Buena noticia para Alberto Fernández: Elliott, el fondo buitre más duro con Argentina, se cansó de litigar y no saboteará un canje de deuda
Mientras Alberto Fernández sigue sin definir quiénes serán los que llevarán la voz cantante en materia de renegociación de la deuda, parte de los acreedores parecen estar más apurados que el mismo Presidente electo.
En las últimas horas se conoció que un grupo de fondos de inversión, que dicen tener clientes con bonos argentinos, quieren armar una especie de "club de la deuda" para empezar a dialogar con los referentes del Frente de Todos.
La intención es acercar posiciones para que la futura reestructuración se haga lo más rápido posible. Si bien en la lista de este "club" de acreedores aparecen fondos conocidos en la historia reciente, no aparecen particularmente dos que fueron los que más dolores de cabeza le generaron al país.
Los verdaderos "fondos buitre" como Elliott Management, del multimillonario Paul Singer; y Aurelius, de un ex empleado de Elliott como Mark Brodsky, que aún mantiene una demanda contra la Argentina por los cupones atados al PBI, están en las sombras.
Alberto F. tiene una buena noticia y una mala. La buena es que posiblemente Elliott no trate, esta vez, de entorpecer un hipotético acuerdo entre los bonistas y la Argentina.
"Elliott ya no quiere saber nada de esta clase de negocios", explicó a iProfesional un importantísimo gestor de fondos desde Nueva York, que pidió no ser nombrado.
El ejecutivo, que tiene lazos con Singer, afirmó que "dudo mucho que quieran volver a comprar deuda argentina para hacer juicio más adelante".
"La verdad es que se cansaron del negocio de la deuda soberana. Ahora están en otros temas como reestructuraciones corporativas y activismo. El negocio de ir contra los países ya pasó", explicó a este medio.
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Fuentes en Mahattan cuentan que la salida, ya hace dos años, de Jay Newman -el brazo ejecutor de esa clase de operaciones con bonos en cuasi default- fue lo que terminó por convencer a Singer de que ese negocio ya no era sustentable.
"Paul (Singer) ya pasó la página con la Argentina", dicen ejecutivos allegados al hombre que maneja casi u$s40.000 millones en activos.
Claro que en el caso argentino no les fue mal: compraron títulos al 18% de su valor y en 2017 recibieron u$s2.400 millones, un rendimiento del 392% sobre el valor original de los bonos.
Los buitres, con menos apoyo legal
Pero los tiempos cambiaron. "No tiene sentido ahora jugarse a algo como fue en el default anterior. Es muy costoso y eso dejó heridas en los acreedores. Con la cantidad de cláusulas de acción colectivas (CACs) que tienen los bonos que se emitieron no va a ser fácil hacer esta clase de negocios como antes", remarcó el ejecutivo desde Nueva York.
Esto tiene que ver con las cláusulas que se colocaron, y que se quieren colocar ahora en los bonos con ley local que aún no tienen, para que agilice un canje: con el 66% de los bonistas aceptando una propuesta oficial, el resto debe acatar automáticamente.
Mientras que en Nueva York descartan que Elliott vuelva al acecho, le ponen una cuentas fichas a Aurelius Capital Management. Este fondo que nació hace poco más de 10 años casi como un desprendimiento de Elliott no sólo le hizo la vida imposible a la Argentina, sino que estuvo en reestructuraciones de deuda "recientes" como Ucrania y Puerto Rico.
En el mundo de los "hedge funds" reconocen que Aurelius "seguramente haga algo" en el caso argentino. Pero destacan que juega solo: no irá con ningún comité de acreedores, ya que su negocio es que el país tenga que defaultear.
Y ahí recién comenzará su estrategia litigiosa. "Son unos nenes de pecho al lado de Singer", decía un ex funcionario argentino que le tocó negociar con ellos la salida del default bajo el gobierno de Macri.
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El fondo que dirige el abogado Brodsky podría intentar trabar alguna negociación "amigable" en caso la reestructuración que se viene. Actualmente está demandando al país por no haber pagado los cupones PBI debido a la manipulación de las estadísticas que hizo el kirchnerismo.
De hecho, que la nueva demanda de Aurelius se haya realizado días después de que se confirmara su triunfo electoral, tiene un mensaje mayor.
