Empresas que se van: por qué les es imposible conseguir socios para seguir operando en Argentina
Miguel Arrigoni suele utilizar una metáfora sobre el precio del piano de Beethoven para explicar cuánto puede valer una de las empresas extranjeras que se quieren ir de la Argentina y no pueden. "Si está en el piso, ese piano cuesta millones de dólares. Pero si está cayendo del piso 30 al piso 15, valdrá lo que un forzudo que pueda tirar de la soga para evitar el golpe esté dispuesto a pagar", explica el titular de la consultora financiera First Capital.
A nivel global, Walmart, Falabella, Sodimac, Burger King o Starbucks, entre las que más apuro tienen por dejar el país, pueden asemejarse al piano del compositor alemán.
Pero sus operaciones en la Argentina están en caída libre por las deplorables condiciones económicas y financieras que ofrece el país a los capitales internacionales y por la gran cantidad de restricciones que impone actualmente el Gobierno para permitir una mejora en sus ratios. Es más, la mayoría de estas grandes marcas muestra números en rojo en el país.
"Es un país que les genera muchos problemas, que tiene un mercado híper recesivo, con un Gobierno que toma medidas confusas. Un mercado que necesita inyección de capitales que no se pueden hacer por las diferencias cambiarias entre traer dólares de afuera y lo que te lo pagan acá, que es el doble", explica Arrigoni.
Lo que asusta a los capitales extranjeros
Es que, desde que comenzó a profundizarse la recesión que ya venía sufriendo el país, a partir de la puesta en marcha de las medidas de aislamiento para combatir el Covid-19, el escenario local para estos grandes players internacionales dejó de ser atractivo.
No solamente por el impacto de las decisiones sanitarias que tomó el presidente Alberto Fernández para frenar el coronavirus, que fueron de alguna forma en línea con las que adoptaron otros países económicamente más prósperos que la Argentina.
En realidad, lo que asusta a los capitales extranjeros es la falta de previsibilidad sobre el futuro; la incertidumbre frente a lo que vendrá; el cambiante escenario de normas y reglas de juego.
A esto le suman los casi 200 días de cuarentena laboral que les impide abrir locales o incrementar sus ventas, pero que los obliga a mantener sus mismas estructuras tanto operativas como laborales y a tener que inyectar fondos de manera permanente.
También juegan la imposibilidad de girar divisas al exterior y de tener que operar en un entorno de decretos, normas, reglamentaciones y leyes cambiantes que no permiten pensar en planes de negocios a mediano o largo plazo.
No existe en la actualidad manera de asumir riesgos en torno a nuevas inversiones en la Argentina debido a que el entorno del país es impredecible.
Quizá por este entorno tan negativo, las empresas que se quieren ir no están priorizando un precio para sus operaciones. Al contrario, buscan dejar sus negocios en manos de grupos locales que sepan del manejo de esos rubros.
Es decir, abandonar el mercado local pero de manera ordenada y dejando la puerta abierta para un eventual retorno, en momentos diferentes al actual.
Sin embargo, no lo logran. Y las razones son las mismas por las cuales hasta ahora ni Falabella, ni Walmart, ni Starbucks o Burger King han logrado dejar sus operaciones locales en manos de otros inversores.
Por caso, la cadena norteamericana de hipermercados optó por frenar la búsqueda de un socio estratégico en junio pasado, a pesar de que sus números fueron analizados por inversores locales.
Los efectos de la pandemia en la economía; la caída del consumo; el congelamiento de precios y la imposibilidad de reducir personal en un contexto recesivo no generaron atractivo entre quienes recibieron la carpeta de venta de Walmart.
Lo mismo ocurrió con Burger King y Starbucks, ambas marcas controladas a nivel local y regional por el grupo mexicano Alsea.
En junio pasado, sus actividades en Argentina fueron ofrecidas a varios interesados locales. Sin embargo, ahora la salida de ambas marcas del país quedó frenada, por lo menos hasta fin de año. Y no porque sus dueños se arrepintieron, sino por falta de compradores.
"Ni regaladas"
Según los analistas de mercado consultados por iProfesional, nadie quiere asumir los riesgos de hacer negocios hoy en un país con un Gobierno que de manera permanente envía señales conflictivas a los capitales privados.
"Ni regaladas se quieren tomar las operaciones de los grupos internacionales que se quieren ir del país", asegura el titular de uno de los fondos inversores locales más activos en el mercado de adquisiciones y que maneja una importante cartera de marcas de consumo masivo.
En la lista de razones que impiden comprar las actividades de Walmart, Fababella o Starbucks se destacan el gran peso que tienen en sus balances la cartilla laboral que no se puede reducir por orden del Gobierno o que, en el caso de pretender una adecuación, se deben abonar indemnizaciones dobles.
