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¿Cederías tus recuerdos a Elon Musk? La neurotecnología ya no es sólo ciencia ficción

Neuralink comenzará a implantar chips en el cerebro de humanos para que puedan comunicarse con todo tipo de dispositivos electrónicos
03/02/2022 - 09:27hs
¿Cederías tus recuerdos a Elon Musk? La neurotecnología ya no es sólo ciencia ficción

La neurotecnología será capaz de mejorar nuestras capacidades humanas, pero también de potenciar nuestra memoria, borrarla o reescribirla, e incluso de revelar nuestro subconsciente. Es hoy la mayor amenaza para nuestra privacidad, si no se impulsa una regulación internacional, unos nuevos derechos humanos.

Detrás de los multimillonarios proyectos neurotecnológicos están los de siempre: Elon Musk, Mark Zuckerberg, Google, IBM o Microsoft. Este 2022, el hombre detrás de Tesla o SpaceX asegura que Neuralink, su empresa especializada en interfaces cerebro-computadora, comenzará a implantar chips en el cerebro de humanos para que puedan comunicarse con todo tipo de dispositivos electrónicos empleando únicamente el pensamiento. Estamos sólo ante la punta de un iceberg que supondrá la mayor amenaza para nuestra privacidad.

Hasta ahora se ha logrado registrar la actividad cerebral, monitorizarla, estimularla y leerla. El siguiente paso será cambiarla; el objetivo último, alcanzable antes o después: descifrar los secretos de la mente humana, desentrañar y entender sus enigmas.

Los expertos afirman que la neurotecnología podrá llegar a curar enfermedades como el Alzhéimer, el Párkinson o las lesiones cerebrales, pero también será capaz de crear un nuevo yo, de mejorar nuestras capacidades humanas, de aumentarnos cognitivamente, de potenciar nuestra memoria, borrarla o reescribirla e incluso de revelar nuestro subconsciente.

Son palabras mayores, sobre todo porque estos potenciales avances conllevarán riesgos para nuestra seguridad. Alguien podría querer hacer negocio y mercadear con todos nuestros datos cerebrales.

Aquí reside la trascendental importancia de los neuroderechos, aquellos que protegen nuestra privacidad mental e identidad personal y que Rafael Yuste define como «nuevos derechos humanos».

En declaraciones al medio Forbes desde New York, el neurobiólogo y catedrático de la Universidad de Columbia defiende que los neuroderechos se recojan en la Declaración Universal de Derechos Humanos, porque «la neurotecnología ya nos está permitiendo entrar en el cerebro, que es el que genera la percepción, los pensamientos, la memoria, las emociones, la identidad, la conciencia y el subconsciente.

Estamos a punto de que la neurotecnología transforme al ser humano, y esto puede abrir las puertas al nuevo Renacimiento, por eso los cimientos deben ser sólidos». También el abogado especialista en derecho digital y profesor de la UOC, Sergio de Juan-Creix, considera que los neuroderechos deben incluirse en la Declaración Universal de los DD HH para que existan «unos mismos principios para todos. Después, cada Estado legislará como considere, pero sobre unas bases predefinidas».

El modelo de Chile

Chile es el único país en el mundo que ha legislado sobre los neuroderechos, definiéndolos e incluyéndolos en la Constitución. Ha optado por el modelo médico, es decir, que toda neurotecnología necesitará ser aprobada por las autoridades sanitarias, como ocurre con los medicamentos o con dispositivos médicos como los marcapasos, ciñéndose a los códigos éticos sanitarios.

Algo que no convence a las grandes compañías tecnológicas, que ven una cortapisa a sus ambiciones de negocio: la consultora Neurotech Reports calcula que para 2024 el mercado de las interfaces cerebro-computadora superará los 15.000 millones de dólares.

Pero también puede ser un obstáculo para la innovación, que se puede verse desincentivada. En el estudio Is the European Data Protection Regulation sufficient to deal with emerging data concerns relating to neurotechnology? (2020) investigadores de Oxford, Oslo, Leicester y Hamburgo concluyen que «retrasar el debate puede parecer prudente para no coartar la innovación, pero para prevenir futuras crisis de datos es una necesidad urgente».

