Molinos sufre caída de ingresos por la retracción del consumo y el impacto del Covid-19
Al igual que la mayoría de las empresas del sector alimenticio, Molinos Río de la Plata sigue atravesando un período de inestabilidad financiera producto de la fuerte caída del consumo y del impacto que las medidas sanitarias para combatir el Covid-19 causaron en la economía del país.
Si bien en estos primeros seis del año reporta una ganancia de casi $1.000 millones contra los $608 millones que había obtenido en igual período del 2020, el resultado positivo no alcanza para revertir la caída de ingresos que sufrió la compañía durante el mismo período.
Así se desprende del balance general correspondiente al primer semestre del año que Molinos Río de la Plata envió a la Comisión Nacional de Valores (CNV) y en el cual informa ventas por $28.000 millones, que representan una baja del 12,2% respecto del mismo período del año anterior.
Durante ese período, Molinos advirtió menores operaciones en casi todos las categorías de alimentos, que retrajeron sus volúmenes comparados con los del 2020 y hasta con los del 2019, en especial en categorías importantes para Molinos como fideos, arroz, harina, yerba.
De acuerdo al documento, entre enero y junio pasados el consumo de sus principales categorías en el mercado doméstico "ha tenido un importante descenso de acuerdo con los registros de las principales consultoras especializadas".
Dicho escenario no fue suficiente para analizar una buena performance de Molinos, a pesar de que cerró este primer semestre con una rentabilidad de $998 millones que es equivalente al 3,6% sobre las ventas reportadas que, según un informe de la alimenticia, logró gracias a "una férrea disciplina financiera, un agresivo foco en los programas de eficiencia y un estricto control de gastos".
En el paper que la compañía alimenticia de la familia Perez Companc envió a la CNV y también a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires se agregan factores adicionales como mejoras incipientes en el contexto de negocios del país, como la baja del costo financiero, la desaceleración del ritmo de la devaluación de la moneda local y la posibilidad de recuperar parcialmente algunos de los importantes aumentos de costos asociados, principalmente, a la suba persistente de las materias primas impulsadas a nivel internacional.
Para la compañía es necesario que la economía local siga mejorando sus ratios y logrando que se despejen las dificultades del contexto que se hacen notorias en los niveles de consumo.
De todos modos, en el informe se aclara que sus accionistas confían en la recuperación paulatina de la economía en la medida que la pandemia comience a controlarse y, a partir de allí, se pueda alcanzar un nivel de rentabilidad acorde a la calidad de sus activos. "Por ello, la empresa continuará enfocada en el consumidor, sus marcas, la productividad y la eficiencia", aseguraron en la compañía.
Recesión y congelamiento
Si bien el contexto de crisis no la obligó a reducir las operaciones en sus plantas o de suspender o despedir personal como ocurrió en otras compañías competidoras para enfrentar el escenario negativo, sus ventas vienen siendo afectadas por el menor consumo y las medidas de congelamiento de precios que recién comenzaron a flexibilizarse en mayo pasado con la eliminación del programa de Precios Cuidados.
De hecho, entre enero y marzo pasados también reportó ganancias por $1.180 millones pero con ventas 14,5% menores a las del primer trimestre del 2020, y que alcanzaron los $11.246 millones.
Tal como ocurrió en todo el semestre, para Molinos la caída de sus ingresos también se debieron a los mismos inconvenientes que viene teniendo desde hace ya varios años, con cepos a los precios, recesión, aumentos menores a la inflación y costos crecientes desde el comienzo de la pandemia.
El mismo escenario que sufrió durante todo el 2020 cuando logró mitigar en parte la situación d crisis a partir de la venta de sus oficinas centrales en la localidad bonaerense de Victoria y de esa forma equilibrar su balance general.
Se trata de un establecimiento que se encuentra ubicado en la calle Uruguay 4075 de la localidad de Victoria, en la provincia de Buenos Aires, que llegó a funcionar como un centro de almacenamiento.
Ese centro operativo fue cedido, en julio del año pasado, a un grupo inversor a cambio de u$s20,7 millones, aunque la empresa acordó con los nuevos dueños mantener sus oficinas comerciales y administrativas.
La operación le aportó ingresos por $2.027 millones, que se suman a otros $1.169 millones que obtuvo a partir de políticas de control y recorte extraordinario de gastos y a un riguroso manejo no recurrente del capital de trabajo que derivó en una reducción de la deuda en dólares, y por ende, en menores cargos financieros.
Pero, más allá de esta operación inmobiliaria, la compañía viene atravesando períodos en los que debió soportar una exponencial suba de costos asociada, principalmente, al aumento de sus materias primas y fuertes devaluaciones del peso que no ha podido trasladar a los precios de sus productos y han sido determinantes en los resultados.
Al punto que entre el 2017 y el 2020, la empresa acumuló pérdidas por $5.000 millones, situación que recién parece comenzar a revertirse este año a partir de los resultados que Molinos viene informando sobre la evolución de sus actividades durante el primer trimestre y ahora en todo el semestre.
De hecho, el anterior balance con ganancias fue el del 2016, cuando cerró con un saldo positivo de $880 millones. En ese año, la empresa todavía no había escindido su negocio a granel que luego separó para operar con el nombre de Molinos Agro. De hecho, en el 2016 fue el segmento de mayor desempeño, con exportaciones agroindustriales que le reportaron los mayores ingresos y un área de marcas afectado por incrementos de costos, no trasladados a precios.