivel, Viegener es, para muchos, una garantía de sabor y de historia. Como resumen sus dueños: "Nuestros huevos son piezas de arte comestible. Detrás de cada uno hay experiencia, paciencia y mucho amor por este oficio".
6- Vasalissa Chocolatier: piezas de colección con historia familiar
En el universo de Vasalissa, el chocolate es mucho más que un producto: es una pieza de arte comestible con historia propia. Fundada por Dadi y Federica Marinucci, madre e hija que decidieron continuar con el legado familiar iniciado por Abrascha Benski —el creador de los emblemáticos bocaditos "Cabsha"—, esta chocolatería boutique rescata la herencia de varias generaciones para convertirla en lujo artesanal.
Para esta Pascua, Vasalissa propone una colección que va desde huevos de 10 centímetros por $17.000 hasta obras maestras como el Huevo Real de 32 cm y el Huevo Imperial de 43 cm, cuyas caras combinan chocolate con leche y amargo, y cuyo interior guarda pequeñas sorpresas: mini huevos, figuras, conejos y almendras bañadas. El primero cuesta $490.000 y el segundo, $690.000, y ambos están pensados para compartir en familia. La edición limitada de este año es el Huevo de Oro, facetado, de 18 cm y 300 gramos, en chocolate con leche, praliné crocante y almendras, a 89.000 pesos.

"Trabajamos los huevos como verdaderas piezas de colección: buscamos que emocionen antes incluso de ser abiertos", cuenta Delfina Serenelli, responsable de marketing de la marca. "Este año nos inspiramos en el universo de los cuentos infantiles, donde la imaginación, los detalles y la emoción lo transforman todo. Quisimos que nuestros huevos de Pascua transmitan esa magia: la sorpresa, la ternura y el encanto de lo inesperado".
En esa línea estética, cada huevo tiene su impronta visual: colores suaves, texturas que imitan superficies preciosas y envoltorios que invitan al ritual de abrir con asombro. Vasalissa también ofrece figuras como conejos y gallinas de chocolate, tabletas, bombones, panettones y cajas de figuras. Y, para quienes siguen dietas especiales, incluyen versiones sin azúcar en chocolate con leche y amargo.
Elaborados artesanalmente y disponibles tanto en sus boutiques como en la tienda online, este año planean vender más de 33.000 huevos y 10.000 figuras. Y todo indica que la demanda va en alza: al 4 de abril, sus ventas estaban un 6% por encima del año anterior.
7- Hedonist: innovación y diseño para una Pascua de lujo
Entre los más exclusivos del mercado, Hedonist propone una Pascua que apela a los sentidos, pero también a la imaginación. "Cada huevo de Pascua que creamos este año fue pensado como una pieza artística comestible", cuenta Fernando Blanco, fundador de la marca. La colección 2025 incluye desde versiones bicapas, con rellenos generosos de dulce de leche, Nutella o menta, hasta ediciones limitadas como el Choco Viral Dubai Experience, que se vende a $65.340 y está inspirada en el lujo de Medio Oriente.
"El huevo Dubai combina ingredientes poco tradicionales con una estética diferente: es una pieza sofisticada, pensada para quienes buscan una experiencia de lujo en Pascuas. La estética nos inspira tanto como el sabor", detalla Blanco. La otra novedad es el huevo vegano, elaborado con chocolate plant-based de altísima calidad. "Es nuestra forma de acercar el espíritu de la marca a quienes eligen una alimentación consciente, sin resignar el placer."
El rango de precios va de los $53.000 a los $65.000, y la producción es tan cuidada como limitada: "Este año hicimos alrededor de 4.800 huevos, una edición que, para nuestra sorpresa (y felicidad), está casi agotada". Cada unidad, insiste, lleva un proceso artesanal: "Desde el primer molde hasta el packaging. Detrás de cada huevo hay horas de dedicación, pruebas, ajustes y un equipo que pone manos, y creatividad en cada etapa del proceso. No se trata solo de producir chocolate: se trata de crear una experiencia".

Para Blanco, el diseño es más que un valor agregado, es el corazón del producto. "El verdadero lujo está en los detalles", dice. Desde colores metalizados hasta formas con relieves, la propuesta estética busca diferenciarse en un mercado donde —según reconoce— todo tiende a parecerse. Aun en un contexto económico no tan favorable, la demanda no afloja: "Notamos que creció el interés de empresas que eligen nuestros huevos como regalo corporativo. Eso nos demuestra que cada vez más personas y marcas reconocen el valor de las propuestas diferentes y bien hechas".
Ya sea por mantener la tradición o simplemente por el placer de disfrutar buen chocolate, los argentinos también eligen huevos de pascua artesanales para regalar o darse un gusto en Semana Santa. Y con la variedad de chocolaterías de excelencia que tiene el país, no hay excusa para no sumarse a esta deliciosa costumbre.