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La "promesa incumplible" sobre la inflación, ¿una amenaza para la candidatura de Massa?

Ya nadie en el mercado cree que sea posible que el IPC de abril empiece con un 3. Y la decepción se produce en pleno debate por candidaturas presidenciales
10/02/2023 - 15:32hs
La "promesa incumplible" sobre la inflación, ¿una amenaza para la candidatura de Massa?

Sergio Massa ya está arrepentido de haberse dejado ganar por su optimismo, que lo llevó a tomar actitudes que cualquier asesor habría desaconsejado: prometer, con cifras y plazos específicos, una baja de la inflación. Ahora, que los precios están repuntando, aquel alarde se le está volviendo en contra, al punto que puede poner en riesgo, más que ninguna otra cosa, su eventual postulación presidencial.

Entusiasmado por la relativa moderación inflacionaria de noviembre y diciembre -cuando el IPC arrojó, respectivamente, 4,9% y 5,1%-, se apresuró a decretar que la inflación ya había abandonado definitivamente el elevado rango en el que se encontraba cuando él asumió el ministerio y que había empezado una senda descendente, a un ritmo de un punto cada dos meses.

Esa afirmación, incluyendo el dato específico de que el IPC de abril comenzaría con un 3, fue repetida por Massa ante auditorios de empresarios y en entrevistas periodísticas, mientras en paralelo las encuestas mostraban una mejora en la imagen pública del ministro y en los ámbitos políticos se empezaba a hablar de que emergía como "candidato natural" del peronismo.

Pero en pocas semanas todo cambió, y no es que en realidad el panorama económico sea mucho más grave que el de diciembre, sino que el propio Massa se encargó de crear una expectativa que ahora no está en condiciones de sostener. La inflación de enero no solamente no será inferior a la de diciembre sino que probablemente esté en el 6%, y la situación no mejora para los próximos meses. De hecho, marzo suele ser un momento de inflación estacionalmente alta, por situaciones como el inicio de clases y el cambio de temporada textil.

Es decir, el pronóstico de Massa sobre una baja continua de la inflación, a un punto por bimestre no solamente era optimista sino que, además, no tuvo en cuenta el "timing" típico  de los precios en la economía argentina.

En definitiva, nadie en el mercado cree hoy que se pueda llegar a abril con una inflación que empiece con 3. Por el contrario, la encuesta REM del Banco Central marca que la expectativa del mercado es un IPC de 5,8% en abril.

Las estimaciones privadas marcan para enero un repunte de los precios: el mes podría haber terminado con una inflación de 6%
Las estimaciones privadas marcan para enero un repunte de los precios: podría haber terminado con una inflación de 6%

Lo curioso es que los bancos y consultoras económicas que participan en la REM están ahora más optimistas y vienen corrigiendo a la baja sus proyecciones de inflación. Sin embargo, Massa no puede festejar ese hecho, por culpa de la ambiciosa meta autoimpuesta.

Massa y el "síndrome de Sturzenegger"

Curiosamente, Massa se puso a sí mismo en una situación análoga a la del equipo económico de la gestión macrista, que había adoptado el sistema de metas de inflación, consistente en un preanuncio de los aumentos de precios esperados para todo un año. Como quedó en evidencia en aquella oportunidad, el problema de esa estrategia es que no tiene término medio: en su mejor versión, esa meta influye sobre las expectativas de los actores económicos, de forma tal que todos contribuyen a que ese pronóstico sobre la baja se haga realidad. 

Pero también puede ocurrir lo contrario: es decir, que ante una señal de incumplimiento cunda la desconfianza y entonces se produzca el efecto boomerang, con actores que intentan cubrirse de subas mayores a las proyectadas oficialmente. Es, de hecho, lo que le ocurrió a Federico Sturzenegger y compañía en 2018 y, a la larga, fue lo que le costó a Mauricio Macri la derrota electoral del año siguiente.

Aquella experiencia frustrada llevó a que los economistas que antes eran partidarios del régimen de "metas de inflación" reconsideraran su postura para el caso argentino, ya que este sistema en realidad está más pensado para la "sintonía fina" que para la caída brusca desde niveles inflacionarios muy altos.

Massa también corre con ese riesgo, porque de la confianza que genere en los actores de la economía dependerá su capacidad para sostener la senda bajista o encontrarse con un repunte en los registros del IPC.

A esta altura, el ministro ya está sufriendo el "síndrome de Sturzenegger" frente a interlocutores de peso, como las empresas de consumo masivo y los sindicatos.

El ex presidente del Banco Central durante la gestión macrista, Federico Sturzenegger, encarnó el fracaso de las metas de inflación
El ex presidente del BCRA durante la gestión macrista, Federico Sturzenegger, encarnó el fracaso del régimen de "metas de inflación"

Para las empresas que se comprometieron a congelar parte de sus precios y a ajustar otros al 4% mensual, no es lo mismo el hecho de dar cumplimiento al acuerdo si efectivamente ven la inflación en un sendero descendente a si advierten un repunte que lleve al IPC otra vez al escalón del 6% mensual.

El mal resultado que ya se anticipa para enero pondrá una nueva cuota de tensión con los empresarios, para una relación ya enrarecida por la inclusión de gremios y piqueteros en la función de inspectores del abastecimiento de productos y cumplimiento de los "Precios Justos".