También juega en contra la necesidad de inyectar nuevas inversiones a esos negocios para impulsarlos. "Nadie está dispuesto a traer dólares a la Argentina si después no hay posibilidad de enviar remesas al exterior porque te lo impiden las normas del Banco Central", agregan en otro fondo inversor.
Del mismo modo, el entorno cambiante con el que el Gobierno se mueve en su relación con las empresas juega de manera negativa a la hora de analizar los números de las empresas que se van y poder cerrar una propuesta que sea considerada "razonablemente atractiva".
"Es muy difícil irse de la Argentina porque nadie quiere hacerse cargo de esos negocios, por más que te lo regalen", advierten desde una de las empresas que le puso cartel de venta a sus actividades locales hace ya más de seis meses y no logra encontrar "el novio adecuado".
Arrigoni coincide con esta explicación pero le agrega un condimento negativo más como es la falta de financiamiento. "Ni exportar te deja el Central, algo que es insólito ya", se sorprende el analista.
"Estamos implosionando el país, saltando de la sartén al fuego, profundizando los cuatro años de recesión que heredamos. Todo, a pesar de que sobran pesos y no hay dónde ponerlos porque tampoco es una solución permanente y hasta si los usás para comprar alguna de esas empresas podés terminar fundido", agrega Arrigoni.
Opiniones similares sobre el poco atractivo que ofrece la Argentina para las inversiones, más que nada, luego de las últimas medidas del Banco Central, son las de Eduardo Fracchia y Martín Calveira, investigadores del Área de Economía del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral.
"Las imposición de mayores restricciones es de corto plazo y poco sustentable y, en el mediano plazo lleva a una mayor necesidad de restricciones, lo cual fue evidente en la administración de Cristina Kirchner luego del fuerte salto cambiario del año 2011 hasta el final de mandato", advierte Fracchia.
En el caso de Calveira, señala que "la generación de un mayor espacio de volatilidad financiera es un elemento desalentador y restrictivo y las empresas que cotizan en bolsa ven un recorte de ese canal de flujos financieros a lo que se suma el aumento del riesgo país (costo del crédito), todo lo cual se constituye en un canal de transmisión negativo para las empresas, sus hojas de balance y la posibilidad de decisiones de inversión."
Después de detallar los posibles efectos negativos de medidas que ya ´fracasaron en el pasado, Fracchia y Calveira resumen que el Gobierno seguirá en el laberinto cambiario y no lo podrá resolver hasta que haya un punto de inflexión en la confianza de los agentes.
Desaliento a las inversiones
Un reciente documento de la consultora Abeceb.com remarca lo que los economistas sostienen, al entender que la medida de mayor gravedad tomada por el Central impacta directamente en las decisiones futuras de inversión de los capitales.
"La restricción a las empresas de conseguir los dólares para pagar sus obligaciones de deuda con el exterior que las hace ingresar a un proceso de reestructuración de pasivo no es inocuo ya que produce un deterioro de la relación con los acreedores y genera sobrecostos para las empresas justo en un momento que, pandemia mediante, poseen ecuaciones económicas y financieras muy deterioradas", describe el informe.
Más aún, si la empresa quisiera evitar una reestructuración (o un default) no le quedará otra que pagar sus deudas vía contado con liqui a un dólar mucho más caro o apelar a usar dólares propios, lo cual es un fuerte desaliento a las inversiones.
"La medida a mediano plazo restringe aún más el acceso al crédito externo del sector privado para nuevos proyectos de, donde difícilmente el resto del mundo quiera seguir prestando a las empresas de un país que no saben si podrán conseguir a futuro los dólares para pagar", añade abeceb.com
Para los potenciales compradores, el análisis de las variables futuras es indescifrable debido a la falta de estabilidad de las normas, a los cambios impositivos, a las eventuales retenciones a las exportaciones, a las variaciones del tipo de cambio decididas en un escritorio del Banco Central de un día para el otro y sin estudios previos sobre el impacto que esas medidas tendrán en toda la economía del país.
"Es un gobierno que cada vez te ata más las manos, que no parece darse cuenta que el país hoy luce poco atractivo para invertir, incluso para los grupos locales con posibilidades de hacerlo y que quieren quedarse con marcas de renombre a nivel mundial como son las que buscan salida por Ezeiza", describen en una consultora dedicada a fusiones y adquisiciones.
Agregan que ni siquiera las familias más ricas del país y con capacidad para comprar los activos en venta, piensan en ampliar sus portafolios. "Están en otra, pensando cómo hacer para mudarse a Uruguay, echados por un gobierno que les aplica un impuesto porque son ricos", aseguran.