La revancha de Cristina Kirchner contra Guzmán: más paritarias cierran con subas del 60%
Las últimas acciones de Cristina Kirchner están dejando en claro que no se limitará a dar el debate en el plano discursivo, sino que está dispuesta a llevar la "confrontación de modelos económicos" a los hechos.
Y que, en tándem con su hijo Máximo, intentará presionar a Alberto Fernández desde el Congreso, con iniciativas que forzarán al Presidente a tomar posición. Ocurrió con el proyecto para que puedan jubilarse trabajadores sin la cantidad de años requeridos de aportes.
Ya hace algunas semanas se había presentado una iniciativa para que el aporte extraordinario de las grandes fortunas que se aplicó el año pasado quedara fijo por diez años. Y, ahora, se agrega otra iniciativa para la controversia, que quiere concretar el reclamo piquetero de un "salario universal".
Todo en un momento en el que el ministro Guzmán empezó a repetir casi a diario que el objetivo del equilibrio fiscal y la disminución de la emisión de moneda sin respaldo no es una imposición del Fondo Monetario Internacional sino una convicción del propio Gobierno.
Para colmo, el kirchnerismo hasta hace quedar mal al ministro al "primerearlo" con medidas que él ya tenía previsto aplicar. Por ejemplo, la aceleración en el esquema de aumentos del salario mínimo, de manera que el 45% previsto para diciembre fuera alcanzado en agosto. Guzmán ya había insinuado que pensaba aplicar esa medida, pero ante la opinión pública fue Máximo Kirchner quien quedó como impulsor de la iniciativa.
Y, en estos momentos, uno de los temas en los que el kirchnerismo está poniendo la lupa es en el acceso de las empresas endeudadas en dólares al mercado cambiario. Según argumentó la vice, el pago de las deudas privadas es uno de los rubros que explican por qué el Banco Central no logra retener divisas en un momento de ingreso récord de exportación agrícola.
La presión K sobre los salarios
En definitiva, todo lo que está ocurriendo es la consecuencia del diagnóstico político de Cristina, que ve cómo los "poderes concentrados" -que incluyen empresas, consultoras de economistas y los medios de prensa- se encargan de "crear sentido común" para que se acepten como naturales e incuestionables afirmaciones que no son ciertas. Por ejemplo, que los incrementos salariales pueden ser una causa de aceleración de la inflación.
Y, lo que está quedando en evidencia es que esa crítica no estaba dirigida solamente a los empresarios y la oposición sino, sobre todo, a la propia interna gubernamental. Cristina está dispuesta a forzar un cambio en la política de ingresos.
Ya antes de su comentado discurso de Chaco, la vice había tenido gestos de abierto desafío a la política salarial que diseñan los ministros de Economía, Martín Guzmán, y de Trabajo, Claudio Moroni. Por ejemplo, cuando el Gobierno se negó a los pedidos para dar un aumento salarial por decreto con una suma fija, Cristina otorgó un bono de $20.000 a los empleados del Senado.
Con ese acto no solamente dejaba en claro su disconformidad con la política oficial, sino que además ratificaba su escepticismo sobre que la inflación pueda ir en un sendero descendente, como había prometido Guzmán.
Luego, al elogiar públicamente al sindicato bancario por haber cerrado una paritaria en 60% tras un conflicto que incluyó un paro, dejó en claro que ese elogio implicaba una crítica a Moroni: el ministro había sido acusado por los dirigentes gremiales de querer favorecer a los bancos.
Y a nadie le pareció casual que, dos cuatro días después de su discurso en el que defendió que no es el salario ni la expansión monetaria lo que genera la inflación, se anunciara en la provincia de Buenos Aires una revisión de las paritarias con los empleados públicos. Así, Kicillof convocó a un acto para anunciar que se llevaría del 45% al 60% los acuerdos para más de medio millón de estatales de la provincia.
Todo un mensaje a nivel nacional, dado que ahora ese número será tomado como referencia por los empleados públicos dependientes de la administración central y también de las gobernaciones del resto de las provincias. Hablando en números, más de tres millones de asalariados que aspiran a ser reconocidos con un 60% de aumento.
La pelea teórica: Kicillof versus Guzmán
Ese "debate" que incitó Cristina llevó también a una confrontación abierta en el terreno de la teoría económica, donde el portavoz de la ex presidente es el gobernador Axel Kicillof, quien ocupó el ministerio de Economía en los dos años finales de la gestión kirchnerista.
Aunque ninguno de los dos "blanqueó" que se estaban mandando mensajes, quedó evidente para todo el mercado que, cada vez que uno de ellos hablaba, estaba siguiendo un contrapunto sobre los modelos de desarrollo económico que están en pugna dentro de la coalición gubernamental.
Ya Guzmán había dejado en claro, cuando empezaron a arreciar las críticas por la aceleración inflacionaria, que él creía en el recorte fiscal y la contracción monetaria como elementos claves en la lucha anti-inflacionaria. Si bien nunca abandonó su discurso "políticamente correcta" de sostener que la inflación es un fenómeno multicausal, desde hace tiempo está recargando las tintas sobre el tema fiscal y monetario.
"Es necesario que Argentina siga reduciendo su déficit fiscal y por lo tanto dependa menos del endeudamiento y la emisión monetaria. Esto es una cuestión aritmética, no hay ideología. Si vos tenés déficit, tenés más deuda y emitís más, y entonces parte de esos pesos van a presionar al tipo de cambio y a la inflación", fue la elocuente frase del ministro al ser entrevistado por Gustavo Silvestre en C5N, una entrevista hecha para apagar los rumores sobre una renuncia inminente.
