Por qué Argentina tiene un riesgo país tan alto a pesar de alcanzar un acuerdo con los acreedores de la deuda
Uno de los indicadores financieros más mencionados por los medios de comunicación desde hace ya muchos años es el denominado Riesgo País, llegando incluso en algunos momentos a pelearle espacios al mismísimo dólar.
En términos generales se lo suele asociar al nivel de confianza que tienen los inversores sobre los bonos emitidos por el Gobierno nacional y en el peor de los casos a la posibilidad de que se ingrese en zona de default.
El índice de riesgo país es elaborado en forma diaria por el banco de Inversión JP Morgan Chase bajo la denominación de Embi+ (Emerging Market Bond Index) y refleja la distancia que existe entre la tasa de interés que paga un bono de determinado país emergente y un bono de iguales características y plazo emitido por el Tesoro de los Estados Unidos.
Según la metodología aplicada por el JP Morgan, el mismo está expresado en puntos básicos, siendo que 100 puntos básicos equivalen a 1 punto porcentual. Entonces, a manera de ejemplo, si el índice alcanza los 200 puntos básicos, ello implica que el país en cuestión "paga" una tasa del 2% por encima del bono estadounidense.
En la práctica, es un indicador clave pues de alguna manera marca el piso del costo de financiación no solo para el "soberano" sino también para estados provinciales y municipales y también compañías y corporaciones.
Si bien existen otros indicadores que marcan el nivel de riesgo de un país, a diferencia de estos, se trata de un dato puntual que surge de la negociación de un conjunto de bonos en el mercado.
En cambio, las calificadoras de riesgo cuando vierten su opinión sobre tal o cual país o emisión en particular lo hacen a partir de referencias cualitativas.
¿Tasa de interés o rentabilidad?
Si bien ambos parecen ser lo mismo, en términos de bonos existe una muy clara diferencia. Cuando se habla de tasa de interés se hace mención a la que surge de las condiciones de emisión del bono, por lo que es la que establece el emisor del mismo como retribución a los inversores que van a adquirir ese papel en el mercado primario, es decir en el momento en el que el mismo es emitido.
La tasa de interés puede ser fija o variable, por ejemplo el Bonar 2024 paga el 8,75% fijo en dólares, mientras que otros bonos pueden pagar un rendimiento fijo sobre una tasa variable. El ejemplo para este caso es el de aquellos que ajustan por la tasa de plazos fijos mayoristas BADLAR más un rendimiento fijo o los que tienen como variable de ajuste a los precios minoristas vías el CER.
En cambio, la rentabilidad del bono, a la que también se suele mencionar como tasa interna de retorno o rendimiento del mismo, surge de una fórmula relativamente compleja.
En la práctica, la rentabilidad surge de comparar el precio actual del bono en el mercado secundario con el flujo de fondos futuros del mismo, que incluye tanto el pago de intereses como la devolución del capital.
Para poder hacerlo, se utiliza lo que se denomina tasa de descuento, que es en definitiva la que iguala la cotización de hoy con la suma de lo que se va a recibir en el futuro. La lógica de todo esto es que no es lo mismo cobrar $1.000 dentro de un mes que dentro de dos años y es por eso que se aplica dicha tasa de descuento.
Qué hay que tener en cuenta
Dejando de lado los aspectos técnicos del cálculo, lo que sí conviene tener en cuenta siempre es lo siguiente:
Existe una relación inversa entre el precio del bono en el mercado y la rentabilidad y ambos se mueven en forma simultánea. Entonces, si el precio del bono sube, la tasa interna de retorno cae y viceversa.
Por otra parte, cuando el bono cotiza a la par, es decir cuando su precio coincide con su valor técnico, la tasa de interés coincide con la rentabilidad esperada.
En cambio, si cotiza bajo la par, se trata de un bono que en apariencia es poco atractivo para los inversores, y es por eso que se dice que estos le "exigen" una rentabilidad mayor, si bien lo de la exigencia es relativo, pues el nivel surge, como ya se vio, del libre juego de la oferta y la demanda.
Finalmente, si el bono cotiza sobre la par, ello implica que se trata de un bono atractivo, que es demandado por alguna de sus condiciones, como por ejemplo seguridad, duración aceptable, etc., y es por ello que están dispuestos a resignar algo de rentabilidad para tenerlo en cartera.
Volviendo al riesgo país de los bonos argentinos, este no hace otra cosa que reflejar los problemas e inconsistencias que presenta la economía argentina, a lo que se suma un historial de varios defaults que son tenidos en cuenta por los inversores a la hora de decidir como conforma su cartera.
Prueba de ello es la enorme distancia que lo separa de otros países de la región, ya que frente a los 1.400 puntos básicos que muestra en promedio la deuda argentina sobre los bonos estadounidenses, en el caso de la brasileña el indicador ronda los 265 p.b., mientras que Uruguay apenas roza los 150 puntos básicos.
Incluso, hasta no hace muchas semanas atrás, el riesgo argentino presentaba niveles propios de una situación de predefault pese al acuerdo que se había arribado con los principales acreedores y que despeja el cronograma de vencimientos por lo menos en el mediano plazo.