Molinos recurre a un negocio inmobiliario para financiar pérdidas operativas
Como viene sucediendo en los últimos años, la mayoría de las empresas líderes de la industria alimenticia continúa sin poder salir de la crisis financiera que atraviesan debido a la situación económica, la caída del consumo y a medidas restrictivas establecidas por el Gobierno.
Un explosivo combo derivado de un escenario de máxima complejidad que involucra la crisis sanitaria que afecta al mundo, las restricciones de crédito derivadas de la situación financiera argentina, el inédito contexto de precios máximos de venta y la fuerte suba de sus costos que han quedado libres de acuerdo a lo establecido por el Gobierno.
Esto, a pesar de que se trata de empresas que forman parte de uno de los sectores considerados esenciales y que, por lo tanto, siguieron operando con pocas limitaciones durante la cuarentena.
Un caso que ya se convirtió en emblemático es el de Molinos Río de la Plata, el gigante alimenticio propiedad de la familia Perez Companc que viene adoptando una serie de medidas extraordinarias para "disfrazar" en sus balances los verdaderos resultados de sus actividades.
Si bien no debió reducir las operaciones en sus plantas o de suspender o despedir personal como ocurrió en otras compañías competidoras para enfrentar el escenario negativo, sus malos resultados están asociados a la fuerte caída del consumo y a las medidas de congelamiento de precios establecidas por el Gobierno que le impiden trasladar los aumentos de costos a los precios de su cartera de productos.
Para mitigar estos efectos, el año pasado debió recurrir a la venta de sus oficinas centrales en la localidad bonaerense de Victoria y de esa forma equilibrar su resultados en rojo.
Se trata de un establecimiento que se encuentra ubicado en la calle Uruguay 4075 de la localidad de Victoria, en la provincia de Buenos Aires, que llegó a funcionar como un centro de almacenamiento. Si bien en el predio todavía permanece la sede administrativa de la compañía, el resto de las operaciones fueron desmontadas hace ya algunos años para ser trasladadas a centros más modernos como los de las localidades bonaerenses de Esteban Echeverría y Tortuguitas, donde se hicieron inversiones para nuevos centros de almacenamiento robotizados.
Ese centro operativo fue cedido, en julio del año pasado, a un grupo inversor a cambio de u$s20,7 millones, y es más que probable que los nuevos propietarios encaren un desarrollo inmobiliario en esa zona muy cercana a la Panamericana pero acordó con los nuevos dueños mantener sus oficinas comerciales y administrativas en el inmueble mediante un acuerdo de comodato.
Esa operación le aportó ingresos por $2.027 millones, que se suman a otros $1.169 millones que obtuvo a partir de políticas de control y recorte extraordinario de gastos, a pesar de los mayores costos generados por la crisis del Covid-19, y, a un riguroso manejo no recurrente del capital de trabajo que derivó en una reducción de la deuda en dólares, y por ende, en menores cargos financieros.
Según explican fuentes de la principal compañía del sector, dichos eventos de carácter extraordinarios e irrepetibles, le permiten reportar una ganancia antes de impuestos de $3.000 millones que se transforman en un resultado final neto de $.1746 millones durante el año pasado, a pesar de que sus negocios regulares y ordinarios siguen generando pérdidas.
Fuentes de la empresa comentaron que "el 2020 fue otro año malo para los negocios de Molinos. Sin embargo, las medidas extraordinarias que tomamos, como la venta de las oficinas centrales, nos permitieron disimular esos resultados".
En este sentido, la compañía alcanzó ingresos operativos por $46.074 millones, que crecieron 3,3% respecto a igual periodo anterior, en medio de un contexto signado por dificultades operativas derivadas de las medidas sanitarias adoptadas por el Gobierno para combatir el coronavirus.
Suba de costos y materias primas
"El 2020 se suma a una serie de años en los que la sociedad viene soportando una exponencial suba de costos asociada, principalmente, al aumento de sus materias primas y fuertes devaluaciones del peso argentino que no ha podido trasladar a los precios de sus productos y han sido determinantes en los resultados", advierte el directorio de Molinos a través de un comunicado enviado a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires para informar los resultados de su balance correspondiente al año pasado.
