Lecciones de Davos: qué dijeron los líderes sobre el trabajo del futuro y la Globalización 4.0
Entre el 22 y el 25 de enero tuvo lugar en la ciudad de Davos, Suiza, una nueva edición del Foro Económico Mundial, una cita obligada de la que participan cada año los principales referentes de la política, el sector privado y las ONG de todo el mundo.
Por la Argentina hubo una delegación oficial encabezada por el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, y el titular del Banco Central, Guido Sandleris. Ellos fueron parte de los paneles transmitidos en vivo a todo el planeta, aunque su misión principal era la de renovar el apoyo del FMI a las políticas económicas del gobierno de Cambiemos así como presentar un panorama que genere confianza entre los hombres y mujeres de negocios allí reunidos.
Además, hubo empresarios argentinos en la cumbre, como Sebastián Bagó, del Grupo Bagó; Alejandro Bulgheroni, de Corporación Bridas; Marcos y Juan Martín Bulgheroni, de Pan American Energy; Martín Eurnekian, CEO de Corporación América; Victor Dosoretz, de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC); Eduardo Elsztain, de IRSA Inversiones y Representaciones; y Saúl Zang, del Banco Hipotecario.
Sin embargo, la agenda del evento poco tenía que ver con las pretensiones y objetivos particulares de la Argentina. Las discusiones sobre debates globales como las migraciones, las crisis humanitarias, los problemas del medioambiente y la pobreza a manos de nuevas formas de trabajo, se organizaron bajo el lema “Globalización 4.0: Construyendo una arquitectura global en la era de la Cuarta Revolución Industrial”.
En torno al futuro del trabajo, ya el año pasado unas 500 empresas se encolumnaron detrás de una propuesta que se oficializó en Davos, y que viene trabajando para disponibilizar toda la información y la tecnología con la que cuentan esas organizaciones, para efectuar los cambios necesarios en las habilidades de la población, de manera que sean empleables en esa economía digital que ya no parece tan lejana. La promesa era capacitar a un millón de personas antes de 2021.
"Cuando digo que hay una crisis de habilidades, es porque creo realmente que el 100% de los trabajos cambiarán. Si mirás los trabajos creados en los Estados Unidos en los últimos 10 años, dos tercios son digitales. Y hay una brecha entre quienes están en la fuerza de trabajo hoy, independientemente de su edad, y quienes no ven que tengan las habilidades para el futuro", dijo al respecto Ginnie Rometty, CEO de IBM y una de las voceras de esta iniciativa.
Al relatar los resultados este grupo ya está logrando, la ejecutiva contó que por un lado las compañías por un lado están invirtiendo en el "re-skilling" de las personas, por el otro toman aprendices para que se inserten en sus compañías –incluyendo a jóvenes que no hicieron carreras típicas de la economía digital- y además están construyendo escuelas secundarias en 13 países, con programas de seis años, de las cuales los alumnos egresan con un título de asociado a alguna habilidad digital. "Tenemos ya un pipeline de 125.000 chicos en esas escuelas", afirmó.
Pero esta vez la CEO de IBM pidió un mayor compromiso a sus propios pares. Les sugirió reconocer la realidad de que la mayoría de las personas no obtienen un título universitario, pero que de todas maneras pueden capacitarse en estas nuevas habilidades muy específicas y obtener un trabajo bien remunerado. Se trata de los trabajadores de "nuevo cuello", que ella diferencia de los profesionales de "cuello blanco" o los obreros de "cuello azul". Entonces, "las compañías que siempre están tratando de contratar a los graduados de las mejores universidades, deben mirar hacia adentro y pensar qué trabajos puede hacer una persona con estas habilidades, con esa educación de seis años. Hay que cambiar el paradigma de contratación en las tecnológicas también. Incorporar a toda esa parte de la población que siente que la dejaron atrás", expresó.
En la misma línea se pronunció Bill McDermott, CEO de SAP, al contar que su firma encuestó a 12.000 personas en todo el mundo en conjunto con el Foro Económico Mundial, acerca de la cuarta Revolución Industrial, y encontraron un extendido pesimismo; una gran parte de la población anticipa que el impacto de la tecnología en su vida diaria será negativo.
"Nosotros sabemos que es el motor detrás del crecimiento y la innovación, pero no todo el mundo lo sabe", dijo McDermott. "Si para tantas personas hay una preocupación de perder su trabajo ante un robot, estarán más preocupados si la única salida es a través de aprender habilidades digitales. Tenemos que encontrar la manera de iniciar a aquellos no iniciados, de entrenarlos antes de que por ejemplo, los autos y los camiones se manejen a sí mismos", prosiguió.
