Aun con el dólar a $20, los gastos con tarjeta en el exterior tocan un récord histórico
Tras conocerse la enorme sangría de dólares que generó el turismo internacional en 2017, como consecuencia del atraso cambiario que reinó durante el año pasado, el Gobierno se jugaba una ficha importante este verano.
Ante pronósticos de que el rojo de la balanza sectorial se profundizará aun más, luego de cerrar con un récord negativo de más de u$s10.650 millones, el macrismo estaba expectante ante el éxito o fracaso de la temporada turística doméstica.
Los números fríos del consumo interno que dejó el 2017 y la nueva ronda de aumentos tarifarios que se avecinan, funcionaron como telón de fondo de un inicio de verano que generaba más dudas que certezas.
Para el Gobierno, tener móviles mostrando imágenes de playas semivacías o a productores teatrales quejándose por una mala temporada -como sucedió los últimos dos años- representaba un riesgo latente, dado que podía servir para alimentar los argumentos de aquellos críticos al plan económico oficial.
Un enero malo en la Costa Atlántica o en otros centros vacacionales podía ser interpretado como síntoma claro de que la clase media y media baja está "empobrecida", como plantean referentes de la oposición
También, que la salida de argentinos al exterior es consecuencia del mismo atraso cambiario que alienta las importaciones y afecta a la industria nacional.
En su momento, Cristina Kirchner, cepo cambiario mediante, supo utilizar el récord histórico de visitantes que recibió Mar del Plata en el verano de 2015 para celebrar su programa de "redistribución del ingreso".
Por eso, si hay algo politizado en el arranque del año, ese es justamente el inicio de la temporada veraniega.
En este sentido, enero -el mes más importante para la industria del turismo-, dejó un balance más que aceptable para los operadores locales.
Hay consenso de que el verano 2018 es positivo, aunque sin mucho espacio para festejos desmesurados por parte de empresarios del rubro gastronómico, hotelero y del espectáculo.
Desde la Confederación de la Mediana Empresa plantearon con claridad lo que está dejando esta temporada en la Argentina: un leve crecimiento en la cantidad de viajeros pero con un nivel de gastos más controlado y estadías más cortas que el promedio de los últimos años.
Así este verano volvió a profundizarse la tendencia del "turismo golondrina": más familias, parejas o grupos de amigos que viajan una semana o que aprovechan el fin de semana para hacer una escapada.
El crecimiento en el número de visitantes en las principales plazas se movió con una tasa de variación que fue del 4% al 8% respecto de enero de 2017, pero con la misma tónica en casi todos los destinos: bolsillos más gasoleros.
En el caso de la Costa Atlántica, el Ente Municipal de Turismo marplatentense registró una suba del 4% hasta la primera quincena.
La segunda parte de enero fue levemente superior, con reservas en un nivel cercano al 85%, lo que arrojaría un alza global cercano al 7% en el número de visitantes.
En Cuyo, la provincia de Mendoza concluyó con un avance del 8% en el nivel de turistas, de la mano de un gasto diario por persona de $1.200, según el Observatorio Turístico de esa provincia.
Córdoba, en tanto, cerró la primera quincena de enero con un 5% más de viajeros y los funcionarios estimaban una suba del 8% para la segunda mitad.
Julio Bañuelos, titular de la Agencia Córdoba Turismo, admitió que el gasto de los visitantes "es contenido" y que cada persona está dejando, en promedio, unos $1.300 diarios en esa provincia.
De modo que si se considera la inflación, "quedaría por debajo del año anterior", afirmó.
En este contexto, desde la CAME describieron los cambios de comportamiento que vienen exhibiendo los turistas que apuestan por destinos locales: "Cada vez viajan más salteado, con estadías cortas pero con una o dos frecuencias en la estación veraniega. Buscan playa, seguridad, precio y cercanía".
Según la entidad, el balance de este verano "no está siendo malo" para los empresarios locales, de la mano de un crecimiento del 6% en el flujo de visitantes que se movieron por los principales centros de veraneo del país.
Esto se atribuye a que los empresarios del rubro hotelero y gastronómico tendieron a actualizar sus precios acorde a la inflación o levemente por debajo de la evolución del índice de precios.
"Comer y dormir puede salir lo mismo o menos en la Costa Atlántica que en las playas vecinas", señalan desde CAME.
Sigue el boom de los viajes al exterior
Sin embargo, la entidad reconoce que enero "podría haber sido mejor" si no hubiese sido por –se estima- los 2,5 millones de personas que viajaron a plazas vecinas.
Según CAME, "para los que buscan turismo-shopping el país no es competitivo".
El avance del billete verde, en plena temporada alta de verano, amenazó con complicar las vacaciones de quienes ya habían decidido viajar al exterior.
Tras haber estado durante meses amesetado y por debajo de los $18, la divisa comenzó a escalar fuerte, justo en el mes de mayor afluencia de turistas hacia destinos internacionales.
