No matan hormigas y hasta les dan de comer: así trabaja la mayor bodega de vinos orgánicos de Argentina
Hay un innegable auge del vino orgánico en la Argentina y el mundo. Según un reporte de la consultora estadounidense Grand View Research, el tamaño del mercado de vinos orgánicos a nivel mundial movió nada menos que u$s8.900 millones en el 2021, al tiempo que prevén que el mismo se expanda a una tasa del 10% anual hasta el 2030.
De cumplirse los pronósticos, esto implica que el negocio global alcanzará una cifra impactante: u$s21.500 millones para ese año.
"El crecimiento del mercado está impulsado por los cambios en los patrones de comportamiento del consumidor de alimentos y bebidas", agrega el informe.
¿Cómo es la situación a nivel local? Según datos aportados por VIOS, en la Argentina operan 250 productores de uvas orgánicas, los cuales están nucleados en cerca de 80 bodegas. De ese total, alrededor de 70 tienen negocios en el mercado internacional.
En este contexto, hay una bodega que está liderando el camino: Argento, consolidado en la actualidad como el mayor productor de vinos orgánicos del país.
Argento forma parte del Grupo Avinea, perteneciente al empresario Alejandro Bulgheroni y que también incluye a una de las bodegas más emblemáticas de Argentina: Otronia, que trabaja bajo un concepto sustentable, libre de pesticidas y herbicidas y, además, es la bodega más austral a nivel mundial.
En conjunto, la producción anual se acerca a las 3 millones de botellas, constituyéndose en el mayor productor de vino orgánico del país.
La base, el corazón del proyecto de bodega Argento está en Luján de Cuyo, más precisamente en Agrelo. Y, si hilamos más fino, en una zona que, por las características de suelo y altura, se está diferenciando y está ganándose un nombre propio: Alto Agrelo.
Allí, la bodega cuenta con un viñedo de 232 hectáreas, el cual se trabaja sin ningún tipo de químicos. La magnitud es tal y los resultados son tan convincentes que esta finca se convirtió, poco a poco, en un campo de investigación para universidades, el INTA y hasta para profesionales de otras bodegas.
Vinos orgánicos, una filosofía de trabajo
"Somos el productor orgánico número uno de la Argentina. No es una estrategia comercial, es una filosofía de trabajo. Estamos convencidos de que es la mejor forma de expresar el lugar", plantea Juan Pablo Murgia, enólogo de Argento y uno de los referentes de los vinos sustentables de la vitivinicultura nacional.
"Trabajamos en balance con el sistema agreocológico, con la flora y la microfauna. Nuestra filosofía esta basada en el no uso de pesticidas y herbicidas y todo eso lo notamos reflejado en el vino, en la calidad de fruta", plantea Juan Pablo, quien busca derribar cualquier teoría que indique que organolépticamente no es posible identificar las virtudes de un vino 100% orgánico frente a aquellos ejemplares elaborados a partir de uvas trabajadas de manera tradicional.
"Todo este trabajo que venimos realizando se siente en la fruta", desafía el enólogo, quien invita a este cronista a probar una uva directo del viñedo.
Juan Pablo reconoce que al comienzo puede resultar más costoso trabajar de manera orgánica, pero asegura que a mediano y largo plazo, los resultados son indiscutidos: las plantas alcanzan más rápido su equilibrio natural, se vuelven más fuertes y se termina generando un ecosistema alrededor de la finca que funciona como una suerte de "sistema inmunológico".
"Intervenimos de manera respetuosa con el ambiente. El viñedo se equilibra y los ataques de insectos y hongos se vuelven esporádicos y son de bajo impacto", agrega Cecilia Acosta, ingeniera agrónoma.
Aprender a convivir con las hormigas para hacer vinos
Lograr que más de 200 hectáreas no dependan de químicos, claro, no ha sido una tarea fácil. Por el contrario, se necesitó de un trabajo con un fuerte foco en I+D.
Por ejemplo, plantaron entre las hileras de los viñedos algunas especies de flora propias del lugar que atraen a determinados insectos que parasitan a aquellos que son malos para la vid.
También, se han convertido en "hormigólogos": la bodega es la que más viene estudiando a estos insectos, dado que es una de las mayores amenazas para la vitivinicultura.
En Argento no las combaten: estudiaron el comportamiento de las hormigas durante años y aprendieron a convivir con ellas.
"Aplicamos diferentes técnicas", cuenta Cecilia. "Por un lado, al dejar la maleza natural entre las hileras, se enfría más el suelo y eso fuerza a las hormigas a hacer nidos en suelos más calientes, que son los más pobres y están alejados del viñedo".
Además, detectaron que debajo de los postes de madera que sostienen los alambres de cada hilera de viñas, se encuentra uno de los lugares predilectos de estos insectos para formar sus nidos, así que están reemplazándolos por postes de metal.
En paralelo, les dan de comer a las hormigas. Sí, el nivel de trabajo obsesivo que despliega la bodega para ser 100% orgánica alcanza un punto tal que les operarios arman un "bufet" de pasto cortado (que es el que llevan al nido para alimentar a un hongo que, posteriormente, se convierte en su fuente de comida) para que no ataquen las hojas del viñedo. Y lo hacen lo más lejos posible de las plantas, para acostumbrarlas a que su sustento no está donde crecen las uvas.
Objetivo: 700 hectáreas para hacer vinos orgánicos
Y todo este trabajo que vienen desplegando lo están replicando a una escala aún mayor: planean duplicar la superficie orgánica para el 2025 y llegar a casi 700 hectáreas libres de químicos.
Para ello, vienen trabajando con foco 100% orgánico en los otros cuatro viñedos de Argento, ubicados en Maipú, Ugarteche y El Carrizal (ambos en Luján de Cuyo) y Altamira, en Valle de Uco.
Además, como parte de este ambicioso proyecto, la bodega (que también está certificada como sustentable y fair trade) está invirtiendo en el desarrollo de un vivero orgánico, para tener material listo para plantar en las fincas y no esperar los tres años que exige la certificación cuando las plantas provienen de viveros naturales.
"Esto es una filosofía de trabajo, no es marketing", refuerza Juan Pablo, dejando en claro que ya no hay vuelta atrás en el camino de la sustentabilidad.