Por qué los argentinos creen en la dudosa "magia monetaria" que promete Milei, según el New York Time
Hace apenas tres semanas, Argentina sorprendió al mundo al elegir a Javier Milei como su nuevo presidente. El economista, representante de una plataforma libertaria radical, proponía una medida audaz: la eliminación del peso argentino en favor del dólar estadounidense. Esta propuesta, que generó un intenso debate en el país y más allá de sus fronteras, plantea preguntas fundamentales sobre la viabilidad y las implicaciones de la dolarización en una nación con una historia económica compleja y desafíos persistentes.
En una columna de opinión firmada por Paul Krugman para el New York Times se dejó en claro que la idea de abandonar la moneda local no es nueva en Argentina. En realidad, el país ya experimentó un intento de vinculación al dólar en 1991, cuando se implementó una ley que establecía una tasa de cambio fija de un peso por dólar. Este compromiso, respaldado por una "junta monetaria", prometía estabilidad al vincular la moneda local a la divisa estadounidense. Sin embargo, la realidad era menos optimista, ya que los pesos no estaban respaldados al 100% por dólares, y la falta de flexibilidad en la política monetaria llevó a una recesión prolongada y desafiante.
La experiencia pasada de Argentina con la vinculación al dólar plantea dudas sobre la efectividad de una medida similar en el presente. El país se encontró atrapado en una situación en la que la imposibilidad de utilizar la política monetaria para estimular la economía exacerbó los problemas económicos existentes. Además, la junta monetaria no abordó de manera efectiva los persistentes déficits presupuestarios que plagaban al país en ese momento.
La elección de vincular el peso al dólar también se enfrentó a críticas fundamentales. Argentina, geográficamente distante de Estados Unidos, mantenía relaciones comerciales más fuertes con China y la Unión Europea que con la nación norteamericana. La fluctuación del dólar, impulsada por factores externos ajenos a Argentina, afectó negativamente la competitividad de sus exportaciones. La década de 1990 fue testigo de un aumento significativo en el valor del dólar, influido tal vez por el auge tecnológico de la época. La vinculación al dólar llevó a que el peso argentino siguiera estas fluctuaciones, afectando negativamente la economía del país.
Interrogantes a la propuesta dolarizadora de Milei
El NYT indicó que, en este contexto, la propuesta actual de Milei de adoptar el dólar estadounidense plantea interrogantes significativas. ¿Puede esta medida ofrecer estabilidad a la economía argentina, o repetirá los errores del pasado? La dependencia de la política económica de otro país, con circunstancias y desafíos diferentes, podría exponer a Argentina a riesgos innecesarios.
Es crucial reconocer que el dinero, en su esencia, puede parecer mágico. Incluso en la era pretecnológica, la capacidad de persuadir a las personas para que intercambien bienes y servicios por piezas de papel sin valor intrínseco era asombrosa. Hoy en día, con transacciones digitales y tarjetas de débito sin contacto, el dinero se ha vuelto aún más abstracto, pero su función persiste.
Sam Bankman-Fried, en un intento previo, trató de convencer a inversionistas de que las complejidades matemáticas podrían generar una alternativa al dólar. Sin embargo, su encarcelamiento posterior sugiere que la realidad económica no puede basarse simplemente en ilusiones matemáticas. La historia nos enseña que la creencia en la magia financiera rara vez conduce a soluciones sostenibles.
La dolarización, como estrategia, plantea desafíos adicionales. La realidad argentina es compleja, con una economía que enfrenta múltiples presiones, desde la inflación hasta los déficits presupuestarios. ¿Puede el dólar estadounidense, con su propia serie de problemas, ofrecer la estabilidad deseada? La respuesta no es tan simple como cambiar una moneda por otra; implica una evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios, así como un análisis profundo de la relación económica y comercial de Argentina con Estados Unidos.
Aprender de la propia historia
Los argentinos, al considerar la posibilidad de dolarización, deben aprender de su propia historia. La vinculación al dólar en el pasado no logró resolver los desafíos fundamentales del país y, de hecho, exacerbó algunos de ellos. Además, la geografía y las dinámicas comerciales actuales sugieren que hay otras opciones a considerar. La dolarización podría, una vez más, dejar a Argentina atada a una realidad económica que no refleja completamente sus necesidades y circunstancias únicas, indicó la publicación.
El pensamiento mágico en materia monetaria persiste, alimentando la ilusión de que cambiar de moneda resolverá todos los problemas. Sin embargo, la experiencia pasada y la complejidad inherente a la economía argentina exigen un enfoque más matizado. La solución a los desafíos económicos no radica simplemente en la adopción de una nueva moneda, sino en un enfoque integral que aborde las causas fundamentales de los problemas económicos del país.