Temeroso del "síndrome Scioli", Rodríguez Larreta se prepara para la batalla legal y financiera
"Quedate tranquilo que vamos a resolver estos problemas de otro modo", le dijo Alberto Fernández a Horacio Rodríguez Larreta, antes de hacer pública su decisión de cortarle un punto de coparticipación de impuestos a la Ciudad para dárselo a la provincia de Buenos Aires, según contó el mismo mandatario.
No aclaró exactamente cuál sería la forma de compensar al jefe de gobierno porteño por la pérdida de más de $35.000 millones de la torta de ingresos federal. Desde que el Presidente dio señales en el sentido de querer recortar recursos de la "ciudad opulenta", se especuló con que, en aras de mantener la "buena onda", la Nación podría ceder terrenos fiscales que luego Rodríguez Larreta podría vender. También se mencionó la posibilidad de que se le permitiera a Ciudad establecer una zona franca para atraer inversiones de empresas de tecnología.
Sin embargo, en una entrevista radial, Alberto dejó una frase sugestiva, que da a entender que la cosa no transitará por carriles tan amistosos: "La Ciudad tiene muchos lugares donde puede corregir gastos que pueden esperar. Puede llevar este problema sin ningún inconveniente", planteó el mandatario.
La frase implica todo un diagnóstico por parte del Presidente: supone que el hecho de contar con un presupuesto de $480.000 millones y ser el distrito más rico del país lo pone en situación de poder perder de golpe un 7% de los recursos sin que eso genere más complicación que recortar gastos superfluos.
Lo cierto es que, antes de la pandemia, la Ciudad proyectaba un equilibrio financiero con déficit cero, pero el efecto de la cuarentena puso en duda ese objetivo.
Hoy, en comparación con el resto del país, la situación de la caja porteña parecería tener un relativo desahogo. En el primer semestre del año la Ciudad recaudó $206.000 millones, un 43% del presupuesto del año, lo cual no está mal dado el impacto de la cuarentena en su fase más estricta.
Como consecuencia de una ley de emergencia, el rubro destinado a remuneraciones del personal ejecutó un 15% menos de lo previsto originalmente. Y la oposición kirchnerista "acusa" a Rodríguez Larreta en su celo por el ahorro fiscal, algo que se refleja en el magro 39% ejecutado sobre los gastos previstos para el año.
Por caso, un informe del legislador porteño Matías Barrioetaveña, del Frente de Todos, reclamaba que la eximición de ingresos brutos que se dispuso para el sector gastronómico también se extendiera hacia los ámbitos de la cultura y el deporte, y además acusó a Rodríguez Larreta de estar subejecutando lo presupuestado en esas áreas.
"La estrategia de Larreta es simple: dejar que la pandemia impacte en la economía y el trabajo de la ciudad, recostándose únicamente en los aportes del Gobierno nacional (ATP e IFE). De esta manera, se reserva el presupuesto para intervenir cuando comience la recuperación, lo que coincidirá, casualmente, con el inicio del calendario electoral", plantea el legislador kirchnerista.
Por otra parte, el argumento para el recorte del punto de coparticipación que anunció Alberto es que, en su momento, la Ciudad había recibido más de lo que correspondía. La denuncia la había hecho el propio Axel Kicillof, en ese entonces diputado nacional, que había calculado que Rodríguez Larreta había recibido más del doble de lo que correspondía.
En definitiva, el punto de vista kirchnerista es que Buenos Aires es opulenta, que había recibido más dinero del que realmente necesitaba, que tiene muchos gastos superfluos de donde recortar y que, para colmo, está subejecutando en rubros importantes para guardarlos para la campaña electoral. Es decir, que no solamente podría hacer frente a la pérdida de estos recursos sino que hasta estaría en condiciones de extender las exenciones de ingresos brutos a más sectores de los que ya la tienen, sin que eso afectara la prestación de servicios.
Antecedentes peligrosos
Lo cierto es que ahora el clima ya es de enfrentamiento político: mientras en Juntos por el Cambio hablan de "violación al federalismo", el presidente esperó al final del mensaje de Rodríguez Larreta para dar su respuesta: un agradecimiento a los gobernadores por haber apoyado su medida de quitarle recursos a la Ciudad.
En ese contexto, no parece probable que Rodríguez Larreta pudiera recibir una compensación importante en lo financiero por parte del Gobierno nacional. Y es por eso que por estas horas muchos en el gobierno porteño se acordaron de Daniel Scioli.
Y es que la historia del ex gobernador bonaerense deja pistas para entender el mecanismo de relacionamiento vía recursos fiscales que supo ejercer Cristina Kirchner. En su característico esquema de premios y castigos según afinidad política, la ex mandataria regulaba los envíos a las provincias y, en situaciones como la de Scioli, podía llegar al extremo de la asfixia financiera.
La consecuencia de ese rigor para con la provincia era que Scioli vivía en un déficit crónico, lo que le generaba una tensión con los sindicatos, como se evidenciaba cada marzo con el inicio de clases.
