¿Más cepo al dólar y trabas a importaciones?: esta la visión del economista Marcelo Capello
Marcelo Capello, presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea, dialogó con iProfesional sobre la actualidad económica.
El economista abogó por la prudencia fiscal para poder afrontar los pagos de deuda a partir de 2024. Sobre el dólar oficial, sostuvo que "no está tan barato como muchas veces se afirma". "En comparación con los últimos 20 años, está un 10% por debajo del nivel que debería tener, que tampoco es tan impactante pero le pone límites a la política actual. No hay margen por el lado del tipo de cambio, ni por reservas ni por el lado fiscal. No solo por el déficit sino porque la presión tributaria y el gasto están muy altos", destacó.
-¿Cómo evalúa el arreglo con los acreedores?
-Es un paso adelante porque reprograma servicios de la deuda y genera, pero no asegura, la posibilidad de que esta vez sí cumplamos con nuestros compromisos en el futuro, como lo haría un país normal. En ese sentido, es una excelente noticia. Pero este es un Gobierno que se caracteriza por estar formado por dos grupos internos con visiones no muy similares de la economía. Uno se podría definir como de centro izquierda moderna, donde se ubica el Presidente; en el otro grupo, con una visión más arcaica de la izquierda, se ubica la vicepresidente. Así, un día se anuncia la buena noticia del acuerdo de la deuda, que genera confianza en los mercados, pero otro día se anuncia alguna estatización; o cambios repentinos e importantes en las reglas de juego para un sector económico; o un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, cuando este año ya había subido el impuesto a los bienes personales; o, directamente, se observa un fenómeno de toma de tierras, difícil de parar, donde parece no hacerse mucho por pararlo. Antes eso, obviamente la confianza de los mercados baja. Así, con una de cal y 3 de arena, va a ser difícil que la economía despegue.
-¿Prolongar los vencimientos hasta 2024 da aire a la economía?
-Si Argentina hace bien los deberes en materia fiscal de ahora en adelante, esto permitirá volver a tener un sendero sustentable desde el punto de vista fiscal y cumplir con los vencimientos. Ahora bien, el período de gracia de 3 años es bueno y malo a la vez. Porque también podría ocurrir que en el Gobierno piensen que, dado que recién en 2024 hay montos importantes que pagar, no hace falta avanzar tan rápido al equilibrio fiscal entre 2021 y 2023. Eso podría dejar un déficit todavía importante en 2023, de modo que en 2024, cuando ya debería haber un superávit fiscal importante para hacer los pagos, sea muy difícil lograrlo.
-¿A qué superávit habría que apuntar en 2023?
-El año pasado el déficit fue 0,4 puntos del PIB. Este año, por efecto de la pandemia y las políticas compensatorias, va a estar cerca del 8% del PIB. Sería bueno llegar al 2023 con superávit primario de entre 1 y 2 puntos del PIB para que en 2024 mejore y no haya problemas para pagar los vencimientos de ese año.
-¿Un acuerdo con el FMI puede jugar a favor?
-Sí, porque aún cuando el FMI acceda a reprogramar los servicios que vencen, es probable que solicite que, entre 2021 y 2023, en el período de gracia, se reduzca rápidamente el déficit fiscal y pasemos a un superávit ya en 2023. Sería bueno que ocurriera una exigencia de ese tipo porque, de lo contrario, durante el resto de este Gobierno podrían no ser del todo responsables, considerando que no tienen tanto para pagar.
-¿Cómo ve la promesa de Guzmán sobre un déficit de 4,5% para 2021?
-En Ieral hicimos un ejercicio donde supusimos que, si en 2021 la recaudación se normaliza y vuelve a nivel de 2019 en términos de PIB (18,2%), inclusive con algún aumento de impuestos. Y, a la vez, el gasto del año que viene es igual al de 2020 actualizado por inflación pero descontando los programas especiales por Covid, todo esto permitiría tener un déficit primario de 2,1% del PIB el año que viene. Ese sería un escenario muy ambicioso. El otro escenario, más parecido a lo que dice el Gobierno, habla de un déficit de 4,5% en 2021. Eso indicaría que el Gobierno está pensando en gastar 2,5 puntos del PBI adicionales al gasto que planteaba el escenario anterior. Creo que se podría mejorar porque, cuanto mayor sea el déficit, más emisión monetaria se necesitará para cubrirlo.
-¿Hay espacio para seguir absorbiendo pesos vía Leliq?
-Depende de cómo siga el déficit fiscal. Si el año que viene el déficit sigue en 4,5 puntos del PBI, eso implica que la emisión va a seguir arriba. El margen para seguir retirando pesos como ya hicieron a través de Leliq, se está agotando porque la base monetaria más Leliq ya está en un nivel alto. Si agregamos un año más con el déficit anunciado y emisión alta, aunque lo contrapesen con Leliq, ya nos vamos a estar acercando a esos niveles similares a los que nos llevaron a la crisis de 2018/2019. Es una situación que hay que seguir con mucho cuidado.