Pero, acaso más inquietante para Massa, un repunte inflacionario ya torna casi inviable, antes de nacer, la pauta salarial del 60% que el ministro aspiraba a que fuera tomada como referencia por el mercado en el inicio de las negociaciones paritarias.

De hecho, la cúpula de la CGT ya adelantó que no aceptará "techos" salariales, y los grandes gremios, que cerraron sus negociaciones del 2022 con ajustes superiores al 100%, no parecen tomarse en serio la referencia sugerida por el Gobierno. Más bien al contrario, ya se esboza una situación conflictiva en algunas paritarias tomadas como referentes por el resto del mercado, como la de los bancarios.

Errores no forzados

El error de Massa en su meta autoimpuesta resulta sorpresivo porque ya había indicios de que el arranque del año habría una presión alcista en los precios.

Un factor que todos los analistas daban por descontado era el de la carne vacuna, que antes había ayudado a moderar el índice pero que inexorablemente revertiría su comportamiento.

Sobre finales del año pasado, como consecuencia de la sobreoferta causada por la sequía, venía subiendo a un ritmo de 1% mensual, con lo cual tiraba hacia abajo al promedio del rubro alimentos.

Pero llegó el momento en el que los productores empezaron a recomponer sus stocks, y los precios están subiendo otra vez. Un relevamiento de la consultora LCG marca que la carne está otra vez entre los rubros de mayor aumento, con una variación de 5,6%. Y la canasta de alimentos ya está variando a un 6% mensual, lo que implica una fuerte aceleración respecto del 3,5% registrado en noviembre.

Y, además, ya estaba previsto el impacto de los servicios con precios regulados por el propio Gobierno, como el transporte -que registra subas promedio de 40%-, el de la medicina prepaga -con 6,9% en su segunda cuota de incremento-, y la continuación del esquema de subas graduales y segmentadas en electricidad y gas.

Por otra parte, como los economistas más escépticos ya habían previsto, hay señales de desgaste en el programa "Precios Justos", con dificultades de abastecimiento para cerca de 40% de productos de precio congelado.

¿El kirchnerismo retaceará su apoyo?

¿Cómo es que Massa, que hasta ahora había hecho gala de su astucia y "cintura" política para tratar con los actores económicos, no vio ese agravamiento en la inflación? Acaso haya sobreestimado la eficacia de "Precios Justos" o la influencia del recorte fiscal y monetario que vienen aplicando el viceministro Gabriel Rubinstein y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.

O tal vez haya sobreactuado el optimismo adrede, con la intención de influir en las decisiones del mercado. Lo cierto es que ahora se enfrenta al efecto boomerang de su pronóstico: por lo pronto, en el equipo económico ya se redefinió la estrategia comunicacional, de forma tal que no se volvió a hablar sobre el ritmo de caída de un punto por bimestre, sino de que la inflación mensual promedio se ubicará entre el 4% y el 5% durante todo el año. De esa forma, la proyección daría alrededor de 70% promedio, que está dentro de lo calculado en la ley de presupuesto.

Massa sufre el embate de Máximo Kirchner, que quiere influir sobre el plan económico de cara a la contienda electoral
Massa sufre el embate de Máximo Kirchner, que quiere influir sobre el plan económico y tornarlo más funcional a la estrategia electoral

Pero claro, lo que Massa ya no podrá hacer es evitar las consecuencias políticas: el mal "timing" de su pronóstico implica que abril -cuando seguramente la oposición le recuerde su meta incumplida de un IPC que empiece con 3-, será el momento caliente de la definición de candidaturas.

Y esto ha generado dudas en el peronismo: postular a un ministro de economía justo en el momento en que sufre más ataques por sus problemas para dominar la inflación no es un prospecto que resulte aceptable para muchos en la coalición, en particular para los más afines al kirchnerismo.

De hecho, la mayor tensión de estos días previos a la instalación de una mesa de diálogo partidaria es que el kirchnerismo no quiere limitarse a hablar de candidaturas, sino forzar a Alberto Fernández -y al propio Massa- a modificar a fondo la política económica.

Máximo Kirchner ha insinuado que deberían revisarse las metas comprometidas con el Fondo Monetario Internacional. Y, sobre todo, se queja del celo en el ajuste fiscal. Con una nueva caída de 16,6%, en enero se sumaron siete meses consecutivos de reducción del gasto público.

Para el kirchnerismo, esa situación lleva a una situación de tensión social y de pérdida de apoyo electoral hacia el oficialismo. Un síntoma de ello fue la masiva protesta piquetera por el recorte en la nómina de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo, una situación que el Gobierno presenta como una depuración de las listas pero que las organizaciones sociales denunciaron como una exigencia fiscalista del FMI.

Lo cierto es que hoy ya se ha devaluado la afirmación de que Massa sea el "candidato natural" del peronismo. Y en gran medida ello se debe al propio error no forzado del ministro, que por más que logre un registro aceptable en el IPC de abril, no podrá cumplir con la promesa de una baja drástica.

Si se cumplieran las expectativas de la encuesta REM, la inflación sería de 5,5% en febrero, 6% en marzo y 5,8% en abril. Es decir, todos números superiores a los registrados sobre el final del año pasado. Y el dato de abril estaría dos puntos por encima de la meta fijada por Massa.

Para la oposición, esto supone una tentación irresistible para atacar la figura del ministro y recordarle su promesa incumplida. Y para la interna peronista, también.

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