Pelopincho: cómo logró ser sinónimo de pileta y qué hizo para superar las crisis de la Argentina
En Argentina, cuando se piensa en una pileta de lona automáticamente aparece el nombre Pelopincho.
La pileta de tela vinílica que reúne a amigos y familia en días calurosos nació en los años 70 y generó un fuerte impacto en el mercado. Antes de Pelopincho, las piscinas se hacían con lona de algodón, por lo que la llegada del material vinílico marcaría un antes y un después en cuanto a calidad y limpieza.
Dos décadas después de su creación, la marca Pelopincho cambió de dueño -pasó de la santafesina Benvenutti a ser parte de Sonne S.R.L.- e inició una nueva etapa de desarrollo que se extiende hasta la actualidad.
Héctor Goette, hoy propietario de Pelopincho, contó a iProfesional cómo empezó en el negocio de las piletas y, eventualmente, se hizo de la famosa marca.
Goette había dado inicio a Sonne también en la década del 70. Los padres del entonces joven veinteañero le dieron una máquina de coser vieja que tenían en su casa. Fue el punto de partida para, con esfuerzo, inaugurar un taller de lonas para camión en Entre Ríos.
Dispuesto a caminar al compás del avance tecnológico, luego invirtió en una máquina de soldar por radiofrecuencia que le permitió ampliar su rubro y dar un paso clave: fabricar piletas de tela vinílica.
Así, dio origen a su propia línea de piscinas bajo el nombre Tiburoncito, una marca que tuvo un continuo crecimiento.
A inicios de los 90, Benvenutti estaba en quiebra y subastó los lotes donde fabricaba sus piletas. "Cuando se golpeó el martillo y yo fui el comprador, fue un antes y un después para el futuro de la empresa. Sabía qué hacer con la marca y no tenía presión porque no había competencia. Me sentía líder en ese momento con Tiburoncito y esto fortaleció ese liderazgo", recuerda Goette sobre aquel día de 1994 cuando, sentado junto a su hijo menor, compró la marca Pelopincho. Así comenzaron a convivir dos marcas que, al día de hoy, Sonne sigue comercializando.
La adquisición llegaba con oportunidades y desafíos. En el pasado, Pelopincho había saltado a la fama con publicidades de Carlitos Balá y Las Trillizas de Oro. Sin embargo, en los últimos años antes de su venta había bajado la calidad para intentar subsistir. Entonces, la tarea urgente que se planteó Goette fue remontar la reputación de la marca.
Ser industrial en un país impredecible
Pero a los pocos años, una de las peores crisis económicas de la historia sacudió al país y puso nuevos obstáculos en el camino.
2001 y 2002 fueron años en los que, según Goette, "querías vender algo y era imposible. No había forma de hacer un desarrollo en nada".
Pero, a pesar del caos social, la fábrica seguía adelante. Y desde su optimismo, Héctor veía un futuro próspero para su empresa.
Así fue como en 2003, bajo el gobierno de Néstor Kirchner, creció el mercado interno para Pelopincho y, además, empezó a exportar a Chile, Estados Unidos, Ecuador, Colombia y Brasil.
Las ventas al exterior brillaron hasta 2007, cuando cesaron los intercambios internacionales para Sonne. Entonces, pudieron reemplazar ese mercado con mayores ventas en Argentina, sin perder el nivel de producción.
El vaivén de la exportación, Goette lo atribuye a la organización del país como competidor en el mercado: "Esto es argentina: una parte la pone el industrial generando productividad en los procesos y en las inversiones de máquina; y después está el Estado, que es cada vez más pesado y tiene una incidencia muy fuerte sobre las posibilidades de exportación, porque acá exportamos impuestos, ineficiencia".
Sobre el tipo de producto, agregó: "Es difícil competir con una empresa a menos que tengas un commodity como la soja, que te la sacan de las manos. Si no, competís con China o Taiwán en artículos que tienen mano de obra y donde incide el apoyo que pueda dar el Estado".
La Argentina tiene una reputación fluctuante en el mundo de los negocios, y así lo vivió Goette: "Uno de los problemas que surgían cuando salíamos a exportar era, primero, aclarar que eras argentino y que ibas a cumplir las promesas que hacías". A pesar de esto el empresario afirma que logró "el liderazgo afuera".
