Consultoras pronostican otra fuerte devaluación para cubrir el déficit de cuenta corriente
Federico Furiase, director de Eco Go; Guido Lorenzo, director de LCG; Bárbara Guerezta, economista senior de Arriazu Macroanalistas, y Ramiro Castiñeira, economista jefe de Econométrica, disertaron este jueves sobre la macroeconomía que viene, en la segunda jornada del IX Congreso Internacional de Ciencias Económicas de la Universidad de Belgrano.
Furiase calificó de "Macricidio" el proceso que duplicó de 15.000 millones de dólares a 30.000 millones el déficit de la cuenta corriente entre 2016 a 2017.
Señaló que, como consecuencia, asistimos en 2018 y 2019 a un intento de resolver el déficit externo, con "una macro en modo ajuste del nivel de actividad a la oferta de dólares", que debería permitir cerrar el déficit externo en 10.000 millones de dólares a fin de año.
Sin embargo, advirtió que esa dinámica incluye una serie de círculos viciosos. En ese sentido, indicó que "el ajuste externo tiene un costo muy alto en la inflación", producto de la caída de la demanda de dinero y del traslado a precios de la devaluación, que "aumenta la caída del poder adquisitivo de los salarios".
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Además, aseguró que la caída de la demanda de dinero es la que fuerza el ajuste monetario: "El Banco Central tiene que sobrerreaccionar con la suba de tasas de interés, que amplifica la contracción del crédito".
En ese contexto, el economista pronosticó que la inflación "en el mejor de los casos puede bajar a partir de junio al 2 o 2,5% mensual". Pero anticipó que "es muy difícil que la economía arranque, por el ajuste monetario y la demanda enfriada".
Y reveló que "el Banco Central no va a poder bajar rápidamente las tasas de interés". También señaló que "el ajuste externo fuerza un mayor ajuste fiscal, porque el grueso de la deuda pública está en dólares, lo que complica la capacidad de repago y pasa factura con el riesgo país".
A su turno, Lorenzo coincidió en la preocupación por el proceso inflacionario: "Del 4% mensual se puede transformar en un 10% mensual y escalar rápidamente".
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De hecho, sostuvo que el ajuste del déficit de cuenta corriente de 10.000 millones de dólares va a requerir una nueva devaluación. "Si no podemos bajar el riesgo país, la transición a ese tipo de cambio más alto va a ser complicada, porque se puede hacer a la buena o la puede hacer el mercado", observó, dando como consecuencia una espiralización de la inflación.
El economista reflexionó, en el mismo sentido, que asistimos al "fracaso total del programa monetario acordado con el FMI". Sostuvo que "la profundización del ajuste no nos está llevando a ningún lado". Y que "ya nos quedan pocas anclas nominales", aunque aclaró que no cree que volver a la Convertibilidad sea conveniente.
Como resumen, advirtió que, para el corto plazo, "no se pueden descartar más tensiones cambiarias y una mayor inflación" y que, en ese contexto, el país sólo puede aspirar a "sobrevivir".
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Castiñeira había iniciado la conferencia advirtiendo que, "antes que económico, la Argentina tiene un problema cultural" que consiste en haberse "alejado del mundo" y adoptado un modelo de "economía cerrada" basada en "sentarse sobre el dólar y las tarifas hasta que explote".
En tanto, Guerezta se concentró en las posibilidades que brindan los recursos no convencionales de hidrocarburos, con Vaca Muerta a la cabeza, para desarrollar el sector y volver a un modelo exportador de gas que, según dijo, "podría permitir que bajen las tarifas".
Durante la primera jornada del congreso, llevada a cabo ayer miércoles 10 de abril, el ex secretario de Finanzas de la Nación, Guillermo Nielsen; el profesor titular de la Cátedra Teoría Monetaria de la Facultad de Ciencias Económicas de la UB, Javier Milei, y su par de la Cátedra Política Económica, Diego Giacomini, habían coincidido en que "la Argentina se dirige a una hiperinflación".
Giacomini lo puso en números de la siguiente manera: "Si analizamos a dos años, punta a punta 2018-2019, la inflación va a ser de 116 a 140% o incluso superior".
Nielsen, a su turno, sostuvo que "la Argentina está perdida en una crisis y con una moneda agonizante casi en los últimos estertores". En dicho panel, Giacomini y Milei propusieron un plan para bajar el gasto público en 15 puntos porcentuales del PBI y la presión tributaria en 10 puntos, de 2020 a 2023, ya que, de lo contrario, aseguraron que "estamos yendo derecho a un default y, para evitarlo, vamos a necesitar un superávit fiscal primario de 3 puntos del PBI".