Era azafata y hoy lidera una exitosa empresa de tejidos hechos por mujeres originarias
Glenda Saintotte dejó de volar para emprender. Durante nueve años, mientras estudiaba la carrera de diseño, trabajó como azafata en una aerolínea con la que viajaba frecuentemente al Noroeste argentino. Allí conoció a un gran número de artesanas y tejedoras, creadoras de coloridas mantas, ponchos y alfombras con fibras naturales y diseños únicos. Esto la llevó a pensar cómo difundir y comercializar el trabajo de estas mujeres, en su mayoría descendientes de pueblos originarios que aprendieron el oficio del telar de sus madres y abuelas.
En 2020, con las restricciones a los vuelos que impuso la pandemia, Glenda dejó la aerolínea dispuesta a formar su familia (hoy tiene tres hijas pequeñas). Así comenzó a vender carteras y accesorios por redes sociales junto a una amiga. El negocio se discontinuó, pero pudo volcar esta experiencia para crear, con ayuda de su marido que también es emprendedor- la marca Maki Warmi (manos de mujer, en idioma Quichua).
Este emprendimiento comercializa y exporta tejidos hechos a mano por artesanas y cooperativas de Salta, Jujuy, Catamarca y Santiago del Estero, que hoy se venden en tiendas de diseño y se lucen en hoteles de Argentina, Estados Unidos y España.
"Lo primero que hice cuando se pudo viajar otra vez fue ir al Norte, a reencontrarme con las artesanas, y ofrecerles difundir y vender sus productos en las redes. Me traje algunas muestras, empecé a publicar y a visitar tiendas y diseñadores", cuenta la emprendedora. "Así empezaron a llegarme pedidos y el emprendimiento fue creciendo", recuerda.
Un negocio con triple impacto
La marca trabaja bajo el paradigma del comercio justo, en el que las artesanas perciben un precio por las prendas que valoriza su trabajo; algo que no siempre ocurre cuando venden los tejidos por su cuenta a la vera de los caminos o en ferias ambulantes.
"Queremos mostrar la identidad de cada tejido, quién lo hizo, cómo y dónde. Y además de preservar un oficio tradicional, buscamos mejorar la calidad de vida de las tejedoras y sus familias, garantizándoles un trabajo a lo largo del tiempo", dice Glenda.
Además de ser una labor artesanal y que en muchos casos involucra a toda la familia en el armado de los telares, las tareas de hilado, tejido y teñido; todo el proceso de elaboración de los productos es sustentable y va en línea con el cuidado de la naturaleza.
La lana proviene de ovejas que en lugar de esquilarlas, se hace un "levante" en verano, cuando los vellones se desprenden de sus cuerpos. Luego se lava y se usan distintas plantas y árboles de la zona para el teñido. Del "lloro de algarrobo" (resina) se obtienen distintas gamas de marrones, el jume se usa para los grises; el itín para los colores mostaza y la yerba mate para los verdes.
En cuanto a los diseños y las técnicas de hilado y telares, son diferentes según cada provincia. Son trabajos únicos, que no pueden ser replicados por una máquina.
La salida exportadora
En 2022, Maki Warmi fue una de las ganadoras del certámen Fedex para Pymes, organizado por la compañía de courier internacional. Los fondos del premio se destinaron a la construcción de un galpón de acopio para las tejedoras de Santiago del Estero. Esto les permitió mantener la lana al resguardo del viento, el polvo y la lluvia, y planificar mejor su trabajo. Asímismo, Glenda recibió asesoramiento y apoyo para exportar a Estados Unidos, cuyos hoteles de diseño y boutiques son hoy el principal mercado para los tejidos y alfombras norteños.
Además de ocuparse de la comercialización y difusión del trabajo de las artesanas, la firma comenzó a brindarles microcréditos a las artesanas. Así, un grupo de tejedoras de Catamarca, logró comprar una camioneta para ir a buscar materias primas y trasladar sus tejidos.
Algunas tejedoras se organizaron en cooperativas y esto les permitió bajar costos y repartir el trabajo. Desde que comenzó el emprendimiento hicieron muchos progresos. Se inscribieron en el monotributo social para acceder a cobertura médica y hoy manejan medios de pago a través de sus teléfonos móviles.
"Es lindo ver que el negocio crece, y que las tejedoras crecen también -dice Glenda- así pueden permanecer en sus pueblos y territorios, conservando su oficio, y no tienen que migrar a las ciudades en busca de empleo", apunta.
Actualmente, la firma exporta un 20% de los tejidos, principalmente a Estados Unidos y pese al difícil contexto económico en Argentina, la emprendedora confía en poder abrir más mercados en España y otros países de Europa, donde el diferencial no está dado por el precio, sino por el trabajo artesanal y los materiales y producción sustentables.