"Cuando llegó el momento de no poder vender, nos decían ‘en ustedes creemos’. Seguimos trabajando, pero teníamos problemas internos y de intervención del Estado, que nos complicaba la vida", recuerda.
El impacto de la pandemia
"No hay ni empresa ni familia que pueda desarrollarse a futuro mirando hacia adelante si no ahorra. De hecho, lo estamos viendo en este momento. Todos los países tienen distintas cajas de dónde paliar el déficit que se genera con el Coronavirus y nosotros –Argentina– estamos pidiendo plata sin reparo", observa el dueño de Pelopincho, quien además destaca que al país le falta seguridad jurídica.
Según señala, fue su capacidad de ahorro la que le permitió a Sonne sobrellevar la crisis económica durante la pandemia. "No tomamos ATP y a la gente se le pagó como corresponde", detalla.
Y agrega: "No tenemos atraso con los salarios, no tenemos deuda bancaria ni impositiva, y tampoco tenemos deuda con proveedores. Esto es lo que le reclamo al país: tendría que empezar por eso y entonces vendrá gente entusiasmada a invertir porque está en un país sólido".
Sobre las 200 personas que conforman el personal, un 20% se vio imposibilitada para ir a trabajar porque estaba cerrado el pase entre provincias hasta hace unos días. Aun así, la empresa siguió trabajando al cien por ciento.
Por otra parte, este verano da una restringida temporada, en la que se alquilaron apenas un 30% de las propiedades en la Costa Atlántica en comparación con el año pasado. La decisión de las personas de quedarse en sus casas durante las vacaciones llevó a muchos a adquirir piletas.
"Terminamos el año con stock cero y creemos que el comerciante también terminó sin stock, a pesar de que tenía productos acumulados", anticipa Goette.
"Esto viene desde los dos últimos años, cuando el dólar en un año y medio pasó de 20 a 160 y cayeron el poder adquisitivo y las ventas. Entonces, quedaron piletas sin vender de los dos años anteriores. A eso se suman las que aportamos este año, que será un normal en cuanto a abastecimiento", explica.
Y subraya: "Lo que no va a ser normal es la demanda, que va a seguir muy alta. Por lo tanto, nosotros hicimos el 100% de las ventas que podíamos".
Cómo se maneja una Pyme familiar
Sobre cómo logró hacer crecer a Pelopincho en el marco de una organización familiar, Goette destaca: "Empecé con una máquina de coser vieja del tiempo de la escarapela, pero después la capacidad que ponés y los logros que vas obteniendo, hacen que sientas que algo empieza a crecer".
"Un día es una empresita, después una empresa, después conseguís liderazgo y después tenés algo que empezás a buscar que trascienda en el tiempo. Si querés eso, necesitas un protocolo".
El secreto para manejar el negocio de las famosas piletas que van desde los $8.000 a $20.000 es dejar por escrito un acuerdo firmado en tiempos de paz, donde se especifica lo que se puede hacer y lo que no en una empresa familiar.
En este sentido, al día de hoy, los tres hijos de Héctor cumplen el 90% de toda la dinámica de la empresa. El fundador de Sonne S.R.L. destaca la importancia de no incorporar a la familia de golpe cuando quien tenga la autoridad máxima se retire, sino darle a su descendencia la oportunidad de crecer juntos y que se unan progresivamente.
El motor de una empresa puede variar según quién la lleva adelante. "Soy un apasionado por lo que hago. Para mí no es trabajo, es desarrollar una pasión", señala Héctor.
Goette encuentra la motivación, a veces, en pequeñas situaciones: "Un día estaba en un supermercado y escuché a una nena decirle a la madre ‘Mamá, quiero la Pelopincho’ cada 3 metros. Caminé un rato largo cerca para ver en qué terminaba eso".
"Llegaron a la pila donde estaban las piletas, agarraron una y la nena abrazó a la caja con cara de felicidad. La mamá compró otra cosa, pero eso era de ella, llevaba su producto", relata.
"Sin matarme en hacer publicidad, ¿de dónde saca una nena de cinco años esa adoración por Pelopincho? Cuando ves cosas como esas decís: ‘Vamos, eso es lo que tenemos que hacer, haces feliz a la gente’", concluye Goette.