Mercado en alerta por el doble comando entre Massa y Pesce para intentar controlar dólar e inflación
La economía tiene hoy un doble comando. Por un lado, el Banco Central interviene en los mercados con sus herramientas tradicionales, mientras que, ahora, el Ministerio de Economía monopolizará los títulos públicos en dólares en manos de los organismos del Estado para darle profundidad al mercado de bonos y realizar una intervención que permita contener el precio de los dólares alternativos.
Este doble comando traerá a futuro problemas, ya que no habría coordinación en las políticas monetarias y financieras a llevarse adelante. Es evidente que la interna política comienza a pesar, en el alto mando de las decisiones económicas.
Es un secreto a voces que el Ministro de Economía y el presidente del Banco Central no pasan por un buen momento. Desde el Ministerio de Economía no deseaban aumentar la tasa y pretendían dejarla en el 75,0% anual y el Banco Central pretendía subirla al 80,0% anual. El resultado fue una suba de la tasa al 78,0% anual, ni chicha, ni limonada.
Las medidas adoptadas buscan dos caminos. Uno es mayor poder de fuego para intervenir en los mercados y, de esta forma, disciplinar el precio de los dólares alternativos. Por otro lado, conseguir financiamiento genuino en el mercado vía colocación de bonos en dólares. La externalidad positiva es que el Gobierno conseguirá financiamiento sin necesidad de recurrir a la emisión, mientras que la externalidad negativa es que pesificará el ahorro de los jubilados, presentes y futuros, y dejará sentado un doble comando en materia financiera.
La única verdad es la realidad. La tasa de plazo fijo al 6,5% mensual es muy baja, máxime ahora que se conoció la inflación mayorista de febrero en el 7,0% anual. Todo hace presumir que en marzo el índice de precios al consumidor se ubicaría por encima del 7,0% mensual.
Un escenario para replantear la política monetaria
En este escenario hay que replantear toda la política monetaria, subiendo tasas, achicando el déficit y subiendo encajes. Si el mes próximo solo suben las tasas, no corrigen el déficit y no suben encajes, la brecha cambiaria dirá presente y comenzará a tallar en el mercado una dolarización de carteras, como siempre sucede en los años electorales. No estamos descubriendo nada nuevo.
El déficit fiscal, medido como porcentaje del PBI, se ubica en 9,3% anual. Este valor surge de un déficit primario del 2,4% del PBI e intereses pagados por la Tesorería y el Banco Central por 6,9% del PBI. Esta es la tarea titánica que tendrá por delante el nuevo Gobierno, revertir este escenario de déficit en, al menos, equilibrio fiscal.
El próximo Gobierno debería bajar el gasto público, realinear los precios de la economía local con los precios internacionales, quitar subsidios, reformar el Estado, reestructurar la deuda interna y sentar las bases para gerenciar la deuda de largo plazo, de modo tal de colocar nueva deuda y recomprar vieja, buscando alargar los plazos de pago. Para que esto último ocurra, necesitamos lograr reputación internacional y volver a ser sujetos de crédito, algo que nos llevará un buen tiempo.
A un año vista, vemos una inflación que podría espiralizarse a la suba con el cambio de Gobierno y el ajuste de precios relativos. No descartamos una inflación por encima del 120,0% anual a marzo del año 2023 y un tipo de cambio mayorista en torno de los $600, 3 veces más que el valor actual. No somos tan optimistas con el valor del dólar blue. Si el próximo presidente lleva adelante una política racional, la brecha caerá y podría ubicarse en torno al 60,0%.
La economía y las expectativas electorales
El problema más grave es cómo transitar el camino de la coyuntura. Creemos que después de Semana Santa, y con el vencimiento del mercado de futuros y opciones en la bolsa local, se abre la posibilidad de un rally alcista en bonos y acciones. Para el 26 de junio se cierran las listas de candidatos a presidente, senadores y diputados a presentarse en las elecciones PASO del 12 de agosto.
Restan 94 días para la presentación de listas el 26 de junio y, desde ese día hasta el 13 de agosto, 48 días más para el primer gran resultado electoral del año. En total, 142 días para tener un indicio de quién puede ser el próximo presidente.
Dicen los que saben que 4 meses antes de las elecciones están los candidatos, por ende ingresamos en 22 días en zona de definiciones. El mercado comenzaría a descontar en breve quién puede ganar las elecciones, si en la perspectiva aparece un candidato racional, todo hace presumir que bonos y acciones deberían tener un rally alcista.
La economía se divide en dos caminos, como una Y. Por un lado, tendremos la economía real, en donde la palabra más nombrada es que esto explota. Sequía, falta de dólares, déficit fiscal, escasez de financiamiento y alta inflación parece el camino a seguir. Por otro lado, tendremos la economía guiada por las expectativas electorales, en donde deberíamos ver cómo se comporta el precio de las acciones, bonos, propiedades, campos y otros bienes de la economía.
Los tiempos se aceleran, algunos se refugian en dólares, otros en activos financieros o activos reales, nadie va a quedarse en pesos porque se derriten como un helado en el medio del desierto. Por el momento, se elige la primera opción, veremos qué sucede cuando el 26 de junio se aproxime, y qué nos devuelve el resultado electoral el 13 de agosto próximo. La volatilidad es la que manda, los inversores deberán acomodarse al nuevo escenario, de la mejor forma que puedan.