La estrategia detrás del potente alegato de CFK: contaminar de sospecha toda causa en su contra
Cristina Kirchner lo hizo de nuevo: con su reconocida habilidad retórica pasó de acusada a acusadora, y transformó una causa judicial en una plataforma para reivindicar su gestión de gobierno, criticar al macrismo y crear un clima político favorable al kirchnerismo.
Con otra exposición de fuerte tono político, en la que varias veces se le quebró la voz y estuvo al borde de las lágrimas, Cristina asoció las acusaciones en su contra - sobre el presunto encubrimiento del atentado a la AMIA- con un intento de perjudicar al país en un momento en que estaba acosado por los "fondos buitres" que buscaban el cobro de la deuda en default.
El alegato de la ex presidente previo al juicio dejó en claro la estrategia político-judicial de la líder kirchnerista: al lograr que su alegato pueda ser seguido en vivo por miles de personas, que lo pueden seguir en los medios de comunicación y en las redes sociales, aprovecha la ocasión para exponer su teoría del "lawfare".
Es decir, que todas las causas judiciales en su contra no son más que una forma de persecución política, planificada por una alianza judicial-político-mediática y que busca castigarla por haber defendido los intereses populares en contra del poder económico.
La misma estrategia había sido puesta en práctica en marzo cuando le tocó hacer el alegato por la causa conocida como "dólar futuro". En aquella ocasión, la ex presidente no solamente negó las acusaciones sino que acusó a los propios jueces de ser cómplices de esa trama y de los males económicos que aquejan al país.
"Ahora los argentinos deben 44 mil millones de dólares y ustedes también son responsables, no miren para otro lado, porque ustedes causan climas en la república Argentina, que impactan en agentes económicos y así estamos", les había dicho directamente a los jueces de la Cámara.
Y, con la seguridad que le daba el hecho de contar con un informe favorable a cargo de peritos de la Corte Suprema de Justicia, calificó a la investigación del dólar futuro como "un leading case" en casos de persecución política a cargo de fuerzas mediático-judiciales.
Su estrategia dio el resultado esperado. Cristina nunca tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados porque la Cámara Federal de Casación dio por buenos los argumentos y decidió sobreseer a Cristina y el resto de los acusados, quedando así nulo el juicio.
En el caso de la AMIA, la misma sala de Casación, con los mismos jueces que la escucharon por en su defensa sobre el dólar futuro, fueron los que ahora tuvieron que escuchar su alegato, tras un cambio pedido por la defensa de Cristina, que recusó a los jueces originales.
La fecha elegida para el alegato tuvo, además, un "timing" muy sugestivo: se hizo el último día hábil antes de la feria judicial, pero además coincidió con el acto de recordatorio del atentado -ocurrido el 18 de julio de 1994-. Por este motivo, los familiares de fallecidos en el atentado, y querellantes en la causa, no asistieron a la audiencia concedida a Cristina.
La defensa de CFK, una acusación al macrismo
La ex mandataria volvió a delegar en sus abogados la argumentación técnica de su defensa sobre la acusación específica que en 2014 había hecho el fallecido fiscal Alberto Nisman, mientras que ella dio el marco político.
Igual que la causa del dólar futuro, la del encubrimiento de la AMIA es considerada en el ámbito judicial como una de las más endebles de las causas en contra de Cristina Kirchner, por la carencia de pruebas concretas. El fallecido Nisman había dicho que el memorándum de entendimiento con Irán -que nunca entró en vigencia porque el parlamento iraní no lo refrendó- tenía por objeto consagrar la impunidad del atentado, a cambio de favores secretos que Irán le haría al gobierno argentino, incluyendo facilidades de tipo comercial.
La muerte del fiscal, ocurrida el domingo previo a su programada comparecencia ante el Congreso, generó un profundo impacto social y le dio nuevo impulso a la acusación.
Pero a partir de allí, el juez Daniel Rafecas declaró nula la causa. El fallo fue recurrido, con lo cual la causa se reinició en 2016, ya en el gobierno de Mauricio Macri. La prueba para reabrir la acusación fue la aparición de un audio entre el ex canciller Héctor Timerman con un directivo de la AMIA, que los supuestos implicados dijeron desconocer.
El juez volvió a desechar la causa, que tras una reinterpretación sobre competencias luego pasó a ser tomada por una Cámara, con dos jueces a los que Cristina acusa de parciales: Mariano Borinsky y Gustavo Hornos.
Fue por eso que el centro del alegato de Cristina no se centró tanto en responder las acusaciones de Nisman sino en acusar al gobierno macrista de impulsar la causa de forma espuria, con el objetivo político de desprestigiarla, con la acusación de "traición a la patria".