-¿Existe riesgo de aceleración de la inflación?
-La inflación no estuvo alta en los últimos meses por la recesión que hubo. Además, los alimentos vienen de 3 o 4 meses con subas bastante bajas, en torno al 1%, cuando el tipo de cambio oficial ha subido entre 2,5% y 3%. Evidentemente, algunos controles de precios que hay en alimentos están retrasando sus precios y cuando haya que renegociar metas, como va a ocurrir este mes, es probable que aumente la tasa de inflación en alimentos para recuperar el terreno perdido en los últimos 3 meses. La actividad económica, al menos, va a empezar a recuperar las pérdidas de la pandemia. Una vez que eso ocurra, los precios van a tener más presión. Si sumamos lo que ya ocurrió y puede seguir ocurriendo en materia monetaria, estaríamos ante un problema mayor.
-¿En cuánto cerrará la inflación este año?
-Es probable que termine la inflación entre 35% y 40%. Hacia el año que viene, va a depender mucho de lo que pase con el tipo de cambio oficial. Ahí hay dos visiones, como en muchos aspectos de este Gobierno. Desde el grupo de Alberto Fernández y los ministros Guzmán y Kulfas le dan importancia a tener un tipo de cambio competitivo y aumentar las exportaciones porque se necesitan dólares. Eso implicaría que no pueden retrasar al dólar sino que lo tienen que actualizar por inflación, como mínimo. Eso elimina la posibilidad de usar el dólar como ancla.
-¿Y la otra visión?
-Es la que responde más a la vicepresidenta y se inclina más a usar el dólar oficial como ancla y tener una política fiscal y monetaria más expansiva aún cuando la economía se empiece a normalizar. El riesgo con esa estrategia es que lleve a una pérdida adicional de reservas, sobre todo de libre disponibilidad. Si el Gobierno de pronto no tiene reservas, se puede ver obligado a aumentar más fuertemente el tipo de cambio o dejarlo flotar. Ahí sí podría haber un salto inflacionario más importante. Eso no quiere decir que eso vaya a ocurrir el año que viene pero, si se usa el dólar como ancla en un año electoral y las reservas no son suficientes, está ese riesgo.
-En ese contexto, ¿hay cepo para rato?
-La forma en que comenzó el Gobierno, con el cepo ya vigente, la necesidad de divisas y la visión que tiene sobre la economía, va a llevar a mantener el cepo. Quizá también se agudice, lo mismo que la protección sobre las importaciones. Es probable que, si tienen problemas con las reservas, agudicen el control y las trabas. Eso pasó entre 2011 y 2015. Si no aumentan las reservas, hay que esperar más restricciones, sobre todo si prevalece la visión cristinista en el Gobierno.
-¿Tienen alguna proyección de cuál sería un valor de equilibrio para el dólar?
-Creemos que este tipo de cambio no necesita una fuerte devaluación para generar una competitividad cambiaria que, combinada con la competitividad que se debe lograr con impuestos, infraestructura y regulaciones laborales, puede permitir un sendero de crecimiento con exportaciones en el tiempo. Pero, por supuesto, tiene que ir acompañado con otras políticas y otra visión en materia de controles. Con el cepo es difícil decir qué tipo de cambio hace falta. El dilema que debe tener el Gobierno con respecto al año que viene es que hay elecciones, tiene que recuperar la actividad y tiene un dólar que está un poco atrasado. Si quiere privilegiar las exportaciones, quizá debería acelerar un poco la devaluación del dólar oficial, quizá este mismo año, para ver si después se recupera la economía para cuando lleguen las elecciones.
-¿Las economías regionales están listas para reactivar e impulsar las exportaciones?
En las economías regionales la mayor oportunidad se está dando ya desde antes de la pandemia en las ventas al exterior de carnes. Especialmente de cerdo, por las compras de China. En granos, el problema mayor hacia el año que viene es el clima. El fenómeno de la Niña puede producir efectos negativos, como ya pasó en años anteriores en que ocurrió dicho fenómeno. Por problemas climáticos, la producción de granos de verano del país en las campañas 2008/2009 y 2017/2018 resultó con caídas en volúmenes de 35% y 26% respectivamente, y se dieron en fases de "Niña". Por otra parte, las economías de las provincias dependen de lo que pase con sus sectores públicos y sus economías regionales privadas. Estas últimas dependen fundamentalmente de lo que ocurra con los precios internacionales de los productos regionales, y esa situación es variable en cada caso. También dependen mucho del tipo de cambio real: un tipo de cambio alto favorece la producción de las economías regionales, que mayoritariamente exportan, y viceversa con un tipo de cambio bajo.