En este sentido, se refirió a otro estudio que fue presentado durante la cumbre de Davos –realizado por la consultora Edelman- en el cual quedó demostrado que hoy los líderes de las empresas gozan de mayor confianza de parte de la gente que los políticos y los medios de comunicación.
Por eso el CEO de SAP sugirió que los titulares de empresas "tenemos que hacer auténticos y empáticos con las personas, y estar involucrados activamente. CEOs activos y management activo, es crítico. Tenemos que estar al frente de estos cambios y ayudar a los gobiernos a navegarlos", cerró.
Optimistas, manos a la obra
La confianza fue de hecho un tema recurrente en los paneles de Davos. No solo las personas desconfían de cómo la tecnología terminará de impactar en su vida diaria, sino que hay además otra crisis en torno al poder de las empresas sobre los datos y la privacidad de las personas.
Quien planteó al respecto una fórmula muy concreta para superar ese debate fue el CEO de Microsoft, Satya Nadella, quien introdujo como concepto central de que los datos y la privacidad son un derecho humano.
"Tenemos que empezar por el principio básico de que el usuario está en control de sus datos. Son los dueños. Una compañía como la nuestra debería ser a lo sumo un custodio de esa información al ganarse la confianza del usuario. Esa es la transformación y estamos recién comenzando a entenderla. Pero no es solo el sector tecnológico el que necesita entenderlo, sino todos en la economía", afirmó.
En ese sentido, el titular de Microsoft se mostró a favor de diseñar un set de normas básicas y globales para gobernar la creación y uso de tecnologías de alto potencial, como la de reconocimiento facial o de Inteligencia Artificial, de manera de que conduzcan a un mundo más inclusivo. Y consideró que esa es una responsabilidad tanto de gobiernos como de compañías multinacionales.
"Soy un optimista y creo que estos avances de los que venimos hablando pueden ayudar a que el producto global crezca no solo al ritmo que lo viene haciendo hasta ahora, sino para ser más inclusivo", sentenció.
Otro optimista incurable fue el CEO de Alibaba, Jack Ma, quien el año pasado en Davos sorprendió a todo el mundo al decir que por cada Revolución Industrial hubo algún tipo de guerra mundial.
"Creemos que la tecnología es buena para las personas, porque cada revolución tecnológica creó más trabajos. Pero en etapas iniciales lo que crea una tecnología nueva son preocupaciones; preocupación sobre como si no es bien manejada, generará grandes problemas", continuó. "Pero en Alibaba creemos en el futuro. Creemos que la tecnología será inclusiva, sostenible, que la usaremos para mejorar el medioambiente. Hay que aprender a usarla de manera inteligente y darle oportunidades a cada país para hacerlo", continuó.
Por eso consideró que el papel de multinacionales tecnológicas como la suya será ayudar a comprender cómo encauzar la cuarta Revolución Industrial por un camino que derive en mayor prosperidad: "Hacer dinero no es importante para Alibaba. Era importante en los primeros días. Hoy lo importante para nosotros es cómo podemos usar la tecnología para cambiar, para ser mejores, más inclusivos, sostenibles y 'verdes'. Ese es el significado de la tecnología".
Pero lejos de esperar con una sonrisa que la tecnología por si misma conduzca a un futuro promisorio, Jack Ma puso manos a la obra: maestro de profesión, ya anunció que se retirará de la carrera corporativa pronto para dedicar su tiempo a las escuelas fundadas por Alibaba bajo un modelo educativo distinto al actual.
Ma sostiene que en China a los jóvenes se los trata como "maquinas de aprender", cuando en realidad es necesario enseñarles aquello que los distinguirá de los algoritmos, como ser creativos e innovadores.
Reenfocar el debate
Mientras el fundador de Alibaba promueve la reformulación de la enseñanza en etapas tempranas, las compañías nucleadas en Davos se preocupan por educar a los jóvenes para la nueva economía digital.
No por nada se presentó oficialmente durante el Foro la nueva Alianza Global por los Jóvenes, liderada por Nestlé pero conformada por más de 20 compañías que se comprometieron a ayudar a seis millones de chicos alrededor del mundo a mejorar las habilidades que los harán empleables.
En tanto, los organismos multinacionales introdujeron una perspectiva distinta, enfocada en otros grupos vulnerables también.
El Foro publicó recientemente un estudio que asegura que la cuarta Revolución Industrial destruirá alrededor de 75 millones de empleos, pero creará otros 133 millones que hasta ahora no existían, en 20 economías estudiadas. Más preocupante aun, hay alrededor de 42 habilidades que hasta ahora eran cruciales para el trabajo que desaparecerán en los próximos 4 o 5 años.
