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Síntoma Edenor: la acción subía en medio de los apagones, pero ahora cae ante nuevo "modelo de negocios K"

Los inversores apostaban a la eléctrica cuando parecía inevitable la suba tarifaria. Hoy, se vislumbra un modelo privado-estatal ya sin foco en la tarifa
13/01/2021 - 06:28hs
Síntoma Edenor: la acción subía en medio de los apagones, pero ahora cae ante nuevo "modelo de negocios K"

Si había alguien a quien le cabía el adjetivo de "experto en mercados regulados", ese era Marcelo Mindlin. Sin embargo, su alejamiento de Edenor está dando la pauta de la llegada de un nuevo modelo de negocios, en un entramado público-privado que no pone foco principal en la cuestión tarifaria y cuyos detalles todavía no terminan de verse con total claridad.

La nueva etapa no será fácil, y el hecho de que un experto en crisis como Mindlin haya preferido dar un paso al costado es una prueba elocuente. Su historia en Edenor se pareció mucho a una montaña rusa. Tras haber comprado Edenor a los franceses de Electricité de France -que se sacaron de encima la compañía por una cifra de u$s100 millones que entonces parecía irrisoria y de inmediato iniciaron un juicio al Estado-, el empresario argentino entendió que había que apostar a un cambio de modelo económico.

No era el único que pensaba de esa forma. De hecho, en esa época se retiraron muchos bancos internacionales que habían llegado en los 90, y tuvo su reingreso una nueva camada de banqueros argentinos, entre los que sobresalía el recientemente fallecido Jorge Brito. También los grandes inversores del tipo "equitiy fund" se desprendían de las grandes marcas de consumo masivo, que pasaban a manos de gerentes locales.

No era fácil gestionar negocios en esos tiempos del inicio de la era K, y mucho menos si se trataba de precios regulados. Nadie lo supo mejor que Mindlin, que para sostener las deficitarias operaciones de Edenor tuvo que desprenderse de activos que lo ayudaran a recomponer la caja. Por ejemplo, debió vender empresas eléctricas que había adquirido en San Luis, La Rioja y Salta.

Y fue así que llegó al fatídico diciembre de 2013, cuando el sistema eléctrico colapsó, en medio de temperaturas inusualmente altas, y medio Buenos Aires quedó sin luz durante períodos récord. El argumento defensido del gobierno kirchnerista de entonces fue curioso: aludía a que, en el fondo, el mega apagón era un síntoma positivo: el país crecía a tal ritmo y el consumo de electrodomésticos como aires acondicionados era tan elevado, que el sistema eléctrico tenía dificultades en seguirle el ritmo.

Sin embargo, otros países de la región, como Uruguay, crecían más rápido que Argentina y tenían la misma ola de calor y no solamente no sufrían apagones, sino que tenían reservas energéticas para asistir a Argentina.

La diferencia, claro, radicaba en la política tarifaria: un uruguayo pagaba aproximadamente ocho veces más que un porteño por la factura de luz. Y la realidad es que los niveles de inversión de las empresas eléctricas había caído a la mitad del que había sido en los años 90.

La paradoja de la acción que todos querían en pleno apagón

El gobierno kirchnerista culpaba a Edenor y Edesur por las fallas, las multaba y criticaba, pero no llegó al extremo de intentar una reestatización: en el fondo, sabía que no era negocio ni desde el punto de vista político ni empresarial, dado que no habría quedado otra alterantiva que debutar con un "tarifazo".

Fue así que el sistema continuó con "parches" hasta el final del mandato kirchnerista. Lo raro -o acaso no tanto- de ese momento era que el apetito de los inversores por las acciones de Edenor nunca cesaba.

De hecho, quienes más se enriquecieron en esa época con la especulación bursátil fueron quienes apostaron por las acciones de Edenor, que en 2013 subieron un 337% y que batieron marcas como la de haber subido 18% en una única jornada.

La suba tarifaria del macrismo permitió una inversión que llevó a quintuplicar el valor bursátil de Edenor
La suba tarifaria del macrismo permitió una inversión que llevó a quintuplicar el valor bursátil de Edenor

Parecía raro semejante entusiasmo inversor para una empresa técnicamente quebrada,con tarifas congeladas, que había caído en default con sus proveedores y que necesita del subsidio estatal para pagar los sueldos. Pero claro, ahí reside exactamente la lógica del inversor arriesgado con filosofía "contrarían": adelantarse a los cambios de escenario.