"No es ninguna coincidencia que tres fondos, a cuatro días de conocerse los resultados de las elecciones, hayan presentado demandas contra Argentina por los cupones PBI", dice Sebastián Maril, CEO de Fin.Guru.
Aurelius, 683 Capital Partners y Novoriver S.A., poseen un total combinado de u$s1.700 millones en bonos atados al crecimiento de la economía argentina y demandan un total de u$s273 millones en compensación por el mal manejo de las cifras del PBI argentino en 2014.
"No es ninguna coincidencia porque han tenido más de cuatro años para presentarse en las cortes neoyorquinas y realizar el reclamo que los tres realizaron esta semana. Pero no, esperaron a que Alberto Fernandez fuese el elegido por el pueblo argentino para enviarle un mensaje al gobierno entrante: '¿Se acuerdan de nosotros?'", escribió Maril.
Aurelius, en las gateras
¿Esperará Aurelius un default de la deuda para lanzarse a demandar a la Argentina? "Probablemente lo hagan, pero no todavía. Sin embargo, dudo que haya un beneficio económico a lo sumo que los bonos bajen mucho más", sostenía un el altísimo ejecutivo que maneja otro fondo de inversión en Nueva York.
Lo cierto es que todo dependerá de qué tan rápido avance el próximo gobierno con los acreedores y, dato no menor, el Fondo Monetario Internacional (FMI) que debería "bendecir" esa negociación.
Sucede que los inversores saben que el FMI es el acreedor privilegiado y, sin que la Argentina tenga resuelto su próximo programa con el organismo, será difícil que acepten cualquier oferta aunque sea "amigable".
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Hasta el momento, el organismo con sede en Washington no se habría expedido sobre si es necesario o no que la nueva administración aplique una quita de capital a la deuda.
El Fondo esperará a ver el plan económico de Alberto para decidir si es "sustentable" o no. Si advierten que los números no dan, automáticamente pedirán que el gobierno vaya a una reestructuración agresiva.
"Alberto Fernández tiene que concentrarse en un programa económico serio y cumplible. Basado en eso arreglar con el Fondo. Y lo que sobre, que no va a ser mucho, es lo que le ofrecés a los bonistas", resumió el CEO de otro fondo en Manhattan.
Sabiendo que los tiempos apremian, algunos inversores empezaron a mostrarse como potenciales interlocutores. Greylock Capital, que es un viejo conocido de la Argentina, es el que lleva la voz cantante de un -al menos hasta ahora- pequeño grupo de fondos con bonos locales en cartera.
Greylock fue un denominado "buitre" porque no quiso aceptar el canje de Guillermo Nielsen y Roberto Lavagna en 2005. Prefirieron tomarlo cuando Amado Boudou lanzó en 2010 una reapertura.
Hans Humes, el CEO de la firma, es que quien más intenta por sumar fuerzas para ir a negociar con Alberto F. Además de que lo hace por "conveniencia", Humes conoce a Alberto desde que era Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y suele tener una buena opinión personal de electo Presidente.
Pero si bien estos acreedores tienen intenciones de avanzar, la deuda argentina está muy atomizada. Léase, dispersa entre varios tenedores de bonos. "Es posible que este 'club de acreedores' logre sumar voluntades entre los fondos grandes que suelen ser más amistosos con la argentina, como Templeton y BlackRock, por ejemplo.
Pero hay muchos bonos en manos de fondos de real money, o sea institucionales y fondos de pensión. Esos no son fáciles de convencer y mucho menos de reclutar", explicaban a este medio desde un banco de inversión de Wall Street que suele tenerlos como clientes.
Según creen, la movida de crear este "comité de acreedores" es importante "por lo mediático, pero no te soluciona nada". De alguna manera es poner el tema sobre la mesa y apurar a que haya alguna definición temprana por parte de los futuros negociadores.
Guillermo Nielsen, quien más suena para ser el encargado de negociar la deuda, posteó el viernes una foto sugerente con un ex "enemigo", de visita en Buenos Aires: Stefan Engelberger, otrora cabeza visible de los bonistas alemanes que peleaban por el pago de sus acreencias.
¿Será Nielsen el vocero de Alberto sobre la deuda? Al menos el economista se vende así, algo que podría no caerle tan bien a los acreedores que todavían tienen fresco en la memoria la poda que, junto a Lavagna, le aplicaron en 2005. Los tiempos se acortan.