El secreto para que la masa de tu pizza casera sea esponjosa
Si bien puede ser un clásico pedir pizza esos días que da más fiaca cocinar, también debemos admitir que el cocinar la pizza en casa puede tener muchos beneficios. Desde el costo, cosa que no es menor, hasta el hecho de permitirnos hacer mucha cantidad a la vez y que ésta sobre para el día siguiente.
Por otra parte, al ser el propio cocinero, se puede jugar con el grosor y la esponjosidad que se prefiera, asi como también innovar con los gustos, incorporándole a la harina algunos ingredientes como especias o incluso queso rallado.
Si te encantan las pizzas sabrás que hay muchos tipos diferentes, tanto en su forma de cocinarlas, como los ingredientes que se les puede agregar.
A continuación, la clave para que tu pizza casera salga muy esponjosa.
Ingredientes para una masa de pizza esponjosa:
Antes que nada, cabe aclarar que los ingredientes que se pueden encontrar a continuación son para 1 pizza rectangular del tamaño de la bandeja de horno, o 2 redondas.
- 300 gr de harina de fuerza (más o menos unos 3 vasos de agua de 200 ml, aunque si podés pesarla, mejor). Para saber que es harina de fuerza debes ver en el paquete que cada 100 gr ponga que tiene de proteínas más de 11 gr.
- 7 gr de levadura fresca (o 2,5 gr de levadura seca).
- 1 cucharadita de sal.
- 15 gr de aceite (un par de cucharadas).
- 200 ml agua (1 vaso).
Paso a paso:
Realizá el tamizado de la harina, haciéndola pasar por un colador y que caiga en el bol. Este proceso sirve para que la harina no presente grumos o apelmazamientos, y agarre aire para que la mezcla con el agua sea más sencilla.
Agregá la cucharadita de sal y remové. Hacé un volcán en el centro, distribuyendo la harina hacia las paredes del mismo.
Calentá 200 ml de agua (por ejemplo en el microondas, en un vaso, durante 10-15 segundos) hasta que esté a unos 37º, es decir, que la toques con un dedo y la sientas en tu temperatura, ni fría ni caliente (aunque es importante que no te pases de caliente, mejor algo más fresquita, porque si no podrías matar las propiedades de la levadura).
En ese agua, diluí la levadura fresca, y añadí la mezcla al centro del volcán.
Remové un poco con una cuchara, y agregá el aceite. Seguí mezclando para que la harina absorba el agua y la textura no sea líquida.
A continuación, enhariná una superficie de la cocina, poné la masa encima y empezá a amasar. Ahora podés jugar un poco: si la masa se te pega a la mano, dejala reposar 5-10 minutos y volvé a amasarla, podés repetir este proceso varias veces, y vas a ir viendo que cada vez se pega menos. Intenta crear una masa lo más compacta posible, amasando como te sea más cómodo. Para que te quede lo más elástica y fina posible, estírala a lo largo y después enróllala en forma de espiral. Volvé a juntar la masa y repite varias veces.
Hacé una bollo y déjalo reposar en un bol. Pintalo con un poquito de aceite por encima, para que su superficie no quede dura o deshidratada, y tapá con un repasador o un film. Dejala reposar 30 minutos – 1 hora, dependerá de la temperatura ambiente (en verano con 30 minutos basta). Lo importante es que alcance el doble de su tamaño inicial.
Separala en dos partes si vas a preparar dos pizzas redondas, pero no la dividas si vas a prepararla con forma rectangular del tamaño de la bandeja del horno. Empeza con la mano a trabajar cada bollo encima de papel de horno. Estirá la masa primero con las manos y luego si querés con el palo de amasar, ajustando su grosor, aunque lo ideal es hacerlo todo con las manos.
Podés dejarla más o menos fina, y entonces dejarla fermentar de nuevo 15-30 minutos, hasta que le grosor sea de tu agrado. En ese momento, agregá los ingredientes que prefieras y al horno.
Con 10-11 minutos a 200º (y horno precalentado unos 10 minutos antes) será suficiente para que tu masa quede suficientemente jugosa y esponjosa, y los ingredientes fundidos sobre ella.
Tips para que la pizza salga perfecta
Déjala fermentar el tiempo suficiente. En épocas más calurosas, con apenas media hora bastará, pero en invierno puede tardar un poco más. Un buen consejo es dejar el bol fermentando cerca de algún tipo de calefacción (aunque a cierta distancia, sin pegarlo), y así se acelerará el proceso. Vigila que al menos doble su volumen.
Mide bien la cantidad de cada ingrediente así no hay nada en lo que puedas fallar. Y recuerda no pasarte de harina al amasar, ya que podría quedarte demasiado rígida. Procura que no pierda su elasticidad, pero que tampoco se te pegue en exceso en los dedos.
Un truco: si se te pega mucho a los dedos, déjala 5 minutos descansando sin amasarla, y solamente si sigue igual de pegajosa, añade un poquito más de harina.
La harina de fuerza junto con la levadura fresca le aportan jugosidad e incluso un sabor que le da sentido a esta receta. No pienses que utilizar levadura fresca es más complicado, ya que solamente debes disolverla en agua e incorporarla a la mezcla.