El peronismo, en su encrucijada: ¿cambio de liderazgo y fin de ciclo para el kirchnerismo?
A la luz de las diferencias en el Frente de Todos respecto del acuerdo con el FMI, reaparecen las internas y los rumores de rupturas.
El partido fundado por el general Perón discute y debate sobre su identidad prácticamente desde su creación. Comenzando por aquel "peronistas somos todos" que funde la identidad argentina con la del movimiento político, a las peleas entre sus diversas vertientes en los 60 y 70 que fueron cobrando volumen durante el exilio del líder y que terminaron en una brutal disputa en Ezeiza al momento de su vuelta, nadie ha podido apropiarse total o definitivamente de la denominación de origen.
El peronismo se ha constituido en una identidad polisémica que puede ir de la izquierda a la derecha, del neoliberalismo a lo nacional y popular. Para ser prácticos, del menemismo al kirchnerismo, para quienes nacieron a la vida política en democracia.
Por supuesto que mientras un coro de voces desde distintas posiciones reivindica su condición de peronista, hay dos elementos que parecen estar siempre presentes en las experiencias de este particular movimiento en el poder:
- Por un lado, el acompañamiento de los sectores populares, articulados en coaliciones con vocación transformadora. Pueden ser los sectores medios altos y altos (década del 90) o pueden ser los sectores medios y medios bajos (post crisis del 2001/2003).
- El segundo elemento a considerar es que un conjunto mayoritario de dirigentes acompaña y confirma un liderazgo ganador aportando al proyecto los diferentes recursos institucionales (legislativos, gobiernos provinciales o municipales) y sociales (antes sindicales, hoy más amplios que incluyen a los movimientos sociales).
Peronismo y gobernabilidad
Independientemente del signo ideológico, el peronismo es además una cultura del poder. El partido ha sido identificado a lo largo del tiempo como aquel con la capacidad de resolver situaciones críticas y garantizar por un tiempo cierta estabilidad a un país caracterizado por los movimientos pendulares y las crisis recurrentes. Es el partido de la gobernabilidad.
Sin embargo, esta nueva experiencia parece tener ciertas diferencias con las anteriores. El fracaso precipitado del gobierno de Mauricio Macri aceleró la vuelta al poder sin que estuvieran aún resueltos los liderazgos internos y, por lo tanto, cuál debería ser la orientación del gobierno. La famosa frase del Alberto Fernández, "con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede", encerraba una pregunta que pareció resolverse mágicamente con una sumatoria de espacios y dirigentes políticos que, articulados en un frente común, llegaron al gobierno.
"El partido ha sido identificado a lo largo del tiempo como aquel con la capacidad de resolver situaciones críticas y garantizar por un tiempo cierta estabilidad a un país caracterizado por los movimientos pendulares"
Sin embargo, la precipitación de los acontecimientos hizo olvidar cuáles eran las razones que los habían separado. Se subvaloraron las diferencias ideológicas y programáticas y se sobrevaloraron las cuestiones psicológicas o personales, aparentemente mucho más fáciles de resolver en el pragmatismo de las mujeres y varones de la política.
Así fue que la facilidad con la que se conformó y funcionó la coalición electoral ha tenido su contracara luego en las dificultades para el funcionamiento de la coalición de gobierno. Es cierto, hay que mencionarlo, a los problemas que arrastraba nuestro país, hay que agregarle una situación inédita de pandemia que probablemente permanezca en nuestras memorias por un largo tiempo. Sin embargo, ni lo uno ni lo otro explican la ausencia de mecanismos formales e informales de coordinación al interior de la coalición, las tensiones en actos públicos, las cartas y declaraciones. Y, finalmente, la exposición en carne viva sobre diferencias sustantivas acerca del rumbo económico, que al no encontrar resolución ponen en serias dudas la continuidad de la coalición, afectando así la gobernabilidad.
La pelea por el FMI, ¿un momento bisagra?
El peronismo quedó ahora dividido entre aquellos que respaldaron la decisión del presidente Fernández de acordar con el FMI y aquellos sectores que, del lado de la vicepresidenta Fernández, rechazan los términos del acuerdo. En términos institucionales, quienes acompañan al Presidente parecen haber acumulado en esta ocasión más recursos que el kirchnerismo, no solo internamente sino que también lograron acordar con la oposición un proyecto común, práctica poco habitual en el recetario kirchnerista clásico. ¿Significa esto que estamos ante un cambio de liderazgo en el peronismo? ¿Estamos ante el ocaso del kirchnerismo y el nacimiento de un nuevo ciclo político?
"El peronismo quedó ahora dividido entre aquellos que respaldaron la decisión del presidente Fernández de acordar con el FMI y aquellos que, del lado de la vicepresidenta, rechazan los términos del acuerdo"
Para sostener esta última afirmación faltaría analizar tres elementos centrales. Por un lado, identificar la coalición social que sostiene al Gobierno, atento al magro resultado electoral de 2021 y, por el otro, valorar la posible disputa electoral entre el presidente y su vice, hasta el momento la principal referente del peronismo. En relación a este último punto, tenemos que estar atentos y ver cómo se ordenan los dirigentes y referentes del universo justicialista, pero no ya de cara a la sanción de una ley sino a una batalla electoral.
Al final del día, si pensamos en los cuatro líderes que el peronismo ha tenido hasta el día de hoy (el propio Perón, Menem, Kirchner y la misma CFK), no emerge un nuevo liderazgo sin triunfo electoral que lo legitime. El peronismo paga a ganador.
Tengamos en cuenta el contexto sumamente complejo en que el peronismo se encuentra inmerso para resolver esta encrucijada. Ni el mundo, ni la Argentina, son favorables hoy para resolver este tipo de disputas y, de cara a 2023, el tiempo apremia.