Guzmanomics: diez claves en que se basa la apuesta al crecimiento económico post canje
Quienes lo frecuentan aseguran que a Martín Guzmán le dura la alegría. Es lógico. El contundente resultado del canje de la deuda le da a su gestión el primer éxito destacado y, ya en el terreno personal, cree que le da una revancha frente a quienes desde los centros financieros le habían augurado el fracaso. Incluso hacia aquellos consultores estrella de la City que, en forma despectiva, lo calificaron de "ministro de la deuda".
El ministro cree que, con el camino de la deuda privada despejada, ahora tiene una oportunidad histórica para sacar a la economía de la postración.
Guzmán ya anunció que sus próximos dos desafíos de corto plazo serán el envío al Congreso del Presupuesto 2021 y el encarrilamiento de las negociaciones con el Fondo Monetario. Pero además de ese balizamiento de lo que viene, el economista cree que existen datos clave que, hoy por hoy, juegan a favor de la Argentina.
Se trata de variables económicas determinantes. Algunas dependen de la gestión propia, pero otras no: o vienen heredadas de gobiernos anteriores o dependen del escenario internacional. Un repaso de ellas sirve para comprender el momento histórico que tiene la Argentina.
El primero está a la vista: por primera vez en años, la Argentina tendrá despejado el horizonte de vencimientos de la deuda. Falta, claro está, que el Gobierno llegue a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Lo que se puede afirmar es que -a menos de que se caiga en un default con el organismo- en los próximos años no habrá compromisos. Y, lo más importante, es que eso sucederá sin que haya un default en el medio.
Condiciones para el efecto rebote
Lo interesante es que, además, ese escenario auspicioso se combina con otras variables que juegan a favor del país. Y que le dan margen al Gobierno para encaminar la economía en crisis.
- Tipo de cambio competitivo. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, hizo hincapié en esa situación para descartar la necesidad de una devaluación. Sobre una base 100 para el año 2010 -cuando el tipo de cambio se empezaba a atrasar-, ahora se encuentra en 107. Que a su vez se compara con un nivel de 66 (súper atrasado) de 2015, al final del segundo mandato de Cristina Kirchner. Para tener una idea: en 2002, el nivel se encontraba en 178. Conclusión: la cotización del dólar "oficial" está en un nivel aceptable, pero sin margen para perder la carrera contra la inflación. Si los precios se aceleraran, el escenario se complicaría.
- Salarios en dólares. Se encuentran en un nivel muy competitivo. Lo contrario a lo que sucedía durante el último año de CFK como Presidenta. Según un documento elaborado por la economista Marina Dal Poggetto, el nivel actual es de 78 (sobre una base 100 en el año 2010). Para comparar: en 2015 se encontraban a nivel 126.
- Jubilaciones en dólares. Aquí también existe una ventaja comparativa. Sobre la base 100 del año 2010, ahora se encuentran en 89. Muy por debajo del nivel de 143 en el mandato de Cristina. Eso sí, se encuentran tres veces arriba del catastrófico nivel del año 2022.
- Factura eléctrica en dólares. Acá también el dato sale a favor del Gobierno, a pesar del congelamiento que rige desde mediados de 2019. Es decir, que no hay un atraso en los precios que se cobran a los consumidores (medido en dólares constantes). Siempre de acuerdo a los números de Dal Poggetto, el nivel actual de 160 resulta 60% más elevado al del año 2010, cuando las tarifas llevaban una década de congelamiento. Contra el año 2015, la diferencia resulta más holgada: en aquel momento el nivel era de apenas 36. Y en el año 2002, de 138.
- Factura de gas en dólares. Ahí también hay una diferencia notable. Los valores de hoy resultan 86% más elevados que en 2010. Y el doble de lo que se pagaba de gas (siempre medido en dólares constantes) en el año 2015.
- Precios commodities. El precio de la soja nunca volvió a los valores récord de 2008 pero lo cierto es que pudo aguantar distintas crisis, inclusive la que ahora atraviesa el mundo con la pandemia. Los aproximadamente u$s320 por tonelada de ahora resultan apenas inferiores a los u$s340/u$s350 del año 2015. Que, a su vez, prácticamente duplica la que la Argentina tuvo en 2002.
- Petróleo más barato. Lejos de los u$s150 que el barril llegó a costar en los últimos años, ahora apenas roza los u$s45. Este nivel, si bien le quita posibilidades a Vaca Muerta en el corto plazo, permite que la Argentina no caiga en un déficit energético como el de 2015, que fue clave para entender la crisis que explotó ese año.
- Gasto previsional de la Nación. En relación al PIB (tamaño de la economía), acá también se nota el ajuste que recayó sobre los haberes de los jubilados en relación a lo que sucedía en 2015. Ahora, ese renglón se lleva el 7,8% del PIB, contra 9,0% del año 2015.
- Tasa de interés internacional. Los más memoriosos recordarán que cuando el costo del dinero en los Estados Unidos subió por encima del 10% anual, eso hundió a las economías de los países endeudados. Ya hace tiempo que la tasa se mantiene cercana al 0%, y el hecho de que haya certezas de que se quedará en ese nivel al menos un par de años más ayuda al contexto con el que deberá lidiar la economía argentina.
- Argentina con activos baratos en dólares. Después de las sucesivas devaluaciones y el default, los activos argentinos se volvieron muy competitivos en moneda dura. Desde los bonos que surgirán con el canje que acaba de cerrarse hasta la posibilidad de realizar inversiones.
El mercado, buscando señales de confianza
Este último punto resulta crucial. Sin confianza, será imposible que la Argentina recupere el nivel de inversiones de otras épocas, ya sean extranjeras como locales.
Por eso Pesce sacó la cuenta de la cantidad de dólares billete que los argentinos mantienen por fuera del sistema financiero. Dijo que ascendían a unos u$s170.000 millones. Nada menos. Se trata de dinero que se mantendrán en los ¨colchones" o en las cajas de seguridad a menos que la economía les de algún tipo de certezas hacia adelante.
Otro dato a favor: el hecho de que la capacidad ociosa de la industria se encuentre en torno al 50% significa que, sin necesidad de hundir nuevo capital, la maquinaria instalada serviría para ponerse a trabajar y atender un eventual salto de la demanda.
Desde el Palacio de Hacienda aseguran que es la primera vez tras la explosión de la crisis a principios de 2018 que hay cierto ordenamiento: señales por la deuda y por el encauzamiento fiscal, que vendría con la presentación del Presupuesto 2021. Y que el gobierno, en ese contexto, puede garantizar una estabilización aunque sea de corto plazo.
Algunos economistas de la City rechazan este escenario y predicen que habrá una devaluación en el corto plazo porque el Banco Central se queda sin reservas.
Hay un dato que ni el gobierno ni la oposición no los economistas de la City pueden manejar: la extensión de la pandemia. Y ahí es donde, asumen los propios funcionarios, la crisis podría prolongarse.
Sin poder proyectar, sin una recaudación que mejore por culpa de la masividad de contagios, la incertidumbre y el miedo de los ciudadanos, entonces las señales de tranquilidad y ordenamiento que piense Guzmán chocarán contra esa realidad.
Y ahí es cuando todos los parámetros que ilusionan al ministro, en relación a la oportunidad histórica que presenta la Argentina post canje, pueden caer en la nada. En las próximas semanas quedará en claro hacia adónde va la economía.