En otras palabras, todos entendían como inevitable la llegada de una actualización tarifaria que volviera a Edenor a los números en azul.

Y, efectivamente, eso fue lo que ocurrió con el cambio de gobierno: la llegada de Mauricio Macri permitió recomponer ingresos y los inversores lo celebraron. La acción de Edenor en Wall Street se multiplicó por cinco desde la victoria electoral macrista hasta el inicio de 2018, cuando empezó la crisis financiera.

En ese momento, la compañía dirigida por Mindlin llegó a tener una capitalización bursátil de u$s2.800 millones, un número que hoy parece increíble y habla a las claras de la pérdida de valor de los activos argentinos.

Los aproximadamente u$s100 millones pagados por el 51% de las acciones de Edenor que controlaba el grupo Pampa lucen como una cifra irrisoria para la mayor distribuidora eléctrica del país, que tiene licencia para dar servicios a unos tres millones de clientes en una zona de 4.637 kilómetros cuadrados, donde por otra parte vive la población de mayor consumo y poder adquisitivo.

Caída de la acción y un "colchón" para los apagones

La situación de hoy, a diferencia de aquel fatídico 2013, muestra a los inversores en una actitud totalmente defensiva. Si bien en los últimos días hubo un "rally" de las acciones, esto fue motivado por la obligación de que los nuevos dueños de Edenor realicen una oferta de compra -una OPA, en la jerga bursátil- para todos los accionistas que hayan adquirido participaciones de la compañía.

Pero Edenor no escapa a la tónica general de los papeles bursátiles argentinos: pese a tener precios de ganga, los inversores se han mantenido al margen, al punto que mientras otros mercados accionarios tuvieron ganancias en plena pandemia -porque se anticipa un rebote de la economía- en Argentina prevalece la cautela.

Los motivos, afirman los expertos, residen más en las cuestiones políticas y macroeconómicas que en los fundamentals de cada empresa. Las dudas sobre si se podrá sostener la política cambiaria sin una devaluación brusca, las dificultades para llegar a un acuerdo con el FMI y los recientes conflictos con el sector más dinámico del país -el agro- pesan más que el atractivo de los precios baratos.

En el caso de Edenor, el mercado ya se había adelantado a la situación tarifaria que ahora se está constatando. De hecho, todavía con Macri en la presidencia -y ya con evidencias de que no había margen político para retocar tarifas- la acción de Edenor había perdido del 90% de su valor desde el nivel máximo alcanzado en pleno auge del "tarifazo".

Y la pandemia no hizo más que acelerar los temores que ya existían en el plano político. En su último informe a la bolsa, la compañía de Mindlin registró una vuelta a los números rojos, con una pérdida de $1.836 millones en un período de nueve meses. Todo un contraste contra la ganancia de $17.000 millones que había informado un año antes.

Por otra parte, la empresa tiene una deuda financiera de u$s111 millones, en su mayor parte correspondiente a la emisión de una Obligación Negociable que vence en 2022. De todas formas, los acreedores están en condiciones de reclamar el pago anticipado. La de Edenor no es una situación que la pone al borde de un riesgo de default financiero inminente, pero tiene una perspectiva de deterioro de caja en la medida en que la situación tarifaria no se normalice.

De momento, según trascendió en el ámbito político, la "autorización" dada por Cristina Kirchner al ministro Martín Guzmán es de un 9% en marzo, un mes que coincide con los incrementos salariales y en el que, por lo tanto, se genera menos "ruido" político.

Pero la cuestión de fondo, una vez más, es la que dominó todo el período kirchnerista: Edenor, igual que sus colegas del área metropolitana, operan con un capital de trabajo negativo y desde inicio de la cuarentena tuvieron que incurrir en impagos con la mayorista Cammesa para poder continuar con sus operaciones y solventar los costos de mantenimiento del sistema.

Cammesa tiene como accionista al Estado, y la cuestión tarifaria -las empresas aducen que necesitan una actualización de más de 60% para volver a la situación operativa de fines de 2019- está bajo revisión del ENRE, un área de influencia kirchnerista.

Todo lo cual conforma un combo políticamente explosivo. A diferencia de lo que ocurría en 2013, cuando el sistema había colapsado y el mercado interpretaba la inevitable llegada de una corrección tarifaria, ahora todavía queda un relativo "colchón" construido gracias a la actualización tarifaria del cuatrienio macrista.