A pesar de este contexto desfavorable, desde la empresa aclaran que "fiel a su disciplina financiera y su visión de largo plazo, se ha mantenido focalizada en el consumidor, la eficiencia y la productividad. Y al mismo tiempo ha invertido en el desarrollo de sus marcas, en la adquisición de La Salteña, en modernas líneas de producción, almacenes robotizados y la digitalización y modernización de sus procesos y sistemas".
Para lo que resta del año, desde la compañía esperan poder adecuar sus precios, al menos parcialmente, al incremento de costos que viene soportando siempre que el Ministerio de Desarrollo Productivo y la Secretaría de Comercio Interior permitan retoques en los valores de los productos que la empresa posee en los planes oficiales como el de Precios Cuidados y Precios Máximos, por ejemplo.
Se trata de una acción considerada "crítica" por todo el sector alimenticio para alcanzar resultados en línea con la calidad de sus activos marcarios y productivos.
Hasta ahora, el ministerio que dirige Matías Kulfas viene otorgando incrementos parciales y reducidos que van entre el 4% y el 9%, según el plan y el producto. Por eso, en la industria alimenticia advierten que se trata de paliativos insuficientes si se tiene en cuenta que los aumentos de costos superan el 25% sólo en el 2020 y que existen productos que se venden con el mismo precio de noviembre del 2019.
En este contexto y si bien el core business de Molinos es la producción y venta de alimentos, esta transacción inmobiliaria extraordinaria, le sirvió para achicar los resultados negativos que viene mostrando en sus últimos balances.
Al punto que las fuertes pérdidas en sus operaciones, afectadas por la caída de la demanda y la imposibilidad de trasladar los mayores gastos al precio de sus productos, alcanzan hoy los $5.000 millones, entre el 2017 y el año pasado.
Varios años sin ganancias
El último balance en el que la empresa reportó ganancias fue el del 2016 ,cuando cerró con un saldo positivo de $880 millones. En ese año, la empresa todavía no había escindido su negocio a granel que luego separó para operar con el nombre de Molinos Agro. De hecho, en el 2016 fue el segmento de mayor desempeño, con exportaciones agroindustriales que le reportaron los mayores ingresos y un área de marcas afectado por incrementos de costos, no trasladados a precios.
En este marco, el balance de Molinos muestra algunos datos del estado de situación de la alimenticia como su patrimonio neto, que es de $12.248 millones, compuesto por capital social de $201.145 millones, ajuste integral del capital social de $8.794. millones, primas de emisión de $1.762 millones, resultados no asignados (equivalentes a la ganancia neta del ejercicio) de $1.745 millones y coberturas y diferencias de conversión de inversiones en subsidiarias, asociadas y negocios conjuntos, correspondiente a una pérdida de $255.545 millones.
En materia de distribución de dividendos y capitalizaciones de ganancias, el directorio de la empresa propone destinar el resultado del ejercicio de la siguiente manera a consideración de la próxima Asamblea de Accionistas:
(i) Reconstituir la reserva legal absorbida por decisión de la Asamblea Ordinaria y Extraordinaria celebrada el 20 de mayo de 2020 por un monto de $329.011 millones;
(ii) Destinar el 5% del resultado del ejercicio a la constitución de la reserva legal correspondiente al presente ejercicio, por $70.840 millones;
(iii) La distribución de un dividendo en efectivo de $1.300 millones, propuesta aconsejada sin perjuicio de la complejidad del escenario que se encuentra atravesando la sociedad y siempre manteniéndose dentro del marco de la política de disciplina y prudencia en materia financiera que la ha caracterizado a lo largo de los últimos tiempos, en virtud de la reducción de la deuda en dólares, el entendimiento de que una suma relevante del resultado del ejercicio tuvo su origen en la venta de activos sociales sobre el cual cabe entender que a los accionistas les corresponde el derecho a una razonable expectativa, y la apreciación sobre el tiempo transcurrido desde la última distribución de dividendos efectuada por la Sociedad, la que tuvo lugar en el año 2015. Adicionalmente, propone destinar el saldo del resultado del ejercicio por un monto de $ 45.961 millones a la constitución de una Reserva para futura distribuciones de utilidades.