Y esa línea argumental fue profundizada. No por casualidad, en el acto en el que, al lado de Alberto Fernández, anunció el bono de $18.000 para ayuda a los desocupados, el ministro destacó, como prueba del esfuerzo para frenar la inflación, que el rojo fiscal del primer trimestre había sido de apenas 0,25% del PBI.
Pero las críticas K, lejos de acallarse, se hicieron más fuertes. En su discurso de Chaco, Cristina planteó que lo que Guzmán estaba diseñando era "un modelo exportador con salarios bajos" y agregó que, para colmo, ni siquiera se estaba logrando el único aspecto positivo de ese modelo, que es la capacidad de acumular reservas en el Banco Central.
¿La "maquinita" es inocua?
Además, la ex presidente dedicó un capítulo de su exposición a argumentar que la inflación no es una consecuencia automática de la expansión monetaria. Parecía una crítica para Macri, dado que se centró en mostrar cómo una baja monetización de la economía convivió con una alta inflación en el final de la gestión macrista. Sin embargo, todos interpretaron que, también, el mensaje estaba dirigido a Guzmán, que viene mostrando un celo por no excederse en el uso de la "maquinita" para financiar el gasto público.
Y si alguien había sospechado que los gráficos que mostró Cristina en su exposición de Chaco habían sido confeccionados por Axel Kicillof, luego tuvo motivos de confirmación: el ex ministro continuó en las redes sociales la argumentación de la vicepresidente.
"Las palabras de Cristina en Chaco desataron nuevamente una avalancha de respuestas de nuestros monetaristas frustrados. Insisten con asociar a la inflación mecánicamente con la emisión monetaria", chicaneó Kicillof, quien mostró un gráfico para mostrar como el "experimento macrista" refuta la teoría convencional. En el gráfico se observa que, en un contexto de base monetaria estable, la inflación fue en alza.
"No hubo ninguna ‘maquinita prendida’ y, sin embargo, solo consiguieron tasas altísimas, recesión, caída del salario real y del empleo privado", completó el economista preferido de la ex presidente.
Como era previsible, sus afirmaciones provocaron una ola de respuestas, críticas e ironías entre los economistas de la vereda opuesta.
Hubo quienes afirmaron manipulación de los datos. Otros afirmaron que los números muestran exactamente lo opuesto a lo que Kicillof quiere afirmar, porque el hecho de que la baja monetización coincida con alta inflación es un síntoma de la caída en la demanda de dinero. Otros le recordaron que el cepo cambiario no mejora la demanda de pesos sino que agranda la brecha cambiaria, lo cual en segunda instancia genera inflación.
Y no faltaron quienes le recordaron que la inflación estaba bajando y la demanda de pesos era alta hasta agosto de 2019, cuando cambiaron bruscamente las expectativas por la derrota electoral de Macri contra el Frente de Todos. En fin, lo habitual cuando Kicillof entra en debate.
La respuesta de Guzmán
Pero la realidad es que las palabras de Kicillof no estaban pensadas solamente para chicanear a sus colegas ortodoxos, sino que, sobre todo, cumplían la función de advertencia a Guzmán: si insiste en una política de contracción monetaria y altas tasas de interés, como hizo el equipo económico macrista, corre el riesgo de que la economía de Alberto Fernández termine como la de Macri.
Guzmán captó el mensaje y, por eso, dio su respuesta también en ese plano de la discusión de modelos económicos. En su entrevista radial con María O’Donnell, grabada dos días después del discurso de Cristina, el ministro fue contundente sobre cuál es la línea que defenderá: "¿En qué país del mundo ha funcionado tener subsidios energéticos de tres o cuatro puntos del producto? ¿En qué país funciona que haya déficits persistentes financiados por una moneda que la gente deja de querer?", preguntó, desafiante.
Y no terminó allí. El martes disertó en la American Chamber, la cámara de empresas estadounidenses con negocios en Argentina, uno de esos eventos que -como había sido antes el cónclave empresarial del Llao Llao- el kirchnerismo rechaza por una "cuestión de piel".
Allí, parafraseando a Cristina, convocó a "no salirnos de un espacio de sentido común, ya sea de un lado o de otro". Y dejó frases que contestaron directamente los planteos de Cristina sobre la economía bimonetaria y la defensa de Kicillof sobre la emisión como un fenómeno desligado de la inflación.
"En los últimos años, sistemáticamente el BCRA financia al Tesoro. En una economía bimonetaria, eso es un problema. Hay poca confianza en la moneda local y muchas decisiones o transacciones se toman en moneda extranjera. Hay que ir construyendo confianza. Por eso es que hay que ir convergiendo a cero, de una manera que sea sensata", dijo Guzmán.
Sus palabras dejaron entrever que, contra lo que quisieran Cristina y Kicillof, continuará el recorte fiscal, la suba de tasas de interés y un intento por contener la financiación del gasto público con emisión monetaria.
Y, sobre todo, lo que ambas partes dejaron en claro es que, efectivamente, hay un "choque de modelos" dentro de la coalición gubernamental. Y que el debate no se dará apenas en los discursos, sino con una peligrosa pulseada de medidas económicas y proyectos de ley.