En otras palabras, hay cierto margen para el retraso tarifario sin que ello implique un desastre inmediato de cortes en el área metropolitana. De hecho, uno de los focos de propaganda política que había hecho el macrismo era que había logrado hacia 2018 una caída de 42% en las fallas de baja tensión, gracias a las mejoras de mantenimiento del sistema.

En aquel momento, la "chicana" con la que contestaba el kirchnerismo era que ese supuesto logro estaba, en realidad, escondiendo la menor actividad industrial y comercial. Pero la realidad de la pandemia hizo que, para bien o para mal, hoy esa demanda energética sea menor aun.

Negocios en un nuevo paradigma

En definitiva, lo que el mercado bursátil, el "establishment" empresarial y el ambiente político están interpretando es que el caso Edenor es todo un síntoma de cambio de época.

No solamente el regreso a las políticas intervencionistas y al manejo discrecional de los precios regulados, sino a un cambio de modelo en el propio manejo de las compañías. No por casualidad la expresión "capitalismo de amigos" volvió a ponerse de moda, superando incluso la de "burguesía nacional" que le gustaba a Néstor Kirchner.

Y al ver el desembarco en Edenor de la dupla mediática Daniel Vila-José Luis Manzano, junto al empresario del sector de cloro Mauricio Filiberti, muchos recordaron la llegada del grupo Eskenazi a YPF, cuando todavía el socio dominante era Repsol.

Ese ingreso fue, en realidad, una concesión política de los españoles que, a cambio de una disminución en sus niveles de inversión, obtenían como concesión un período de paz política y respeto a su contrato que le permitía seguir exportando petróleo argentino.

José Luis Manzano, nuevo accionista de Edenor, encarna el empresario del modelo de negocios que se viene
José Luis Manzano, nuevo accionista de Edenor, encarna el empresario del modelo de negocios que se viene

Ahora, todavía no termina de entenderse cuál sería la ganancia empresarial de hacerse cargo de una compañía condenada a no tener actualizaciones tarifarias por un buen tiempo. Pero algo tiene en mente Manzano, a quien nadie le quita mérito intelectual ni mucho menos capacidad como lobbysta, y quien dos meses antes de la noticia había dicho públicamente que Argentina tenía el desafío de generar energía "a precios accesibles tanto para el gas, la electricidad y el petróleo".

Traducido al sector político, eso significa que se trata de un empresario que no pondrá toda la energía en reclamar más tarifa sino en buscar un nuevo paradigma del negocio. "Edenor ofrece mucho potencial, más allá de la coyuntura", dijeron en el grupo comprador. Y en el Gobierno se entusiasmaron con la posibilidad de tener un nuevo interlocutor que hable el mismo idioma y que esté dispuesto a hacer inversiones antes de empezar a reclamar.

Manzano, que ya controla la distribución eléctrica en su provincia natal de Mendoza, ya cuenta indirectamente con participación en Metrogas y compañías petroleras. Si algo no pone nervioso a Manzano es la gestión de empresas con estrés financiero, dado que adquirió firmas en el área energética en default a las que reestructuró la deuda.

Y ahora, con la operación de Edenor, pasa a ser socio de Filiberti, un misterioso personaje que forjó su fortuna gracias a la provisión en exclusividad de cloro para Aysa. Lo cual implica una estrecha relación con el líder sindical José Luis Lingeri y con Sergio Massa.

Filiberti domina ese negocio desde 2007, y recién ahora captó la atención política, como consecuencia del negocio de Edenor. El bloque legislativo que responde a Elisa Carrió presentó un documento cuestionando esa operación.

"Hoy vemos estupefactos cómo tres empresarios fuertemente ligados al poder político, tal vez 'expertos en mercados regulados', seguro proveedores privilegiados por el Estado y propietarios de medios de comunicación acaban de adquirir el paquete accionario mayoritario de la empresa proveedora de electricidad, Edenor", sostiene el informe presentado por la Coalición Cívica, sobre el cual nadie en el Congreso cree que pueda tener consecuencias políticas que vayan más allá de lo mediático.

Mientras tanto, la acción de Edenor volvió a la zona de u$s3,50 -terminó el "rally" que la había llevado a u$s4,24, mientras los nostalgiosos recuerdan aquellos días de hace tres años en que había tocado la cotización de u$s38. Para algunos, un síntoma de decadencia; para otros, la oportunidad que ofrece un nuevo clima político.