Cuando se le insinuaba que había un trato injusto, Cristina respondía que la provincia era privilegiada por sus recursos naturales. Por caso, en un acto junto a Scioli en 2012, luego de haber ayudado con un tercio del dinero que pedía el gobernador, enumeró las transferencias hechas por su gobierno en obras, y lo acusó de no gestionar correctamente.
"Tuve un maestro que me enseño que no hay manera de poder sobrevivir si no se administra y gestiona como se debe", decía Cristina, en alusión a Néstor Kirchner. Impávido, Scioli se resignaba a seguir aumentando los impuestos provinciales.
En ese momento nadie en el kirchnerismo recordaba –como sí recuerda hoy Kicillof- que la provincia aporta casi un 40% del PBI pero solamente recibe un 22% de los ingresos.
Llamativamente, si el mismo criterio que se usa para justificar la mejora en la coparticipación a Buenos Aires se aplicara a la Ciudad, entonces se debería aumentar sustancialmente la porción para el distrito porteño, dado que la Ciudad aporta un 22% de la riqueza nacional pero recibe –sumando coparticipación y otros ingresos- un 5,2%.
Y si ese cálculo se hace tomando en consideración, además, la recaudación por comercio exterior, entonces el efecto se acentúa: la provincia recibe un tercio de lo que aporta, mientras que a la Ciudad le ingresa una décima parte de su aporte.
Lo cierto es que Rodríguez Larreta no puede –como recordó el propio Presidente- declararse sorprendido por lo ocurrido. No solamente se viene hablando de este recorte desde diciembre pasado, sino que además hay otro antecedente histórico: el conflicto entre Cristina y Mauricio Macri, entonces jefe de gobierno, por el traspaso del subte.
En 2012 la ex presidente había transferido toda la operación, que estaba en manos de la Nación, al ámbito de la Ciudad, pero se negaba a aprobar los recursos para su funcionamiento. El resultado obvio fue un brusco aumento del boleto, por lo cual el kirchnerismo inmediatamente hizo pagar un costo político a Macri. "Queda claro que la presidente quiere fundir a la Ciudad de Buenos Aires", se quejaba entonces Macri.
Hoy, la relación entre Rodríguez Larreta y Alberto Fernández tiene mejores modales, ambos comparten mensajes televisados sobre la pandemia y se prodigan gestos amistosos. Pero a la hora de "los bifes" –es decir, de repartir la caja-, la situación empieza a tener la tónica que Cristina le imprimió a sus años de gestión.
La hora de las decisiones desagradables
El gran interrogante del ámbito político por estas horas es qué tan preparado está el jefe de gobierno porteño para soportar un embate en el frente financiero. Un informe de la consultora Economía&Regiones plantea que la Ciudad tendrá una disminución de 28,5% de lo que le corresponde por recursos coparticipables, lo cual impactará en un 7% de su presupuesto anual.
Pero lo llamativo es que a la Provincia, beneficiara del traspaso, le implicaría un efecto bastante menor, dado que le agregaría apenas un 3% a su presupuesto anual de un billón de pesos.
"Más allá de las distorsiones presentes en el actual esquema de reparto de recursos federales, consideramos que se discute la redistribución de una torta de recursos cada vez más chica, con estados cada vez más grandes", plantea la consultora.
Mientras tanto, Rodríguez Larreta se prepara para su defensa financiero/política. Su foco es tratar de evitar una suba de impuestos, un objetivo que luce difícil.
Por lo pronto, dirigentes de Juntos por el Cambio recordaron que los 33 hospitales de la Ciudad implican un gasto de $75.000 millones –es decir, el recorte equivaldrá a la mitad de ese presupuesto de sanidad-. Y agregan que la mitad de los pacientes que se atienden allí no son residentes porteños sino de otros distritos, en su gran mayoría del conurbano.
Lo mismo ocurre con la seguridad, el rubro que aceleró los tiempos de la crisis política: el recorte será más de la mitad de lo que Rodríguez Larreta dispone para el presupuesto de seguridad en el distrito porteño.
"La Ciudad es muy solidaria, produce muchísimo más de lo que recibe por coparticipación. Y atiende en su sistema de salud pública a muchas personas que no son de la ciudad. Algo similar sucede con respecto a la educación pública", decía Diego Santilli, cuando ya se insinuaba el recorte y la consigna del larretismo era no confrontar sino hablar de "nivelar para arriba".
Queda ahora la batalla legal en la Corte Suprema de Justicia, pero también en ese punto los antecedentes históricos le juegan en contra. Ya ocurrió -en casos como San Luis y Córdoba- que provincias accionaran judicialmente contra decisiones de la Nación por el reparto de impuestos, y que obtuvieron fallos favorables, pero son causas que llevan tiempo.
Y Rodríguez Larreta, como ningún funcionario con responsabilidades políticas en Argentina, sólo puede vivir el presente urgente.