Alerta empresaria: preocupa posible escalada en negociaciones salariales con gremios disidentes
Que la negociación comprenda un año calendario o que se extienda hasta el 2014 por doce meses o más, que los ajustes que se pacten se fraccionen durante el año de otorgamiento, que las prestaciones sean remuneratorias, en todo o en parte, que la conversión se incluya en el acuerdo y en el período pactado, y que el ajuste gire en torno del 20/23% y no se pacten cláusulas gatillo o de ajustes automáticos.
Estas son las condiciones en las cuales se puede enfrentar razonablemente la actual coyuntura con una batería de recursos anti-inflacionarios. Es por ello que es correcta la apreciación del Ministro Carlos Tomada en el sentido de no aceptar acuerdos cuya vigencia sea inferior a un año, y promover los que lo superen. Conforme a la Ley 14.250 de convenios colectivos, la autoridad de aplicación -Ministerio de Trabajo- tiene atribuciones para rechazar la homologación de un acuerdo, si no se superan los controles de legalidad y de oportunidad.
El primero se refiere a la observancia dentro de la convención de las normas de rango superior como la Constitución Nacional, los tratados internacionales y las normas de orden público. El segundo es el denominado "control de oportunidad" que esté ligado a la misión central del Estado y del Gobierno Nacional de velar por el bien común y por el bienestar general.
El primero es un control técnico-jurídico, el segundo es un control político y por ende está alcanzado por la discrecionalidad con la cual se pueden arbitrar las políticas de Estado. La homologación le concede el "efecto erga omnes" al acuerdo, y lo transforma en obligatorio para toda empresa encuadrada en la actividad o a todo trabajador comprendido en la representación, con prescindencia de si las empresas son socias o no de la entidad que suscribió el acuerdo, o si los trabajadores son o no afiliados.
Estamos en enero de 2013 y se disparó la negociación salarial con un promedio ponderado del 25%, y todo indica que era lo previsible. En efecto, en la enseñanza privada se pactó el 25 % (Guillermo Marconi), cosechadores de fruta de Río Negro y Neuquén con UATRE lograron el 24% ("el Momo" Benegas), la Bancaria con un puente por el primer trimestre y una suma fija traspasó el 20% y fijó el piso para el 1º de abril (Sergio Palazzo), y habrá que ver si estos acuerdos se pueden o no homologar.
La prueba de fuego será CTERA que reclama el 25% y es integrante de la CTA de Hugo Yasky oficialista, y debe enfrentar al Gobierno Nacional y provincial. Lo curioso es que no podemos distinguir la conducta operada por la pertenencia a ninguna de las cinco CGTs, ya que parece que los sindicatos que responden a Caló, Moyano, Yaski, Micheli o Barrionuevo están de acuerdo en casi todo. En breve, los separarán las actitudes y los medios empleados para lograr su objetivo.
En cualquier caso, en la tercera semana de 2013 en "one shot" se perforó el máximo prevenido desde las versiones restrictivas que habían circulado oficiosamente en menos de los que dura un suspiro. Obviamente, es el momento de desplegar los flaps y fijar las reglas de viabilidad de la homologación de los acuerdos, haciendo en lo posible una contribución positiva al modelo y al sistema. Ya resulta irrelevante la discusión de si había o no techo, porque si lo había voló por los aires, y desencadena una puja salarial irreverente y desprovista de techos, fajas o corsets.
El alerta empresario se expresó de diversas formas, y de hecho, la realidad de hoy debe contemplar los precedentes, pero los que existen en muy poco se asemejan a la realidad de hoy. Alguno de los expertos en proyecciones ya habla de descontrol y de escalada, escenario que hoy es improbable, teniendo en cuenta que todavía no hay definiciones en torno de las medidas que se van a adoptar frente a una escalada creciente de aumentos. La discusión en torno del comportamiento de la economía, del mercado interno, y del mercado exportador, será el testigo inefable de la evolución, seguramente fluctuante de todos los indicadores.
Sin embargo, el apresuramiento de la semana pasada refleja que lo hecho fue un testeo, y que los gremios más importantes en número de afiliados y a la vez, en la formación de precios (por la incidencia del costo laboral) se tomarán su tiempo, y nada resolverán hasta bien pasado el mes de abril, para revisar fundamentalmente tres factores:
a) el curso de los precios en la góndola con su propia estimación del proceso inflacionario, en base al recurso de la evolución de la canasta familiar primaria, del poder de compra logrado, y de algunas conquistas en particular como la activación o actualización de ciertos adicionales o complementos del ingreso general;
b). la respuesta esperable desde el Ejecutivo de su contribución al ingreso de los trabajadores por intermedio del incremento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias -en donde se esperaba un incremento no menor al 20%- y de los montos y topes de las asignaciones familiares que requieren una actualización general de los montos, segmentos de pago y topes;
c) la preservación de los niveles relativos alcanzados por cada gremio, en donde la mayoría generó aumentos salariales superiores a la inflación mejorando el valor real del ingreso en cada actividad, en función del crecimiento, la rentabilidad, y el desarrollo de cada una dentro de la economía.
En síntesis, los sindicatos no resignan aumentos inferiores a la inflación, ni retroceden en los logros obtenidos a través de ocho años de negociación colectiva. ¿Por qué los empresarios temen una escalada? No son razones sino circunstancias.
Todo estará teñido de un fuerte contenido político partidista, por las elecciones de octubre, en donde el oficialismo deberá fortalecer su base electoral, neutralizando las iniciativas por ahora dispersas y volátiles de una oposición amorfa. Habrá en este plano un grave y descomunal dispendio de energía y de esfuerzos materiales y temporales, que obran sin duda en desmedro de las necesidades de la gente, en muchos casos imperiosa, como la seguridad, la ineficiencia del Estado, y sobre todo, el clientelismo.
El segundo aspecto está ligado al futuro posterior a las elecciones de octubre, cuyo nivel de incertidumbre es análogo al resultado de las mismas, en un contexto de restricciones económicas y aprietes financieros.
El tercero está ligado al curso de la economía, que comienza con expectativas muy altas en lo que hace al costo laboral que no se sabe si se corresponderán con los niveles de actividad, productividad y rentabilidad. En especial está en alerta las actividades de consumo masivo que han ido bajando sus ganancias en forma sistemática, y por ende, está llegando al punto extremos de equilibrio, y al borde de entrar en crisis.
El cuarto está referido al comportamiento de los salarios del año 2012, que de repetir la tendencia, con un inicio en torno del 25% se puede superar en el tercer cuatrimestre en 35%. Recordemos además, que existen siempre tres rounds en materia salarial, el de los acuerdos paritarios, el del descenso de los mismos a cada empresa en virtud de sus acuerdos particulares, y por último la presión de los delegados y las comisiones internas por lograr algún beneficio o incremento adicional, tanto durante el año como hacia los bonus de fin de año. ¡Esto recién comienza!