Lobby: el debate de la reducción de la jornada laboral se mete en campaña y suma contendientes
Apenas el titular de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, se calzó el traje de precandidato a diputado nacional del Frente de Todos volvió a la carga con uno de los reclamos que impulsa desde hace años.
"Debido al avance tecnológico que se profundizó con la pandemia, hay que discutir la reducción de la carga horaria manteniendo los salarios", dijo el sindicalista de origen mendocino apenas se conoció su postulación como representante bonarense para la Cámara baja.
"El crecimiento de la productividad de los trabajadores por la utilización de las nuevas tecnologías hace que hayan incrementado las tasas de rentabilidad de los sectores empresarios", precisió Palazzo en una apuesta por reinstalar un tema que no prosperó dentro del Congreso a pesar de los proyectos que hay en danza.
Hay dos que fueron presentados el año pasado por los diputados Hugo Yasky, de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y Claudia Ormachea, de la misma bancada oficialista, pero integra a La Bancaria y a la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), el amplio sector de gremios que son liderados por Palazzo y forman parte de la CGT.
A las dos iniciativas, la semana pasada el diputado del Partido Socialista, el santafesino Enrique Estévez presentó un tercer texto que establece que "la duración de trabajo no podrá superar las 36 horas semanales". Estévez integra el interbloque lavagnista y su partido impulsa a la exintendenta de Rosario Mónica Fein como primera precandidata.
La reducción de la jornada laboral se mete en la campaña
La iniciativa del socialismo anticipa que el debate sobre la reducción de la jornada laboral no es solamente patrimonio del sindicalismo o del Frente de Todos. El dato anticipa dos escenarios: que el tema formará parte de la campaña proselitista de este año, aunque solamente es defendido por sectores gremiales y de izquierda.
Además confirma que luego del 10 de diciembre, cuando se haya completado el recambio electoral, el debate se transformará en un termómetro para el oficialismo dentro del recinto, donde hasta ahora no prosperaron ninguno de los dos proyectos que fueron presentados el año pasado.
Uno de los motores de la campaña del FdT es sumar diputados en estas elecciones para transformar en ley los proyectos que hasta ahora no pudieron ser sancionados por falta de mayoría propia. El conglomerado oficialista que conducen Máximo Kirchner y Cecilia Moreau cuenta con 120 votos y necesita nueve para llegar al quórum de 129 voluntades requeridas para sesionar. Superar esa línea es uno de los objetivos de campaña del oficialismo y la reducción horaria se transforma en un contenido atractivo en tiempos de crisis.
El debate sobre la reducción de la jornada ya germinó en distintos países del mundo, con distintas experiencias en Dinamarca, Grecia, Países Bajos, Alemania, Portugal, Reino Unido, Italia, Bélgica, Francia y España. Dentro del oficialismo admiten que puede ser un componente dinámico para el arsenal que planea el Gobierno para afrontar el debate del desempleo, una de las principales preocupaciones del electorado junto a la inseguridad y la inflación.
Así como la Casa Rosada dedicará toda la semana a hacer eje en la problemática del empleo joven para retomar la conversación con esa franja del electorado, también analiza propyestas para afrontar la problematica laboral. Una de ellas tiene que ver con reducir la jornada sin bajar el salario como una forma de ampliar las fuentes de trabajo disponibles.
El punto es resistido por las empresas y las cámaras de cada sector. La Unión Industrial Argentina considera que es innecesario un debate de ese tipo y que tiene que ser canalizado en las negociaciones colectivas. En términos legales, para los representantes empresarios la reforma no debe ser para reducir horas sino para flexibilizar las condiciones de contratación, un punto que también es compartido por el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el partido Republicanos Unidos. Esa definición ahuyenta votos en un sector y seduce a otros. Quizás por eso la alianza opositora no hace eje en la problemática de la jornada laboral.
La jornada laboral en Argentina está reglamentada por el artículo 1 de la ley 11.544, que regula la duración de la jornada laboral desde 1929, pero sin que esa modificación impacte en el salario.
La propuesta de Yasky propone que "la duración del trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta horas semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro".
El texto vigente dice que "no podrá exceder de ocho horas diarias o 48 horas semanales" y sólo tuvo un cambio en 1956, cuando el gobierno militar que derrocó a Juan Domingo Perón introdujo por decreto que "la limitación establecida por esta ley es máxima y no impide una duración del trabajo menor de ocho horas diarias o cuarenta semanales para las explotaciones señaladas".
En su proyecto, Estévez recordó que "a la fecha varios convenios colectivos de trabajo que han establecido topes de jornada inferiores a las 48 horas semanales". Uno de ellos es el CCT 76/75 para obreros de la construcción, que fija una duración de la jornada de trabajo de 44 horas semanales y el CCT 462/06 para trabajadoras y trabajadores de instituciones deportivas y asociaciones civiles, que dispone que la jornada ordinaria será de 8 horas diarias o 44 horas semanales.
Ormachea, al igual que Palazzo, defiende la idea de una jornada laboral de un máximo de seis horas diarias y un tope de 36 horas semanales. Hace foco en la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores a pesar de las altas cargas horarias que les imponen sus patronales y para demostrarlo remarcó que entre 2016 y 2019 los salarios de las trabajadoras y trabajadores en Argentina perdieron perdieron entre el 26,4 y el 31,4% del poder adquisitivo de acuerdo al INDEC y a las mediciones del Congreso.
Según la última medición sobre el mercado de trabajo del INDEC la desocupación alcanza a 1.300.000 personas, con una tasa del 10,2%. Sin embargo dentro de los 12 millones de ocupados, el 28,2% no son asalariados y representan 3.400.000 personas..
El debate no sólo aparece como una salida ante los cambios del mercado laboral. También como una forma de contener el impacto que tiene la digitalización, automatización e incorporación de robots a los procesos de producción. Estévez recuerda en su proyecto que esos puntos han sido los argumentos "más sólidos" a favor de una semana laboral más corta y de una renta básica universal. "Si las tendencias actuales se mantienen, en realidad sólo existe otra alternativa: desempleo estructural y desigualdad creciente", sostiene en su proyecto el diputado socialista.
"Los cambios ya se vienen visualizando desde hace 30 años, la gran pregunta es: ¿quién se está beneficiando? Las innovaciones en Silicon Valley desencadenan despidos masivos en otros lugares. Basta con pensar en tiendas virtuales como Amazon. El auge de las ventas por internet conllevó a la pérdida de millones de empleos en el comercio tradicional", insiste el texto en sus fundamentos y suma un pronóstico que refleja la profundidad de la problemática: "Académicos de la universidad de Oxford calculan que al menos el 47% de todos los empleos de Estados Unidos y el 54% de los de Europa corren un alto riesgo de ser usurpados por máquinas. Y no dentro de un centenar de años, sino en los próximos 20".