Internas en el Gobierno por el control del Correo Argentino, con una caja de $9.000 millones
Completados los casilleros de YPF, con Guillermo Nielsen; de Aerolíneas Argentinas, con Luis Ceriani; de AySA, con Malena Galmarini, y de varios dirigentes peronistas más en otras empresas estatales, la incógnita ahora se trasladó al máximo cargo del Correo Argentino.
Una sociedad estatal que mueve una caja interesante de alrededor de $9.000 millones por año y que, durante el anterior gobierno kirchnerista, estuvo bajo el poder de La Cámpora. Gestión que dejó mucho que desear y que empujó a la mayor empresa postal de la Argentina a sufrir pérdidas cercanas a los $8.000 millones hasta el 2015 cuando, además, había sido refugio para ubicar a miles de militantes K antes de que Mauricio Macri asumiera la presidencia de la Nacion.
En esos años, el Correo era presidido por Claudio Tristán, quien había llegado de la mano de Amado Boudou. Pero en los hechos, las decisiones las tomaba la camporista Vanesa Piesciorovski, vicepresidenta de la empresa estatal y pareja de Juan Manuel Pignocco, en aquel momento mano derecha de José Ottavis en la Legislatura bonaerense.
El gobierno de Cambiemos intentó ordenar su estructura y poner en marcha un plan de modernización de sus actividades para reconvertir el negocio y reducir el pesado déficit que acumulaba año tras año la empresa postal estatal.
Inicialmente no logró del todo ese objetivo con el liderazgo de Jorge Irigoin, quien ya había estado al frente del Correo pero cuando la sociedad había sido privatizada, y fue nuevamente designado por Macri en el 2015.
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Sin embargo, su gestión duró nada más que dos años hasta el 2017, cuando el propio Macri decidió colocar al Correo Argentino bajo la órbita del Ministerio de Modernización y desplazar a Papini en medio de críticas a su gestión y de un pasivo que no se había reducido y rondaba en los $7.700 millones por año.
En su lugar fue designado Gustavo Papini, ex CEO de OCA Postal y ex ejecutivo del fondo inversor Pegasus Capital, firma que presidió el ex vicejefe de Gabinete de Cambiemos, Mario Quintana.
A partir de este cambio, se le buscó imprimir a la compañía una impronta que se basaba en dos ejes fundamentales: reconvertir su negocio hacia la paquetería y el e-commerce, y reducir el fuerte déficit que afrontaba.
Hasta ahora, Papini sigue al frente de la compañía al igual que el resto del directorio de la sociedad y más allá de que ya presentaron sus renuncias. Sin embargo, mientras el gobierno del Frente de Todos no designe a las nuevas autoridades, los funcionarios se mantienen en sus puestos.
En su haber, Papini muestra una importante reducción del déficit del Correo Argentino que cerrará el año con un rojo de $800 millones, contra los $7.700 millones del 2017.
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Ya el año pasado, la cifra había bajado, con una pérdida de $2.200 millones durante ese ejercicio, que mostraba el objetivo de Cambiemos de que la sociedad prescinda cada vez más de los aportes del Estado y pueda desarrollarse con fondos propios.
De todos modos, no serán datos que le puedan permitir a Papini sobrevivir al cambio de gobierno. En principio, Alberto Fernández decidió traspasar a la sociedad a la órbita de la Jefatura de Gabinete que comanda Juan Pablo Cafiero.
También se comenzaron a analizar los antecedentes de varios candidatos ya propuestos tanto por el propio Cafiero como por Gustavo Béliz a partir de su importante lugar en la estructura política del Gobierno a partir de la Secretaría de Asuntos Estratégicos para el Desarrollo.
Otro que estaría interviniendo en el futuro de la sociedad postal estatal es el nuevo ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. El ex intendente de San Martín, hasta pretende que el Correo Argentino esté bajo la órbita de su cartera.
En el mercado se sospecha además que La Cámpora intenta volver al control del Correo, a pesar de la pésima gestión anterior y de que hasta ahora sus dirigentes no han logrado ocupar espacios de poder relevantes bajo el paraguas de Alberto Fernández.
Las fuerzas están divididas y las internas también, al punto que no se han deslizado nombres de eventuales candidatos ni tampoco apellidos auto candidateados, por lo cual el nuevo presidente del Correo Argentino se mantiene en secreto.
Más allá de que no hay nombres en danza, quien asuma heredará una empresa que comenzó a migrar su negocio hacia el segmento de la paquetería, el rubro que actualmente es el que da oxígeno a las empresas postales de todo el mundo.
Esto, más allá de que todavía el 65% de su facturación dependa del rubro postal, un mercado en retirada que en el 2014 movía $1.400 millones al año y en la actualidad se redujo a $800 millones, de los cuales la sociedad estatal controla el 40%.
También el avance del e-commerce y su creciente demanda logística para la distribución de paquetes forman parte de los cambios generados, con el sistema de compras "puerta a puerta", como el que más crecimiento muestra.
En el sector aseguran que en el 2017 el Correo Argentino repartía 200.000 paquetes al mes y que hoy esa cifra supera los 1,5 millones.
Fuera del segmento comercial, el negocio electoral se transformó en otro de los ejes centrales sobre los que se apoyó Correo Argentino para mejorar su rentabilidad. Solamente durante este año, trabajó en 50 comicios, desde las presidenciales hasta sufragios provinciales y municipales.
Las elecciones presidenciales del 27 de octubre pasado fue el trabajo más relevante y para cuando ocupó a más de 60.000 personas (entre los 15.ooo empleados de la empresa y personal contratado para la ocasión), además de de 3000 fletes.
Entre los proyectos que la gestión Papini tenía previstos lanzar para el 2020 se encuentra como acontecimiento central la realización del censo.