Pero en ese marco, tanto el Director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, como la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, insistieron en que es inútil insistir en este análisis de cuántos empleos dejarán de existir.
"En el FMI tratamos de no pensar ya cuántos trabajos desaparecerán y cuántos se crearán. Hay habido muchos esfuerzos y buena voluntad en ese sentido pero creo que tener certeza en esos número es difícil", dijo al respecto Lagarde.
En su lugar pidió abordar, por ejemplo, un problema que ya se evidencia ahora y que tiene que ver con el acceso al primer empleo. Indicó que en Europa, un 20% de los jóvenes no estudian ni trabajan; que el 18% del desempleo en ese continente es por ellos, y que la cifra seguro se duplicará.
Guy Ryder, por su parte, presentó la que debe ser, según el entender de la OIT, la agenda para abordar los cambios que se avecinan y cómo se deberían invertir los esfuerzos tanto públicos como privados.
El costo de re-entrenar (re-skilling) a 1,4 millones de trabajadores solo en los Estados Unidos que pueden perder su trabajo por la cuarta Revolución Industrial en la próxima década, será de 34.000 millones de dólares. Según el Foro, el sector privado solo absorberá el 25% de ese monto, dejando al sector público a cargo del resto.
"Sabemos que cambios grandes se vienen pero eso además incluye una serie de inversiones. E invertir en este momento en las personas implica invertir en aprendizaje continuo durante toda la vida (life-long learnign). Este lo vemos como una extensión del ya ampliamente establecido Derecho a la Educación", dijo al respecto el titular de la OIT.
En segundo lugar, la agenda de la organización multinacional indica invertir en las instituciones. "Tenemos que repensar algunos de los conceptos que desarrollamos a lo largo de décadas para regular el trabajo, de manera de llegar a las metas sociales", apuntó Ryder.
La OIT se pronunció además a favor de una regulación internacional de lo que llaman el "trabajo en plataformas", es decir, la cantidad de trabajadores independientes que ofrecen sus servicios a partir de portales y aplicaciones, sin tener un puesto en relación de dependencia. "Lo que nos parece necesario y razonable es que nadie esté en desventaja por la naturaleza de su contrato o su status de trabajo. Se hace necesaria garantías y derechos de trabajo universales", dijo el representante del organismo.
Por último, recomendó invertir en sectores con alto potencial de creación de empleo: la economía verde, el cuidado de las personas y la economía rural. "Eso implica también taclear el problema de la informalidad, que sigue siendo la realidad de la mayoría de los trabajadores a nivel mundial", mencionó.
EL FMI por su parte, insistió no solo sobre la problemática de la informalidad sino además otra de las temáticas que fue introducida en la agenda de Davos en la cumbre de 2018 y que ocupó a varios de los exponentes en esta oportunidad también: la brecha de género.
Uno de los más recientes estudios presentados en el Foro concluyó que el tiempo que llevará cerrar la brecha de género se ha incrementado desde 2017 a la actualidad en lugar de achicarse, y es de 108 años si se persiste al ritmo actual.
"Tenemos confianza en que la tecnología y la automatización afectará generalmente más a las mujeres que a los hombres. Los trabajos impactados de alguna manera serán el 9% de los que hoy tienen los hombres y el 11% de los de las mujeres, que suelen ser más rutinarios, con tareas fácilmente automatizables. Pero en países emergentes, donde hay más informalidad –que también impacta más a las mujeres- si va impactar más a los hombres", dijo Lagarde.
Es por eso que la titular del FMI pidió que se elimine las distintas discriminaciones de género de las legislaciones de los países miembro del Foro, y que las mujeres tengan acceso a los sistemas oficiales de cuidado de personas, lo que les permitiría un lugar más igualitario en su carrera profesional.
Hubo en Davos paneles específicos para abordar el liderazgo femenino tanto en el ámbito empresarial como en el político. Pero también se presentó un informe realizado en conjunto con LinkedIn, que halló que las mujeres son minoría en los campos que ofrecerán mayores oportunidades laborales en el futuro, abriendo así un nuevo frente de las brechas económicas de género.
En ese marco, el co-fundador de la red social para profesionales, Allen Blue, puso el acento en que no solo es necesario formar y dar oportunidades a las mujeres en la tecnología, sino que sería conveniente para las empresas tecnológicas, porque harán "que las máquinas aprendan más eficientemente".
"Es importante que mientras nos movemos hacia adelante, diseñemos y construyamos la tecnología de manera correcta", dijo al reflexionar sobre los prejuicios inherentes que algunos algoritmos ya demostraron tener al haber sido programados sobre todo por hombres.