Para emprendedores: cuánto hay que invertir en la franquicia de un local de medialunas Atalaya
:quality(85)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2025/02/592065.jpg)
Hablar de Parador Atalaya es evocar el aroma inconfundible de medialunas recién horneadas, un recuerdo compartido por generaciones de argentinos que alguna vez recorrieron la Ruta 2 rumbo a la Costa Atlántica. Fundada en 1942 en Chascomús, esta empresa familiar se convirtió en la parada obligada de las escapadas y vacaciones. Ahora, liderada por la tercera generación, Atalaya está en plena expansión bajo el modelo de franquicias, con el objetivo de que, sin importar la época del año o el lugar, todos siempre tengan un local y sus medialunas a mano.
El Parador Atalaya nació de la visión de dos hermanos gallegos, Ángel y Odilio García, que llegaron a la Argentina en la década de 1930. "En los 60 le vendieron el emprendimiento a la primera generación de argentinos, entre los cuales estaba mi abuelo Víctor Eusebio Castoldi", recuerda Juan Ignacio Castoldi, actual vicepresidente de la compañía. Además de los Castoldi, aquella primera generación de empresarios argentinos estuvo conformada por las familias Genaro, Rey, Amado y Camio.
Aunque al principio ofrecían platos de raíz española, como las tapas y paellas, los nuevos dueños fueron cambiando el menú con propuestas más locales, como la parrilla y, por supuesto, las medialunas. Fue en la década del 70 que las medialunas, elaboradas según la receta de la familia Rey —100% manteca, un toque adicional de sal y almibaradas en su justa medida para no cubrir el sabor de la manteca— se convirtieron en el producto estrella. En 2024, Atalaya elaboró unos 15 millones de medialunas, complementadas con productos como alfajores, dulce de leche y su nuevo café propio, todos fieles a la calidad y tradición que distinguen a la empresa.
Con la presidencia de Daniel Castoldi, la segunda generación, se intentó iniciar la expansión de la empresa abriendo locales propios en Mar del Plata, sin embargo, la crisis económica del país y la falta de profesionalización jugaron en contra y el proyecto les quedó trunco. Recién en 2018, con la tercera generación a cargo, lograron consolidar su crecimiento a través del sistema de franquicias.
Hoy cuentan con 18 locales —16 franquiciados y 2 propios— y están próximos a abrir cinco más en ubicaciones estratégicas como el Aeropuerto de Ezeiza, la avenida 9 de Julio, el Shopping Alto Palermo y en la ciudad de Tandil. "Nuestro objetivo es abrir 4 o 5 por año. Preferimos un crecimiento lento pero ordenado y seguro. Cuidamos mucho nuestra marca y queremos sostener negocios a largo plazo", destaca Castoldi. Esta decisión no solo se refleja en la cuidadosa selección de nuevos franquiciados, sino también en la reciente inversión de u$s1.000.000 que hizo la empresa para una nueva planta de elaboración en Chascomús. Este predio, que esperan inaugurar a fin de año, mide unos 1600 metros cuadrados y les permitirá aumentar la producción a 40 millones de medialunas anuales y acompañar el ritmo de expansión hacia el interior del país, comenzando por Rosario y Córdoba en 2026.
Un dato como nota al pie: El 45% de las ventas de las medialunas de la empresa se canalizan en los 2 locales propios de la marca, ubicados sobre ambas direcciones de la ruta 2 en Chascomús.
Para este año Castoldi estima que estarán vendiendo unas 17.000.000 de medialunas y, sin sacarle mérito a su producto estrella, el empresario adelanta que a modo de celebración por las 8 décadas de la empresa, planean relanzar clásicos discontinuados, como el Pan Madrileño, y están explorando nuevos productos, como las galletitas, una linda puerta de entrada al retail. "Celebrar nuestra historia también implica innovar, pero siempre respetando nuestra esencia y lo que demanda la gente," afirma.
Mil dólares por m2 y 2 años para recuperar la inversión
Para quienes están interesados en unirse al negocio, el modelo de franquicias del Parador Atalaya ofrece ventajas claras. Con una inversión inicial de alrededor de u$200.000—incluyendo canon de ingreso, obra civil, mobiliario y equipos clave como hornos y cámaras de refrigeración—, los locales alcanzan una rentabilidad del 15% y un retorno de inversión de entre 24 y los 26 meses de actividad.
Cada local necesita entre 180 y 200 metros cuadrados y entre 7 y 10 empleados para alcanzar una venta promedio de entre 800.000 y 900.000 medialunas por año. "Los recursos humanos son lo más importante del negocio. Si cuidás a los empleados, ellos van a estar contentos, se va a generar un muy buen clima, y van a atender bien a los clientes, por lo tanto, más ventas. Por lo general, trabajamos con jóvenes en su primer empleo. Entendemos que es un desafío, pero cuando hay una buena gestión de los equipos, la diferencia es notoria.", enfatiza Castoldi. Además, resalta la importancia de conocer en detalle los números de la empresa, desde la facturación y los gastos hasta el stock y la caja chica. "Pertenezco a varias asociaciones de empresarios pymes y siempre me sorprende lo poco que conocen los indicadores económicos de sus propios negocios. Conocer los números es clave", afirma.
En esta línea, Atalaya acaba de inaugurar una sala de capacitación de 200 metros cuadrados en Chascomús. Este espacio no solo está pensado para formar a sus empleados y sino también a sus franquiciados junto a sus equipos. "Pero además mes a mes vamos a estar visitándolos en sus locales para analizar, mejorar y controlar juntos los procesos. Incluso les hacemos el profit and loss para evaluar la rentabilidad y la salud financiera del local", destaca Castoldi.
Desde la presidencia y la vicepresidencia, a cargo de Jorge Felices y Juan Ignacio Castoldi respectivamente, hasta el directorio conformado por Cristian De Cicco, de la tercera generación, la profesionalización y el respeto por el legado familiar son los pilares de Parador Atalaya. Por lo tanto, dicen, las franquicias no solo son una forma de expansión, sino una manera de compartir una tradición que ya es parte del ADN argentino. "Por eso es muy importante que el compromiso del franquiciado como embajador de la marca. Antes de firmar cualquier contrato, les advierto que tengan cuidado: estas son las medialunas de mi abuelo. Hay condimentos emocionales. Queremos gente que cuide la marca como propia y piense en el negocio a largo plazo. No queremos capitales golondrina.", remarca para concluir el empresario.