Esta es la asombrosa historia del fundador de banco Supervielle | Por Daniel Balmaceda
Ropa y zapatos en la orilla del río. Las aguas, imperturbables, quedaban como único testigo de aquella escena de tan mal presagio. Los padres, acompañados de los hijos más un puñado de vecinos de Oloron Sainte-Marie, buscaron a Bernard Xavier Supervielle, de 14 años. Pero no apareció.
Semanas más tarde, cuando la resignación ya se había instalado en el pueblo, Romain, joyero, relojero, cambista y padre del joven desaparecido, advirtió que cada uno de los rollos de veinte napoleones de oro que atesoraba habían perdido peso. Al contarlos, descubrió el enigma. Ya no eran de veinte, sino de diecinueve. Faltaba uno en cada paquete. Feliz, comunicó la noticia a la familia: Bernard estaba vivo. Se había fugado.
Ocurrió en 1862 y no ha logrado establecerse qué hizo el fugitivo los primeros años. A fines de 1865 se embarcó rumbo a Rio de Janeiro. Sin embargo, su plan tuvo que modificarse porque en la ciudad brasileña había una epidemia de cólera y el barco siguió su rumbo hasta Montevideo. De esta manera imprevista, el primer Supervielle llegó al Río de la Plata.
Cambió su nombre –se convirtió en Luis Bernardo– y evitó realizar el trámite de inscribirse en el consulado para evitar que su familia pudiera encontrarlo y sortear los siete años de servicio militar obligatorio en su patria. Pero un amigo del padre lo reconoció en el puerto de Montevideo. Aunque no pudo seguirlo, porque este hombre estaba embarcándose con el fin de regresar a Francia, sí corrió a la casa de los Supervielle en Oloron Sainte-Marie y anunció a Romain: "Tu hijo está vivo, en Montevideo".
Se restablece la relación familiar
El vínculo familiar se restableció poco tiempo después, a partir de dos hechos puntuales. El joven, que ya empezaba a afianzarse como relojero, regresó a Francia. Quería solicitar el perdón del padre y devolver el "préstamo" de los napoleones. Por otra parte, en 1871, un hermano de Luis Bernardo, Jules, también viajó al Río de la Plata y se incorporó al mundo de los negocios.
Los dos Supervielle se casaron en Montevideo con las hermanas Munyo, Mariana y María. La prosperidad aumentaba y lograron ser representantes de una marca suiza en Uruguay. Pero el matrimonio de Jules y María terminó de triste manera en el verano europeo de 1884 durante un viaje a los Pirineos. La fatalidad tuvo lugar en España, cuando tomaron agua de una canilla con verdín. Se intoxicaron. Con cinco días de diferencia murieron los dos.
Los hechos fueron evocados por el hijo de ellos, quien también se llamaba Jules: "Nací en Montevideo, pero tenía apenas ocho meses cuando partí un día hacia Francia en brazos de mi madre que allí moriría, la misma semana en que lo haría mi padre. Sí, todo eso dicho en una misma frase ¿Una frase, un día, toda la vida, no es acaso una misma cosa para quien naciera bajo los signos gemelos del viaje y de la muerte?".
El pequeño hijo pasó tres años con su abuela materna y luego se incorporó al grupo familiar de sus tíos. Se convirtió en poeta y escritor, vivió entre París y Montevideo, e intimó con Ricardo Güiraldes y Victoria Ocampo.
En 1887, el fugitivo Luis Bernardo fundó el Banco Supervielle en la ciudad uruguaya. De inmediato sumó una sucursal con tres empleados en Buenos Aires, en un sencillo local de 25 de mayo y Piedad (hoy Bartolomé Mitre). Sin dudas, el conocimiento adquirido a través de su padre rindió sus frutos. Recordemos que el progenitor era cambista, profesión muy fructífera, ya que vivía a cincuenta kilómetros de la frontera con España. Su hijo fue pionero en el mundo de los negocios financieros rioplatenses.
