Los mensajes entrelíneas del discurso de Cristina sobre qué pasará con el dólar, los salarios y el consumo después de la elección
Cristina lo hizo de nuevo: en un discurso de campaña dio pautas y señales entrelíneas de lo que será la agenda económica post electoral del Gobierno.
Ya a fines del año pasado en un recordado acto en La Plata, al lado de Alberto Fernández, había dado la pauta de lo que ocurriría en este 2021, al echar por tierra con las expectativas de que hubiera una readecuación de las tarifas de los servicios públicos.
Y ahora, en el acto realizado en Tecnópolis para el cierre de campaña nacional del Frente de Todos, también tuvo definiciones para que el mercado vaya decodificando. Recordó que, como en aquella ocasión, ahora también habrá que tomar medidas para evitar que el crecimiento económico "no se lo queden cuatro vivos".
La primera alusión tiene que ver con la política cambiaria: en su clásica comparación entre su período de gobierno y el de Mauricio Macri, Cristina dijo que mientras en 2015 Argentina tenía el salario más alto de la región, medido en dólares, hacia el final de la gestión macrista el salario estaba en el fondo del ranking.
La frase no tuvo apenas la finalidad de ganar votos en el cierre de campaña, sino que implica toda una definición: para Cristina es importante la medición del salario en términos de dólares nominales más que en términos reales de poder adquisitivo. Esto supone que no se convalidará un salto devaluatorio y que el tipo de cambio oficial debe seguir en una senda de "flotación administrada", haciendo de ancla de los precios.
En un momento en el que se vuelve a debatir sobre si el país se encuentra o no en una situación de retraso cambiario, la vicepresidente dejó en claro que no está dispuesta a avalar políticas que busquen la competitividad por la vía cambiaria.
Por otro lado, habló sobre la necesidad de "no tenerle miedo a las paritarias, por el contrario, hay que incentivarlas". Una pista para suponer que en 2022, la idea de Cristina es habilitar que las paritarias firmen acuerdos que superen la tasa esperada de devaluación, de forma de lograr el objetivo de "subir los salarios en dólares". La última encuesta REM del Banco Central marca que el mercado espera para el año próximo un deslizamiento cambiario de 46%.
"Dólares cuidados" y el caso Dow Chemical
Por otra parte, Cristina fue particularmente enfática en la necesidad de cuidar las divisas y darle un uso prioritario para la reactivación industrial. Recordó "que cada dólar que se paga al Fondo Monetario va a ser un dólar menos para pagar importaciones para que las pymes produzcan, porque necesitan dólares para importar insumos".
Justo cuando mencionaba esa frase, la transmisión oficial tomó en primer plano la cara de Martín Guzmán, que asentía con gesto grave.
Al remarcar que el Gobierno debe canalizar las divisas hacia el uso que se considera prioritario, Cristina está adelantando varios puntos. El primero no es sorpresivo para nadie: que el cepo cambiario no tiene chances de flexibilización en el corto plazo.
El segundo es que se pondrán condiciones en la negociación con el FMI que lleve al mínimo el sacrificio de reservas en los dos años que restan de este período gubernamental.
Pero, sobre todo, la expectativa que insinúa la vicepresidente es que el manejo discrecional en la aprobación de permisos para importar se intensificará. Y que, además, la defensa de las divisas podrán ameritar la intervención estatal sobre decisiones del sector privado.
Fue particularmente elocuente el ejemplo que mencionó sobre Dow Chemical, la empresa de capital estadounidense que, por una decisión de reorganización global, dejará de producir en su planta de San Lorenzo -provincia de Santa Fe- los fenoles utilizados para la industria química.
Para Cristina, esta situación es inadmisible porque supone que ahora habrá que importar desde Brasil esos insumos, lo que implica no solamente la pérdida de trabajo argentino sino además el sacrificio de divisas.
Y, como en otras ocasiones, aleccionó al Presidente sobre lo que debía hacer al respecto. "Alberto, no tenemos que permitirlo, esto es quitarle autonomía a nuestro proceso industrial y drenaje de divisas que necesitamos para seguir produciendo", le dijo al Presidente, que asintió ante la frase.
La carne, una defensa sin autocrítica
Cristina también ratificó que la vocación intervencionista sobre la actividad agropecuaria se intensificará. Como ya había hecho en los últimos días, consideró un éxito el cierre exportador de carne, por el transitorio recorte de precios.
Lo cual hace suponer que, como temen los empresarios del sector cárnico, el supuesto fin del cierre exportador en octubre próximo corre fuertes chances de ser otra vez extendido, de manera que la medida que en su momento se presentó como pasajera pueda tornarse permanente.
Fue uno de los momentos en que la ex mandataria pisó terreno resbaladizo, dado que defendió con fuerza una medida que muchos de sus propios aliados criticaron explícitamente. Fue una suerte para Cristina que no estuviera en el estrado el gobernador santafecino, Omar Perotti, quien criticó al cierre desde el primer momento y usó los mismos argumentos que las gremiales productoras.
La vice reconoció que el costo de la medida oficial es una pérdida de ingreso de dólares por exportación -en el sector se habla de no menos de u$s1.000 millones- pero dijo es la única forma de garantizar que haya consumo interno.
"Obvio que si yo tengo vacas quiero poder venderlas a precio dólar, pero ¿qué hacemos entonces, dejamos que nadie coma carne?, ¿les decimos que a la gente que no van a poder comer más carne hasta que no tengan los sueldos como en 2015?", preguntó Cristina, quien aseguró que su postura no implica una voluntad de "pelearse con el campo".
La realidad es que durante su segundo mandato, como consecuencia del cierre exportador, el stock vacuno se redujo en más de 10 millones de cabezas de ganado y el consumo alcanzó en 2011 su mínimo histórico, con 55 kilos anuales per capita. Esa marca mínima fue luego superada hacia el final de la gestión macrista y cayó ahora a un nuevo récord mínimo de 50 kilos por habitante.
La vehemencia con la que Cristina defendió el intervencionismo en el sector cárnico, sin un atisbo de autocrítica por lo ocurrido durante el cierre exportador de su primera presidencia, deja en claro que hay pocas chances de que se atiendan los argumentos de los productores agropecuarios en el corto plazo.
Finalmente, también es de destacar los temas que estuvieron ausentes el lo que Cristina definió "el debate del día después". Y no hizo mención a una de las iniciativas planteadas por los candidatos del oficialismo, en el sentido de avanzar con una "matriz tributaria progresiva", que se interpretó como una suba de impuestos a la propiedad. Fue una de las ideas más criticadas por la oposición, pero Cristina no se refirió esta vez de manera explícita a futuros proyectos de ley en ese aspecto.