Massa inicia un viaje clave para el futuro del dólar: qué busca en EE.UU. y qué medidas evalúa
El nuevo viaje de Sergio Massa hacia Washington este miércoles -el segundo en unas pocas semanas- no escapará a las urgencias de la economía argentina: entre ellas, la necesidad imperiosa de dólares para las reservas del Banco Central.
Los últimos dos días hábiles en el mercado cambiario volvieron a mostrar un rojo en el flujo de divisas: el Banco Central debió vender u$s92 millones en esas jornadas para abastecer el mercado.
Fue el retorno de una dinámica que había quedado atrás durante el mes de septiembre gracias al "dólar soja". Como por delante no hay chance de imponer un "dólar trigo" ni ningún otro dólar diferenciado sin que tenga un mayor impacto sobre los precios de la canasta básica, lo más probable es que ese proceso continúe en las próximas semanas.
Eso sí: no hay posibilidad de que la pérdida de dólares se mantenga por mucho tiempo.
El BCRA logró comprar u$s5.000 millones durante el mes pasado, y se espera que buena parte de ese monto se pierda por las ventas diarias, de acá en adelante.
¿Tiene el ministro alguna chance de recuperar divisas en el corto plazo?
Dólar e inflación: las alternativas a la vista
El ex director argentino en el FMI Héctor Torres dice que Massa "viene sacando conejos de la galera; vamos a ver si tiene más".
Torres cree que los organismos internacionales de crédito no pondrán más fondos de los ya estipulados hasta que la Argentina presente un "plan integral" de combate a la inflación y de normalización de la cuenta de capitales. Un escenario que no parece ser el que transita el Gobierno.
Lo que sí puede suceder -y es lo que el ministro planteará en su viaje, refiere a que los organismos apuren los desembolsos de divisas. Tanto el BID como el Banco Mundial deberían cumplir con esos envíos. A su vez, el Fondo Monetario dejará un leve saldo a favor de la Argentina, una vez que se cumpla con el desembolso comprometido en la segunda revisión.
Sin embargo, la solución a la crisis no vendrá por esos desembolsos ya programados.
Lo que viene tiene que ver con un mayor control de las importaciones, una serie de medidas que ya fueron adelantadas.
El desafío es que esos topes a las compras en el exterior no presionen -todavía más- sobre una inflación que en este final de año luce desbocada.
La inflación, sin freno
El último relevamiento del Banco Central entre medio centenar de consultoras económicas (REM), conocido en la tarde del jueves, ya dio cuenta de algo aceptado por todos, incluso por los funcionarios de Economía: la inflación de este año superará el 100% (por ahora, la previsión da 100,3%).
Lo más llamativo es que esos mismos economistas profesionales ya prevén que la inflación del próximo año (electoral) se ubicará en torno del 90% -nada menos que 30 puntos por encima a la estimación de Sergio Massa en el Presupuesto 2023-.
Lejos de aminorar, el proceso inflacionario se acelera semana tras semana.
Dólar Qatar: Massa versus la realidad
Por ahora, el Gobierno demoró la implementación de un "dólar Qatar" para evitar un salto mayor de la brecha cambiaria.
De fondo, no obstante, hay un hecho clave: un dólar turista de $300 o incluso de $350 -en lugar de los $270 que los viajeros pagan hoy en día cuando pasan la tarjeta de crédito en el extranjero- no tendría mayor impacto en la cuenta de la salida de divisas.
¿Alguien imagina a un argentino que está en Miami o en Madrid que deja de comprar algo porque el costo le aumentó 10% o 20%? Lo más probable es que esa situación no exista.
Y que, finalmente, se compruebe que en el mes del Mundial de Qatar, el Banco Central deba saldar entre u$s1.300 millones y u$s1.500 millones; el doble de lo que viene pagando en los últimos meses.
El ministro tampoco apuesta por un desdoblamiento formal, que le permita capturar las divisas que traen los turistas extranjeros, y que por el momento abastecen el mercado marginal (en negro).
La inflación, un dolor de cabeza
Funcionarios del gabinete económico admiten que octubre comenzó con alzas de precios preocupantes, sobre todo para los alimentos y las bebidas.
A esa presión hay que sumarle las autorizaciones que parten del propio Estado, como el precio de los combustibles, que acaban de aumentar otro 7%.
El impacto en el bolsillo es inevitable. Las cadenas de supermercados del interior del país ya avisaron que la caída de sus ventas llega al 4% o 5% -medido en volumen-, lo que para esos comercios representa toda una novedad: las grandes tiendas son las más beneficiadas por la dinámica de alta inflación, en detrimento de los comercios más chicos, que terminan teniendo precios más caros en sus góndolas.
Ya no se trata solamente de los bajos niveles de consumo de carne vacuna, que se mantiene entre los peores guarismos en un siglo. La merma incluye a otros rubros, que se vienen encareciendo incluso por encima de la inflación promedio.
Las ventas de lácteos cayeron un 6,5%, según el relevamiento encargado por funcionarios del equipo económico. En el caso de productos refrigerados (incluye pastas y salchichas), la baja resultó del 6,3%.