Sin embargo, este avance cambiario, que acumuló un alza de casi 15% desde mediados de diciembre hasta fines de enero, no cambió la tendencia.
Por el contrario, los "termómetros" que miden el comportamiento de los argentinos en el exterior, están demostrando que un dólar que alcanzó una marca histórica, al rozar los $20, no alteró los ánimos en plenas vacaciones.
Según datos del Banco Central, que sigue día a día la evolución de las compras con tarjetas de crédito realizadas por argentinos en moneda extranjera, los saldos por estos gastos acumularon una cifra récord, de más de u$s800 millones.
Para ponerlo en perspectiva, esto implica un salto de casi 36% respecto de los u$s594 millones acumulados por estas operaciones a fines de enero de 2017 (ver cuadro).
Si el comparativo se traza respecto del primer mes de 2016, cuando ya el Gobierno de Mari ya había liberado el cepo y así "blanquear" el valor del tipo de cambio, el salto es aún más importante, de casi el 100%.
"En parte, esto obedece a que la enorme mayoría de los que viajaron, especialmente en avión, ya tenían comprados los tickets con anticipación. Pero la realidad, que es innegable, es que la Argentina continúa estando cara y la devaluación no cambió drásticamente la ecuación", plantea Tomás Ryan, empresario del sector y ex presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo.
En la misma línea, Julián Gurfinkiel, uno de los fundadores del buscador de ofertas de vuelos Turismocity, asegura a iProfesional que "el valor del dólar no está asustando a nadie".
"Salvo que haya una devaluación más fuerte, algo que no se espera, prevemos que se incrementará el número de argentinos que van al exterior", agrega.
El hecho de que enero confirme un nivel de gastos récord va en línea con lo que dejó el 2017, cuando los turistas dejaron fuera del país la friolera de u$s12.700 millones, incluyendo la compra de tickets aéreos.
Se trató de un salto del 25% en relación con el año previo y una nueva marca histórica.
¿Un dólar a casi $20 no influyó?
Al analizar por qué una devaluación de casi 15% a lo largo de un mes y medio no ayudó a torcer la balanza, surge una variable clave: el poder de compra de los argentinos, que en términos de moneda dura casi no varió respecto del verano pasado.
Es decir que, pese al salto del tipo de cambio, los bolsillos este verano siguen siendo "fuertes" en dólares respecto de la temporada alta 2017.
Para ello, basta saber que:
-En el arranque de las vacaciones del año pasado, el billete verde se movía en torno a los $16,20.
-Considerando un salario promedio de $11.100, esto equivalía a una remuneración de u$s685.
-Teniendo en cuenta que, según el Ministerio de Trabajo, el promedio de subas aplicadas en 2017 fue del 25,6%, esto implica que el mismo asalariado enfrentó la nueva temporada con un ingreso del orden de los $13.950.
-Esta remuneración, frente a un tipo de cambio que en enero promedió los $19,40, permitió adquirir el equivalente a u$s720, es decir, 5% más que el verano pasado.
No es una suba significativa pero ayuda a entender por qué un dólar rondando los $20 no impidió que los gastos con tarjeta alcancen niveles récord.
Al analizar la evolución de las monedas de los principales países de la región en los que más veranean los argentinos, se observa que tampoco hubo grandes cambios.
Si se toma el caso de Brasil, desde fines de diciembre –crisis por tema Lula mediante-, el billete verde se debilitó en esa plaza casi 5%.
Es decir que un dólar en la mano pasó a rendir menos a la hora de contratar servicios o comprar bienes en ese país.
Sin embargo, el valor promedio de enero, del orden de los 3,21 reales por divisa fue prácticamente el mismo que el que la moneda brasileña exhibía en el primer mes de 2017.
Si a esto se suma que la inflación en Brasil fue del 3%, la menor en casi dos décadas, y que los argentinos pudieron comprar un 5% más de divisas con un salario promedio que el verano pasado, esto arrojó una mejora del poder de compra real en territorio brasileño de 2 puntos.
"La Argentina sigue cara en términos internacionales para los bienes de consumo y esto no hace prever una caída de las compras con tarjeta", plantea Ryan.
En este sentido, la BBC difundió un informe de Go Banking Rates, una agencia de información financiera, en el que se reportó que el costo de vida en Argentina es mayor que en naciones como "Francia o que en cualquier otro país lationamericano".
Esto, según Ryan, es lo que también explica el flagelo inverso: la falta de turistas extranjeros.
"En plazas del norte o el sur siguen sufriendo porque la llegada de brasileños y de visitantes de otros países está muy lejos de los niveles históricos", detalla.
Para ponerlo en perspectiva, según datos del Central, en 2010 los turistas extranjeros dejaron en la economía una cifra récord de u$s3.600 millones. En 2017, en cambio, ingresaron u$s1.955 millones, casi 50% menos.