El enólogo que dejó Francia y se mudó a Salta para elaborar grandes vinos argentinos
La herencia francesa, italiana y española en la vitivinicultura local no es un secreto. Las olas inmigratorias, que trajeron sus conocimientos; el ingreso de material genético de ese continente, y las inversiones de los últimos 60 años por parte de bodegas europeas en territorio argentino forman parte de un largo proceso que ayuda a entender por qué se dice que los vinos nacionales son los "más viejos" del Nuevo Mundo.
Lo interesante es que ese legado se sigue nutriendo. Y de manera bidireccional: cada vez hay más enólogos e ingenieros agrónomos argentinos que cuentan en su CV con vendimias en Europa.
Pero también, hay muchos profesionales que siguen eligiendo dejar su tierra natal en ese continente para emprender un largo viaje hasta estas latitudes.
Un enólogo francés, enamorado de Salta
Tal es el caso de Thibaut Delmotte, que nació en una de las cunas mundiales del universo vino: Borgoña, Francia.
En un largo viaje por Sudamérica, hace ya más de 17 años, recaló en Salta, donde conoció a los propietarios de Bodega Colomé y en ese instante, su vida cambió para siempre: pasó a ser el responsable de la elaboración de algunos de los vinos de más altura del mundo.
Enamorado de Salta, de su cultura y de sus vinos, Thibaut decidió que su vida iba a desarrollarse en los Valles Calchaquíes y así fue como se convirtió en uno de los protagonistas del salto de calidad que han venido experimentando los vinos del Norte Argentino en estas últimas dos décadas.
"Cuando llegué a los Valles en 2005, tenía poca experiencia, unas seis cosechas en Francia. ¡Y la 2022 es mi cosecha número 18 en los valles! Podemos decir que construí profesionalmente en los valles", explica, para luego agregar: "Además, conocí mi señora acá y es donde mi hija y mi hijo se criaron. Es mucho más que el lugar donde trabajo".
En Colomé, Thibaut le pone la firma a vinos de clase mundial, como los que forman parte de la línea Altura Máxima (elaborados a partir de viñedos ubicados de más de 3.000 metros de altura); o Auténtico, un Malbec que busca rescatar la esencia de aquel primer vino que probó en su primer viaje a Salta Donald Hess, quien lo contrató como enólogo cuando estaba al frente de la bodega.
El sueño del vino propio
Ahora, en paralelo, Thibaut está presentando dos joyitas propias y de la mano de Colomé. Si bien todos los vinos son personales para un enólogo (algunos hablan de que son como hijos, incluso), estas dos nuevas etiquetas lo son aún más porque llevan el sello "Familia Delmotte".
Cuando se le pregunta cuándo decidió lanzarse a elaborar sus vinos propios, Thibaut reflexiona: "Vengo de una familia de agricultores, entonces tengo en la sangre esta gana de tener tierra y producir algo de esta tierra".
"Cuando empecé a estudiar viticultura, allá por 1998, y cuando empecé a trabajar en el mundo del vino, inmediatamente quise tener mi vino propio. Por supuesto, al principio pensé tener mi viñedo en Francia, pero cuando descubrí el alto Valle Calchaquí, con todo su potencial y sus oportunidades, naturalmente empecé a imaginar tener mi propio vino acá", explica.
"Cuando hablé de mi sueño a los dueños de Colomé, Chris y Larissa Ehrbar, se entusiasmaron mucho y me ofrecieron asociarse conmigo para lanzar este proyecto. Entonces, es una aventura en conjunto con Colomé, lo cual, obviamente, es una gran ayuda para poder tener éxito en este emprendimiento", señala.
¿Qué propone el enólogo con estos vinos?