Un sensor en la cabeza

Dos expertos españoles estuvieron a comienzos de noviembre en la Casa Blanca, en Washington, convocados por el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El neurocientífico Rafael Yuste, catedrático de la Universidad de Columbia, y el ingeniero Darío Gil, director mundial del área de investigación de IBM, alertaron en la residencia del presidente estadounidense Joe Biden de la inminente llegada de un mundo en el que los ciudadanos se conectarán a Internet directamente con el cerebro, mediante gorras o diademas capaces de leer el pensamiento.

En ese hipotético porvenir, un algoritmo podrá autocompletar la imaginación, como ya hacen los programas informáticos de procesamiento de textos con las palabras. Los primeros dispositivos, todavía rudimentarios, podrían estar en 10 años a la venta en las tiendas de electrónica, según los cálculos de estos expertos.

En una entrevista publicada por el diario español El País, Yuste dijo que "un equipo de la Universidad de Stanford ha conseguido este año (2021) que pacientes paralíticos, que no pueden hablar, escriban como si estuvieran escribiendo a mano, pero a base de pensar, con tecnología implantada. Ese problema, técnicamente, ya está solucionado".

"De aquí a 10 años, si hablamos de tecnología implantada, se podrá meter información de ida y vuelta. La tecnología implantada es muchísimo más potente, pero no la puedes vender en un supermercado, porque necesitas que un neurocirujano te la ponga. Siempre estará en el ámbito médico. El problema ético y social más gordo es la tecnología que no está implantada, la que no es invasiva, porque se puede comprar como si fuese electrónica de consumo, no está regulada, y puede llegar a toda la población", señaló.

Yuste apuntó que "la neurociencia avanza imparablemente y el pensamiento está generado por el cerebro. Cuanto más descodifiquemos el cerebro, más descifraremos la actividad mental. La cuestión no es blanco y negro, es un continuo. Ahora mismo con una gorra puedo averiguar si estás despierto, si estás dormido, si estás atento. Con un casco, mejor. Podría saber qué partes de tu cerebro se están activando: la visual, la de las emociones, la sensorial. Eso hoy. En 10 años, posiblemente podrás escribir a máquina" con la mente.

Yuste advirtió que "físicamente, las señales son tan débiles que tienes que tener el sensor justo pegado al cráneo, por ahora. No digo que no pueda ser así en el futuro. En los próximos 5 o 10 años tendrá que ser una gorra o una diadema".

Apuntó que "tener un sensor en la cabeza será de rigor en 10 años, igual que ahora todo el mundo tiene un teléfono inteligente porque, si no lo tienes, te quedas atrás. Será una cosa muy común. Tener el sensor en la cabeza te permitirá hacer grandes cosas, pero en principio perderás también el control de los datos mentales".

Elon Musk impulsa un proyecto para implantar chips en la cabeza.
Elon Musk impulsa un proyecto para implantar chips en la cabeza.

Interés de gigantes tecnológicos

Yuste reparó que en este negocio "están todas las grandes compañías tecnológicas y muchas otras nuevas. Están surgiendo como setas, porque piensan que va a ser el nuevo salto tecnológico. Están metiéndose también (los empresarios estadounidenses) Elon Musk, Bryan Johnson… Quieren ser los primeros".

"En los últimos años", agregó Gil, "trabajábamos con las redes neuronales para temas de clasificación, como el reconocimiento de imágenes. Pero ahora se están creando modelos generativos: crean un texto, crean diálogos, pueden crear imágenes".

Se preguntó entonces: "La reflexión es: ¿qué es un lenguaje? Un lenguaje es, por supuesto, el idioma, pero también puede ser los sistemas de la química o los entornos de programación. Nosotros hemos utilizado estos modelos para crear moléculas químicas. En el futuro, la inteligencia artificial te va a ayudar a escribir el software, igual que estamos viendo sistemas de autocompletar una frase".

"Es la tormenta perfecta", afirmó Yuste. "Por un lado viene la inteligencia artificial, con estos algoritmos que pasan la prueba de Turing y los vas a tener diciéndote lo que tienes que hacer. Y esto lo conectas con el cerebro. La conexión que tenemos ahora con el algoritmo de inteligencia artificial, en el teléfono móvil, es todavía torpe: con mis deditos, mirando. Imagínate conectar esto con el cerebro humano. Es un estallido con repercusiones fortísimas y muy profundas: científicas, médicas, sociales, económicas y también de seguridad nacional. Por eso nos llamaron desde la Casa Blanca. Es inevitable que ocurra, sinceramente. Es el progreso y será para bien, en general, pero tendrá unas consecuencias profundísimas".