"Existía una mesa judicial que decidía a quién había que meter preso, a quién armarle una causa, a quién intimidar", dijo la ex mandataria, quien recordó que recientemente quedó al descubierto que Macri, siendo presidente, recibía en Olivos a estos jueces y mantenía una relación estrecha con ellos.
"Un juez que jugaba al tenis con Mauricio Macri no puede ser imparcial ante una causa que me involucra. ¿En serio que quieren hacernos creer que estas causas son legítimas? Nunca vi algo así de ilegal, los mismos jueces involucrados. Es un escándalo monumental y los medios concentrados no dicen nada", afirmó la vicepresidenta.
Lo cierto es que el propio Macri admitió haber estado reunido y hasta jugado al tenis con esos magistrados -ahora apartados de la causa- pero aseguró no haber tenido injerencia en la causa judicial.
Para fundamentar su teoría del "lawfare", Cristina recordó que mientras se reabría la causa en su contra, la gestión macrista estaba llegando a un acuerdo con los "fondos buitres" para un pago por la deuda defaulteada.
Y vinculó ambos hechos porque, mientras Argentina buscaba apoyo en los foros internacionales para que los "buitres" tuvieran que avenirse a aceptar el mismo acuerdo con quita de capital que ya habían negociado la mayoría de los acreedores, el grupo llamado American Task Force Argentina afirmaba que Argentina buscaba un alineamiento con Irán, que en ese momento estaba en un enfrentamiento con las potencias occidentales.
Cristina mostró un aviso publicado en los diarios financieros del mundo, en los que aparecía la imagen de la entonces presidente junto al iraní Mahmoud Ahmadinejad, bajo el título: "Argentina e Irán, una alianza vergonzosa: ¿pactando con el demonio?".
"Intentaron doblarme la mano y me negué. Me banqué lo que me banqué y no me doblaron el brazo, porque era condenar a la Argentina", dijo Cristina al recordar su pelea con los acreedores.
La búsqueda de anulaciones en cadena
En definitiva, la audiencia pública le permitió a Cristina nuevamente hacer un potente alegato para ratificar su argumento clásico: que es una perseguida política y que la gestión macrista, en connivencia con empresarios, jueces y medios de comunicación, utilizaron las acusaciones de corrupción como forma de distraer a la opinión pública ante la gravedad de la crisis económica.
El final de su alegato, al borde del llanto, hizo recordar a sus viejos discursos cuando, vestida de luto, recordaba al fallecido Néstor Kirchner. De hecho volvió a mencionar a su esposo al afirmar que, a los 68 años de edad y después de haber sido dos veces presidente, no la animan ambiciones políticas: "No me mueve nada más que dejarles un país a mis hijos y a mis nietos mucho mejor que el que recibió Néstor en 2003, por eso me duele tanto".
Y esta vez no solamente tuvo su habitual acusación a los jueces y los medios, sino que hasta manifestó enojo con la opinión pública que toma en serio las acusaciones en su contra. "Si los argentinos no toman conciencia de lo que nos han hecho, de cómo los medios envenenan a la gente para que no piensen por sí mismos, difícilmente saldremos de esto", afirmó.
Fue un cierre perfecto, visto desde la estrategia de la ahora vicepresidente: engarzó el tema económico con las acusaciones judiciales, reforzó su postura de perseguida política y, lo que es más importante, dio a entender que todas las otras causas tienen el mismo ánimo y adolecen de los mismos vicios técnico-jurídicos que las de "dólar futuro" y el encubrimiento a la AMIa.
No por casualidad, Cristina mencionó también una causa en la que sí hay elementos más contundentes en su contra, como la del desvío de fondos de la obra pública: "Memorándum, Vialidad y Dólar Futuro; todo está armado para que el pueblo argentino pueda entregarse débilmente a lo que siempre hicieron desde afuera, dominarnos a través de la deuda", sostuvo ante los jueces.
Y la mención no fue gratuita: en el entorno kirchnerista creen que la causa por el tema Irán-AMIA probablemente corra una suerte parecida a la de "dólar futuro", con lo cual lo que se pretende es dejar establecido una idea de continuidad. Es decir, que hubo un patrón de comportamiento judicial que está viciado de nulidad y que, por lo tanto, pone un manto de sospecha sobre todas las acusaciones por corrupción, que también deberían caer.
Naturalmente, los críticos de Cristina sostienen la argumentación contraria: que es ella quien está manipulando la justicia, de manera de obtener un trato especial, como por ejemplo la posibilidad del alegato realizado hoy, previo al juicio.
Por otra parte, que entre el juez Daniel Petrone, que también tiene a su cargo la causa, tiene un vínculo con Juan Martín Mena, viceministro de Justicia y, además, también imputado por el memorándum de entendimiento con Irán, que anteriormente tuvo un paso por la SIDE en los días en que el fiscal Nisman apareció muerto.