ELECCIONES 2019

Sergio Massa, a punto de tomarse el café potencialmente más caro de su carrera política

Con el reloj acercándose al cierre de las alianzas, Massa hace sus últimos intentos para conciliar las chances de ganar sin perder su identidad política
POLÍTICA - 10 de Junio, 2019

Pocas veces una invitación a tomar un café había generado semejante expectativa. La posibilidad de una reunión entre Sergio Massa y Alberto Fernández para definir una coalición electoral con la cual hacerle frente a Cambiemos tiene en vilo a todo el ámbito político y generó un sinfín de especulaciones.

Cargos, lugares en las listas al Congreso, cuotas de ministerios, acuerdos de no competencia en intendencias clave, definiciones programáticas y varios etcétera formaron parte de los ítems que las fuentes partidarias afirman que están en la mesa de negociaciones.

Lo cierto es que el reloj apremia, cuando faltan menos de 48 horas para el cierre definitivo para la presentación de alianzas. Y el candidato de Unidad Ciudadana está urgiendo a Massa a formatear de una vez un frente electoral para que, una vez más despejado el camino a la Casa Rosada, ponerse a ultimar los detalles.

Pero Massa ha dejado en claro que prefiere que el orden cronológico sea al revés. Primero quiere que le den garantías sobre el respeto a su "identidad" política, como escribió en el documento dado a conocer el sábado.

Allí, dio algunos mensajes entrelíneas en el sentido de que no está dispuesto a ningún acuerdo que implique que el espacio político que empezó a construir en 2013 corra el riesgo de diluirse dentro del kirchnerismo.

Y tiene fundadas razones para ello. Primero, la presión de sus bases. El espacio de Massa pone en juego 11 cargos de legislador provincial y seis bancas de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Además, claro, de las intendencias del conurbano, entre ellas el "pago chico" de Tigre.

Y ese es un factor de mucho peso para empujar a Massa hacia un acuerdo: su aparato partidario no quiere exponerse a una pérdida de espacios de poder.

Por lo pronto, se da por sentado un pacto de no agresión que implicaría la ausencia de disputa en las intendencias, de manera de que no haya riesgo de pérdida de poder territorial ganada por el Frente Renovador en 2015.

¿Massa quiere un acuerdo sin Cristina?

Lo que no termina de definirse es el cargo del propio Massa y si habría un apoyo a la candidatura provincial de la fórmula Axel Kicillof-Verónica Magario.

Un dato manejado con insistencia es la posibilidad de que el tigrense encabece la lista de Diputados y sea el nuevo presidente de la cámara baja. Pero hay quienes creen que Massa no resignará tan fácilmente la posibilidad de postularse a la presidencia.

Fue sugestivo este párrafo en su último documento: "Tenemos que animarnos a construir esa nueva mayoría para un nuevo gobierno sobre la base de valores, respeto a heterogeneidad, un programa de gobierno y competencia democrática sobre los liderazgos".

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¿Por competencia democrática para determinar liderazgos se entiende una PASO en la que compitan él con Alberto Fernández y, eventualmente, también con Daniel Scioli? Es una posibilidad que en el entorno de Massa nadie se anima a cerrar.

Y, a la hora de las especulaciones, hay también otra chance que se comenta en voz baja: la posibilidad de que la fórmula Fernández-Fernández pueda sufrir alguna modificación. En los deseos de Massa siempre estuvo la alternativa de que Cristina Kirchner diera un paso al costado, como forma de eliminar las objeciones que todavía hay dentro del Frente Renovador hacia la figura de la ex presidente.

Después de todo, una de las principales espadas políticas de Massa, la diputada Graciela Caamaño, pronunció un duro discurso contra el kirchnerismo durante el acto partidario del Frente Renovador, precisamente el mismo discurso que emocionó hasta las lágrimas a Massa y a su esposa, Malena Galmarini.

¿Hay, a esta altura, margen para una fórmula Fernández-Massa? Los tiempos no parecen jugar a favor de esa posibilidad. Y hasta se percibe cierta irritación en el kirchnerismo.

"No se vislumbra en Massa una voluntad política de concretar un acuerdo", dijo Agustín Rossi en declaraciones radiales, en medio de un clima plagado de versiones.

Pero lo cierto es que para Massa, la alianza con el kirchnerismo es un arma de doble filo. Por un lado, le garantizaría la continuidad en los cargos que le están reclamando sus bases. Pero, por otro, lo llevaría en lo personal a una situación en la que perdería su identidad política.

Como él mismo siempre se ha encargado de recordar, lo que lo llevó a ocupar un lugar destacado en la política nacional fue el hecho de haberse rebelado e impedido en 2013 el proyecto por la re-reelección de Cristina.

Y el 22% de los votos que logró en las elecciones presidenciales de 2015 tienen que ver con ese perfil antikirchnerista, que fue atractivo para peronistas tradicionales que no se sentían cómodos con los modos agresivos de la ex mandataria. Fue especialmente notorio ese perfil en el interior de la provincia de Buenos Aires, donde los votantes de Massa también sufragaron mayoritariamente por María Eugenia Vidal para gobernadora.

Hoy, con la "ancha avenida del medio" reducida a su mínima expresión, aquel caudal de votos se empieza a diluir, pero Massa no quiere perder su perfil de independencia. El tema es cómo lograrlo.

Massa, Alberto Fernández, Cristina, todos saben que es imposible que aquel 22% de los votos se pueda transferir a una coalición con el kirchnerismo. Las encuestas difieren entre sí sobre cuál es hoy el caudal de votos de Massa, pero la mayoría lo ubica debajo de 10%.

Es decir, poco como para competir solo, pero mucho como ayuda para que Alberto Fernández pueda romper el techo del kirchnerismo y ganarle a Mauricio Macri.

El tema para Massa es cuál es el precio a pagar para ser parte de ese proyecto eventualmente ganador. Y él sabe que el precio de una decisión mal tomada puede ser demasiado alto.

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