Supervielle, un innovador
Una de sus innovaciones fue disponer de una línea telegráfica propia que uniera ambas casas bancarias, la uruguaya y la argentina. De esta manera consiguió que sus clientes de Montevideo se enteraran en tiempo real sobre el flujo de las acciones en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
La otra innovación fue ofrecer cajas de seguridad. Si bien ya existían los "coffres forts" como negocio específico, el Supervielle contrató a la francesa Fichet, especialista en cajas fuertes y se convirtió en el primer banco que implementó el servicio en ambas orillas del Plata. El alquiler de cajas de seguridad era especialmente recomendado para las familias que viajaban a Europa por una temporada y necesitaban dejar documentos, títulos de propiedad, joyas y otros bienes.
Luis Bernardo se encontraba en una de su estancias en Uruguay cuando ocurrió un accidente: recibió la certera patada de un caballo. Nunca logró reponerse. Murió en París el 2 de julio de 1901. Cumpliendo con el deseo póstumo, sus restos fueron trasladados a Montevideo. Luis, el hijo del genio de las finanzas, tenía 21 años y debió abandonar sus estudios en Francia para hacerse cargo del banco y otros negocios. El joven, heredero del talento paterno, incorporó a varios miembros de la familia en el grupo societario. Entre ellos, a su cuñado Etienne Barón, casado con Ana Supervielle.
En 1906 establecieron un nuevo polo de acción: el sur de Brasil, gracias a la relación comercial que lograron con Juan Ganzo Fernández, un baluarte que dominaba los aspectos técnicos de las telecomunicaciones. El Banco Francés Supervielle puso un pie en Brasil cuando se fundó la compañía telefónica en Río Grande do Sul, en 1908.
Mientras tanto, realizaron la tercera mudanza de oficinas en Buenos Aires, necesaria por su crecimiento. En 1909 inauguraron un edificio propio en San Martín 154, entre Bartolomé Mitre y Cangallo (hoy Perón), desconociendo -ellos y todos- el valor estratégico del lugar: pocos años después, se asociaron al grupo que proyectaba la Galería Güemes, el edificio más alto de su tiempo en la capital argentina. Esto fue fundamental porque, para que por debajo de la mole hubiera un pasaje, se necesitaba el terreno de los Supervielle sobre San Martín, quienes accedieron sumándose a la empresa.
Cuando se analizaba el poderío del grupo francés, la respuesta era que su fortaleza era la unión de toda la familia tirando hacia el mismo lado.
Se diversifican los negocios
Fueron progresando y diversificando los negocios. Otro terreno en el que se anticiparon fue el del turismo. En Buenos Aires, en 1915, crearon una agencia que conjugó el nombre de Expreso Internacional. Por eso, se llamó Exprinter. Su expansión fue inmediata.
La primera publicidad gráfica de corresponde al invierno de 1916 y decía: "¿Por qué pasa usted frío, cuando Exprinter ofrece veinte excursiones en Paraguay, Alto Paraná, Cataratas de Iguazú, Brasil, donde el clima es tibio, suave y la naturaleza maravillosa?". Sumaron la costa atlántica, Patagonia, las Sierras, las termas y, finalizada la Primera Guerra Mundial, también ofrecían paquetes para recorrer a las ciudades europeas. Ellos fueron quienes proyectaron en Uruguay un nuevo destino turístico para los argentinos: Punta del Este.
Si bien Exprinter, que también se dedicó a los servicios financieros y el mercado cambiario, ha de contarse entre las actividades más reconocidas encaradas por esta familia de origen francés, debemos remarcar que los Supervielle, honrados, confiables e inteligentes, han integrado numerosos directorios de empresas que se dedicaron a objetivos tan diversos como inmobiliarias, saladeros, frigoríficos, hoteles, medios de comunicación, teléfonos, aguas minerales, lácteos, materiales para la construcción y cervezas.
Todos dignos descendientes de Romain, el cambista de los Pirineos.