Thibaut Delmotte Malbec Natural es un vino donde se entiende el objetivo: el enólogo buscó reflejar eso del terroir que tanto lo cautivó. La pureza y la buena definición de los aromas es lo primero que impacta en este tinto sin sulfitos. La fruta roja, las flores y un especiado sutil conviven armoniosamente en su paleta. En boca, la pureza se palpa. Es un vino consistente, de paladar pleno, con taninos que le dan soporte, pero muy fluido, completamente armónico y balanceado. Sin dudas, uno de los grandes vinos argentinos lanzados el último año.
Sobre este vino, el enólogo explica que está cosechado temprano, fermentado y criado en huevos de cemento, con levaduras indígenas y sin sulfitos (por lo cual es aconsejable tomarlo de aquí a 4 años). Además, no se hacen remontajes y el tiempo de maceración es corto.
Thibaut Delmotte Malbec 2019, va por esa misma línea donde manda la pureza, pero aquí la fruta se vuelve un poco más negra, más madura, y las especias ganan más terreno, con un toque de madera que apenas se percibe y no llega nunca a opacar la intensidad de la materia prima. Al paladar se muestra con buen músculo y una linda energía ácida, compensada con un buen graso. Es un juego de balances entre la frescura bien entendida y la estructura presente.
Este Malbec, explica el enólogo, se cosecha con más madurez, fermentado en tanque de acero inoxidable con levaduras indígenas y con maceración larga, para luego ser criado 12 meses en barricas de roble francés.
"El Alto Valle Calchaquí es un lugar extremo y un terroir único, con un potencial extraordinario. Con mis vinos quiero expresar la pureza, la complejidad y la elegancia de este terruño. La clave acá es adaptarse al lugar y a la fruta que nos da. Dejar que se exprese el terroir y no intentar cambiar sus características", explica Thibaut.
Vinos de dos terroirs extremos
Los vinos provienen de dos zonas ubicadas a 2.600 metros sobre el nivel del mar (para tener una referencia, en una región clave de Mendoza como Luján de Cuyo la altura promedia los 1.000 msnm). Esto le da un factor diferencial que impacta en el color, los aromas y la textura del vino.
"La alta radiación ultravioleta, combinada con la gran amplitud térmica entre día y noche nos da vinos de gran color, concentrado y estructurado pero al mismo tiempo frutados, elegantes y frescos", señala.
Para el Malbec Natural utiliza un viñedo emplazado en la zona de Cachi, donde el suelo es bastante arcilloso y el viñedo está en un valle más cerrado, con un poco menos expuesto al sol. "Entonces me da vinos muy frutado y fresco, de buen volumen y taninos redondos", explica Thibaut.
Como contrapartida, para el Malbec Clásico apela a uvas de un viñedo de Payogasta, donde el suelo es muy arenoso y es un valle abierto con más exposición al sol y una brisa continua que también ayuda a generar una piel más gruesa.
"De esta uva obtenemos vinos frutados y minerales, con buena frescura y volumen en boca todo sostenido por una mayor estructura tánica, que la redondeamos con su paso por barrica", detalla.
Un proyecto de vinos perdurable en el tiempo
Lo interesante es que el enólogo eligió Payogasta para plantar 5 hectáreas propias, las cuales van a entrar en producción el año próximo.
"Este viñedo es el corazón de este proyecto. Creo que para poder garantizar continuidad y consistencia de mis vinos al consumidor es primordial tener viñedo propio para poder hacer un seguimiento diario de la calidad de la fruta", se entusiasma.
Para estas dos etiquetas actualmente está produciendo en total entre 7.000 y 8.500 botellas por año. Una vez que esas 5 hectáreas entren en producción, el objetivo es alcanzar las 25.000 botellas. "Es un número importante. Pero tengo la posibilidad de plantar unos 5 hectáreas más en el futuro, entonces tengo la posibilidad de seguir creciendo", explica, dejando en claro que su proyecto de vida está en esa región del país: "Los Valles Calchaquíes no son solamente el lugar de mi plenitud profesional, es más que nada mi hogar".