País del experimento: el polémico Janssen, de Johnson & Johnson, ahora busca a miles de argentinos para testear su vacuna
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Una más y van. A tono con los movimientos de Pfizer, que ya prueba su desarrollo en el Hospital Militar Central, y la china Sinopharm, que efectúa pruebas vía el laboratorio Elea-Phoenix -del holding Insud que encabeza Hugo Sigman-, la firma Johnson & Johnson busca marcar presencia entre los grandes promotores de la vacuna para erradicar al Covid-19 y, como todos los actores anteriores, también eligió a la Argentina como territorio de experimentos.
A través de su controlada Janssen, el gigante abrió una convocatoria para hacerse con 6.000 voluntarios con el fin de testear su fórmula en una clínica privada de Ramos Mejía: DIM.
La apuesta doméstica se sumará así, a los estudios "Ensemble" que el laboratorio busca consolidar en distintos países. Pero la decisión de la administración Fernández-Fernández de hacerse con una vacuna a como de lugar sigue alentando la multiplicación de los ensayos en el ámbito nacional.
Para activar las pruebas, según pudo comprobar iProfesional, DIM activó una serie de formularios en su página Web en donde aclara que, además de los miles de argentinos que se buscan para el experimento, Janssen también lleva a cabo un estudio similar sobre 60.000 adultos en todo el mundo.
Oscar Montaña, director del estudio a nivel local, dijo que lo que diferencia esta vacuna del resto "es que se trata de una sola dosis".
"Los estudios de fase I-II demostraron que esta única dosis fue suficiente para producir anticuerpos neutralizantes contra la proteína "espiga" en más del 95% de los voluntarios que recibieron este agente vacunal", precisó.
Indicó, además, que esta vacuna "ha sido diseñada para poder realizar campañas de vacunación masiva dado que no requiere de mantenimiento de refrigeración estricta".
Por su parte, Alejandra Carmino, subdirectora del experimento, detalló que el estudio "durará el tiempo en que las evidencias demuestren, en esta Fase 3 de investigación, que la vacuna es eficaz en prevenir el desarrollo de la enfermedad moderada o severa de Covid-19 en un alto porcentaje y que en el transcurso del tiempo se mantenga el estado de protección.
Más allá de situarse en fase 3, el desarrollo impulsado por Johnson & Johnson a través de Janssen viene con un antecedente negativo reciente. Así, a mediados del mes pasado, la compañía detuvo todos los ensayos debido a que uno de los voluntarios europeos de la futura vacuna sufrió una "enfermedad inexplicable".
"Los efectos adversos, también los graves, forman parte de cualquier estudio clínico, especialmente de aquellos que son masivos", justificó la empresa. El argumento no es casual: la Comisión Europa mantiene un acuerdo preliminar de compra de hasta 200 millones de dosis del producto elaborado por Johnson & Johnson. La caída del pacto le significaría una pérdida económica sideral.
A fines de ese mismo mes, Janssen reactivó su experimento informando que no encontró "evidencia de que la vacuna candidata haya causado el incidente". El laboratorio jamás informó cuál fue la enfermedad que afectó al voluntario tras la prueba.
En Colombia, otra de las naciones donde la empresa activó ensayos, las distintas personas que se sometieron a la dosis del ensayo de la vacuna contra el Covid-19 de Janssen notificaron la aparición de síntomas como fiebre, malestar general y cefalea.
Controversia sin pausa
Al margen de lo ocurrido con su proyecto de vacuna, las novedades más recientes en torno al desempeño de Janssen en el ámbito farmacológico distan de ser positivas y alientan cierta desconfianza a partir de incidentes repetidos que derivaron en condenas multimillonarias a Johnson & Johnson.
En ese tren, en octubre del año pasado la empresa fue sentenciada en Estados Unidos a pagar 8.000 millones de dólares a una sola persona en concepto de daños. Según la BBC, la firma fue hallada culpable de no advertir que uno de sus fármacos antipsicóticos -"Risperdal"- podía provocar un aumento en el tamaño de los pechos en hombres.
El caso en cuestión, se informó en 2019, representa uno de miles aún pendientes sólo en Filadelfia. Janssen llegó a facturar más de 730 millones de dólares anuales sólo por la comercialización de "Risperdal".
Antes, en agosto también de 2019, Johnson & Johnson fue condenada a pagar 572 millones de dólares por daños al estado de Oklahoma tras probarse que incentivó la adicción a los opioides.
Según las autoridades judiciales de ese territorio, a través de Janssen la firma en cuestión adoptó prácticas de "marketing engañoso y promoción de opioides", lo que causó una crisis de dependencia de estos analgésicos, muertes por sobredosis y un alza en los síndromes de abstinencia neonatal en el estado.
Fiscales locales acusaron a Johnson & Johnson de actuar por "avaricia", presentando de manera "cínica y engañosa" los opioides como un "medicamento mágico" contra el dolor.
En septiembre de este año, Janssen se hizo con un permiso de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para comercializar en la Argentina la esketamina, un spray nasal indicado para pacientes adultos con depresión.
A nivel internacional, y más allá de tener luz verde también en Estados Unidos, el producto alienta reparos y controversias en tanto deriva de la ketamina, un anestésico de extremada potencia que suele utilizarse también como droga creativa en tanto provoca alucinaciones y euforia, entre otros cambios en la personalidad y la conducta.